El doctor Juan Carlos González le arrebató a su hija el papel y allí escribió su nombre, antes que la joven, para acuñar su total disposición de entrar a la línea de combate contra la COVID-19.
“Mis padres, ambos galenos, han sido un ejemplo”, expresa la doctora espirituana Dianelis González Suárez, quien tres meses después de vencer el examen como especialista en Primer Grado en Pediatría viajó a Santa Clara, junto con dos de sus compañeros, para atender a los coterráneos contagiados con el SARS-CoV-2 que reciben atención médica en el Hospital Militar Manuel Piti Fajardo de esa ciudad.
“Agradezco esta experiencia, pues a pesar del temor te enseña mucho. No es lo mismo leer y estudiar que cuando te enfrentas directamente a la enfermedad. Ha sido impresionante constatar el alto nivel de contagio del virus porque te encuentras ingresados lo mismo al niño, que a la mamá, al papá, a los abuelos, el vecino”, refiere la joven pediatra.
Esa transmisibilidad se ha comprobado en el actual rebrote de la COVID-19 en Sancti Spíritus, provincia que en lo que va de octubre mantiene el mayor índice de transmisión del país. El virus encontró en el territorio brechas y negligencias por donde colarse y multiplicarse. Lección válida para alertar a la población de no descuidarse, y también, para respetar las normas de bioseguridad, ser disciplinados y constantes en el cuidado de cada detalle establecido en los protocolos para evitar contagios entre el personal asistencial.
“Estás en contacto directo con el paciente infectado. Aunque tengas todo el conocimiento y estés preparada, es una responsabilidad no equivocarte al momento de retirarte los aditamentos, desinfectar todo lo que usas. Tratar al enfermo no es problema, eso es lo que hacemos día a día; sí lo es el temor a enfermarte, o a contagiar a tus compañeros, esos miedos no pueden paralizarte, solo tienes que cumplir lo orientado.
“Hemos tratado a niños de todas las edades, lactantes de dos meses, de seis meses. Para satisfacción nuestra todos evolucionan bien y presentan menos reacciones adversas a los medicamentos que los adultos. Contrario a lo que esperaba los pequeños se adaptan muy bien al vestuario, les parece gracioso. La mayoría se ríe, quieren quitarme la careta, me tocan los guantes, les causa curiosidad y quieren jugar. Siempre debemos tener en cuenta las normas de bioseguridad, tratando de ser cariñosos como acostumbramos en las salas convencionales, pero con el menor contacto posible”, relata la doctora.
Momentos de tensión, situaciones estresantes y cercanas al peligro han vivido muchas familias espirituanas tras el rebrote de la pandemia en esta central provincia. Muchas personas han integrado la lista de contactos o sospechosos, otras han sentido los temores y pérdidas provocadas por la enfermedad en su propio seno. Otras se mantienen en vilo, pues sus seres queridos, una y otra vez, entran al área roja para garantizar lo indispensable, principalmente la salud, a quienes se infectaron.
La doctora Dianelis ha vivido esas angustias familiares. Nunca olvidará una de sus primeras noches de guardia en el Hospital Manuel Piti Fajardo, cuando llegó el PCR negativo de un niño de once años.
“Fue el primero en recibir el alta, sin embargo tuvo que regresar al hogar sin la compañía de su papá que lo cuidaba en el hospital, también enfermo y aún positivo. Cuando llega un resultado negativo el paciente no debe quedarse a esperar por el familiar. Fue una satisfacción saber al niño sano, ver el triunfo de tu trabajo y la felicidad de ellos porque el menor regresaría a su casa. Pero la alegría fue a la mitad por la imposibilidad de volver juntos”, rememora la entrevistada, quien al culminar su labor en Villa Clara permanece con las botas listas dispuesta para combatir la COVID-19, garantizar la salud de los infantes y contribuir al bienestar social, lección bien aprendida desde la cuna.