Bien temprano en la mañana, Luis Giraldo Casanova nos abrió las puertas de su casa. El agradecimiento a uno de los jugadores más grandes que ha tenido Cuba dentro de un terreno de pelota, calificado por el colega Bobby Salamanca como el “Señor pelotero”, no se hizo esperar. Había muchas cosas que contar a más de 20 años de su cuestionado retiro.
La conversación fluyó entre preguntas, anécdotas, opiniones y esas confesiones que viniendo de Casanova son imprescindibles para quienes no lo vieron jugar y para sus admiradores de siempre.
Usted nació en el Central Orozco… “sí, luego se llamó Pablo de la Torriente, pero ya no muele. Es un lugar que jamás olvido porque mi padre Félix Orlando trabajó siempre allí y mi madre Esthervina Castillo en un comedor obrero de transporte agropecuario. No olvides que soy el quinto de 12 hermanos”.
Pero he leído que le gustaba mucho la matemática… “Es cierto, pero no puedo decir si era por alguna atracción especial a los números o por lo bien que explicaba y nos trataba la maestra”.
Casanova se acomoda en el asiento y recuerda. “De niño era muy tranquilo, todo se resumía a escuela, baloncesto y pelota. Imagínate que la casa estaba prácticamente detrás del home del terreno y la cancha de basket quedada detrás del left field. Como había luces se practicaba ese deporte hasta de noche. Jugaba defensa y para serte sincero, no era malo”.
¿Por qué su papá e opuso a que se dedicara solo al béisbol? “No quería porque decía que si había empezado en baloncesto tenía que seguir allí. El entrenador de pelota Lázaro Abreu tuvo que convencerlo. Al año siguiente, con 13 años, entro en béisbol a la EIDE, donde había mucho exigencia y me ayudó mucho ese espíritu humilde y trabajador que traía de la casa”.
¿Y de donde viene lo de Capirro? “Eso fue un sobrenombre que me puso mi abuelo, como a mi papá le puso Capitolio. Eso se extendió al deporte porque lo decían quienes me conocían de Orozco”.
Sin embargo, pocos recuerdan que usted empezó de receptor. “Desde que me cambié de deporte siempre fui catcher. Al principio no me gustaba, pero era obligado porque hacía falta uno en esa categoría (13-14). Después me embullé con esa posición y seguí. Hice el equipo Cuba al mundial juvenil de 1974 como receptor, aunque jugué solo dos partidos”.
Supongo que admiraba a algunas figuras de entonces. “Claro, veía mucha pelota por la televisión y mis peloteros más queridos eran Fidel Linares, Agustín Marquetti y Armando Capiró. El sueño era ser como ellos y cuando pude conocerlos se los dije”.
Hubo algo que lo caracterizó siempre: su casi perfecta técnica de bateo. “Eso se lo debo, en gran parte, a un entrenador muy bueno que tuve en esa etapa juvenil, Asdrúbal Baró, quien trabajó en la Academia de la provincia junto a Nicaragua Chacón. Lo otro lo aprendí con el juego diario”.
¿Y el cambio de receptor a jardinero derecho? “Eso ocurrió con el mánager José Alpízar, en el equipo Marianao, antes de entrar al Servicio Militar en 1974. Luego en el campeonato del Ejército, estaba Juan Castro en la receptoría como titular y siempre jugué en los jardines. Mira qué curioso, cuando muchacho uno decía que al jugador más malo lo mandaban para el right field, sin embargo, la realidad indica que es la posición más difícil dentro de los jardines”.
Antes de debutar en nuestros clásicos nacionales jugó una serie especial con el equipo Vegueros y salió campeón, dirigido por Jorge Fuentes. “Sí, era como una liga de desarrollo que funcionaba parejo a la Serie Selectiva. Por eso mi primera nacional fue la 1976-1977, con José Miguel Pineda también debutando de mánager con Pinar del Río. A él lo criticaron mucho porque me puso cuarto bate ese año siendo novato”.
¿Y cómo asumió esa responsabilidad? “Normal, porque en la categoría escolar y en los Juegos Militares ocupé ese turno. Venía con eso en el cuerpo. Hay una frase inolvidable que Pineda le dijo a un periodista cuando le cuestionó esa decisión: si él es bueno ahí se sabe y si no sirve, lo boto”.
La confianza que le dio significó mucho para Casanova… “Bastante. Pineda fue como un padre más en el béisbol. Y no solo conmigo, con muchos en Pinar del Río. A partir de ahí comenzamos a ganar campeonatos nacionales y Selectivas, al extremo que hubo años que triunfamos en los dos. Ese primer año discutí el novato del año con Lourdes Gourriel, quien me superó en average, pero bateé más jonrones e impulsé más carreras. La decisión final fue dárselo a él y no me gusta emitir criterios, pero no se puede olvidar que él era segundo bate y yo cuarto”.
Catorce años en la selección nacional. ¿Qué caracterizaron cada etapa? “Pude haber estado desde 1977, cuando se jugó por primera vez con profesionales de Venezuela y México, pero me enfermé con papera. Debuté en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1978. Abro como titular frente a Colombia porque el pítcher era zurdo, pero el resto de los partidos lo jugó Wilfredo Sánchez. Ese equipo de finales de los 70 estaba bien preparado, había mucho compañerismo, peloteros maduros, pero estuve menos tiempo que en el de los 80 (pausa, piensa y asegura). Ese fue mucho mejor, más sólido, con recuerdos increíbles, tristes y alegres”.
Copa Intercontinental de Edmonton 1981: la triple corona… “Fue un acontecimiento muy grande porque era la primera vez que un pelotero cubano lo lograba en un evento tan grande como ese. Sin embargo, no me sentí bien ni lo disfruté con alegría porque perdimos la final con Estados Unidos. Algunos no querían recibir las medallas ni el trofeo”.
En 1985 entró Omar Linares al equipo Cuba y hubo cambios en la alineación para Casanova… “Era otra Copa Intercontinental, donde estuve a punto de ganar otra triple corona, pero un japonés bateó seis hit y yo cinco en el último juego y ahí se me escapó. Linares era un fenómeno y por tanto fui tercer bate en la selección nacional hasta que él llegó. Me pasaron para el cuarto turno, lo cual era normal porque así jugaba en Pinar del Río. Fuimos compañeros de habitación hasta que salí del equipo Cuba”.
Hay otro evento imposible de obviar en su carrera: el campeonato mundial de 1988, en Parma, Italia. “Ese año la cosa empezó en La Habana, después del tope contra Estados Unidos, pues se cuestionaba si me llevaban o no al equipo, al igual que a José Luis Alemán, el lanzador. Y toca la coincidencia que en el mundial terminé líder en jonrones y Alemán de pitcheo.
Pero qué sucedió antes del espectacular jonrón de Gourriel contra los americanos. “Lourdes no empezó bien el torneo, pero dos o tres juegos antes de ese partido volvió a alineación. Entonces, en ese encuentro final voy a darle como una terapia y le digo: no sé de qué forma me voy a embasar, pero tú tienes que “joder” esto porque ese pitcher siempre te ha respetado, tú le diste dos jonrones en La Habana. Se paró y soltó: “dale, adelante, que atrás voy yo”.
Después ocurrió la famosa jugada en primera base que fue decretada quieto cuando muchos vieron out… “Así ocurrió, me embasé con ese roletazo y le señalé: oye, ya estoy aquí. Y dijo, tranquilo, ahora me toca a mi. El jonrón que dio no tiene comparación con otro momento vivido. Cuando llegó a home y nos abrazamos era cuando él estaba nervioso. Si tenía que seguir jugando no hubiera podido, porque estaba muy emocionado y eso era debido a que lo conversado se dio tal cual”.
¿Qué sucedió en esas postrimerías de Casanova, por qué ese retiro tan apresurado? “En 1991, seleccionaron a cinco jugadores del equipo Cuba A y nos mandan a México con la selección B para que nos preparamos. Nos dijeron con estas palabras: tienen que garantizar ganar la Copa Intercontinental en España. Se ganó y el otro grupo estaba perdiendo en el tope con Estados Unidos”. ¿Volvieron a llamarlos entonces para el A? “Sí, a los mismos cinco nos mandaron para La Habana y en el torneo José Antonio Huelga apenas jugué. Cuando hacen finalmente el equipo para los Juegos Panamericanos no estoy y me mandan para Pinar del Río. Ahí es cuando decido no jugar más”.
Casanova frena sus palabras y argumenta: “Considero que se fue injusto y nadie me dio ninguna explicación, a pesar de haber cumplido con lo que me pidieron y estar en buena forma deportiva. La dirección del Partido de la provincia me solicitó que jugara un año más y bateé 350 con 12 jonrones. Para rematar, ese año conformaron una preselección de 100 peloteros y tampoco aparecí en la lista. Le pregunté a una autoridad deportiva: ¿usted cree que en Cuba hay en estos momentos 10 peloteros mejor que yo?
“Eso fue muy duro e injusto. Así que me fui para mi casa y no jugué más pelota. Nadie del INDER ni de la Federación Cubana de Béisbol vino a verme, como tampoco me dieron explicaciones cuando me quitaron de director del equipo Pinar del Río. Esos métodos no los entenderé nunca”.
¿Hasta dónde es cierto que se esperaba hasta el último momento por Casanova para hacer un line up, y que dio varios jonrones con algunos tragos de más? “Eso se ha amplificado porque lo cierto es que me cogía tarde para llegar al estadio, 15 o 20 minutos antes de empezar. Si es como ahora, que piden la alineación una hora antes, no hubiera jugado nunca, porque llegaba justo a tiempo. Pineda y Jorge Fuentes si no me veían en el entrenamiento de la tarde estaban confiados que llegaba para el juego. Nunca falté. Quizás di más de un cuadrangular con una cerveza, pero hay mucha exageración en lo que se dice”.
¿Alguna superstición? “Lo único que hacía era ponerme una hierbita en la boca, que la cogía de los jardines”.
Los lanzadores más fáciles y difíciles… A Rafael Rodríguez, de Matanzas, le bateaba avisado siempre porque tenía dos movimientos diferentes para tirar curvas y rectas. Esa es una de las cosas por las cuales batee tanto, porque chequeaba mucho a los pitchers. Hoy se lo digo a los muchachos, cuando tú sales al cajón de bateo tienes que traer tu plan trazado para batear sin preocupación. Y cómo analizas mejor al pitcher, cuando le está lanzado al otro.
“El pitcher más difícil para mí era el pinareño Julio Romero. Jugábamos en equipos diferentes (él en Forestales y yo en Vegueros). Y no se trataba de que no le pudiera batear, sino que tenía miedo que me diera un pelotazo por su problema en la vista. Además, no podía discutirle nada porque su hermano estaba casado con mi hermana”.
¿Se ha perdido hoy en nuestro béisbol el pitcheo pegado? “Los árbitros han creado un mito con eso y cuando se lanza pegado, enseguida los bateadores protestan y llaman a los directores. Olvidamos que esa es la defensa del pitcher. Por eso es que los juegos de ahora no se parecen a los de antes y los lanzadores reciben más batazos, porque están obligados a tirarla por el medio. Hubo un año que les dijeron a los árbitros que si Pedro Luis Lazo daba un pelotazo lo expulsaran. Nos enteramos y protestamos, pero hasta esos extremos llegamos”.
¿Qué hacer para aumentar la calidad, un cambio de estructura, mayor inserción internacional? “No creo que un cambio de estructura resuelva los problemas. Voy por la variante de mantenerla como está y aumentar los topes internacionales. La serie nacional no puede ser el único medidor para hacer un equipo Cuba porque aquí se conocen mucho los peloteros y se cuidan. Al que es amigo mío no quiero afectarlo y juegan de amistad. Entonces al contrario de ese amigo se lleva más recio. Así sucede lamentablemente, pero cuando se hace un tope la cosa cambia”.
Su familia actual, sus hijos… “La hembra del primer matrimonio estuvo en atletismo, pero se lastimó una rodilla en la pierna y no quiso saber más de eso. Del segundo matrimonio Erlis si salió pelotero. El jugaba primera y jardines, pero lo embullaron a lanzar en un campeonato nacional juvenil y como lo hizo bien se quedó en el box. En esa etapa estaba en Panamá y cuando le pregunté a la madre cuánto está bateando el niño es que me entero de que estaba pitcheando. Él bateaba a las dos manos y era cuarto y quinto turno hasta los juveniles”.
¿Jugar en el estadio Latinoamericano? “Para cualquier que sienta beisbol en su sangre, jugar allí es lo máximo porque se sabe si tú estás preparado para jugar con presión y si tienes calidad. El que lo haga bien en el Latino, ponle el cuño que lo hará igual en cualquier lugar del mundo. A todos nos encantaba el Latino precisamente por eso”.
¿Alguna anécdota con la generación que no lo vio jugar? “El otro día pasé por el terreno y habían niños preparándose para la provincial y me paré. Uno dijo, miren a Casanova y vinieron a saludarme y a tirarse fotos conmigo. Eso me llena tanto o más que todos los jonrones que di en mi carrera deportiva. He visto mucho el trabajo que hace Lazo, con un grupo de niños desamparados y siempre lo acompaño”.
A Casanova lo compararon varias veces con Roberto Clemente, el más grande pelotero latino de Grandes Ligas… “No puedo decir si es válida o no la comparación porque nunca lo vi jugar, pero quienes la hicieron si nos vieron a los dos. Si lo dicen sus motivos tendrán”.
¿Se considera un Señor pelotero? “Salamanca le puso sobrenombres a distintos jugadores y no se equivocó. Cabe pensar entonces que es cierto. (risas) Muchas gracias por la entrevista y si alguien tiene duda de lo que he dicho que me llamen a la casa”.
_______________________________________________________________________________________________
Pregunta de la Semana 23
¿Cuál de los siguientes 3 peloteros ganó la triple Corona de bateo en una Copa Intercontinental de Beisbol?
1.- Luis Giraldo Casanova; 2.- Orestes Kindelán; 3.- Omar Linares
Respuesta correcta: Luis Giraldo Casanova
GRAN PREMIO: Bate profesional firmado por Casanova
– Jorge Luis Manzo Martínez, del municipio San José de las Lajas, provincia Mayabeque.
GANADORES: (suscripciones gratis por un mes al servicio de preferencia de los vigentes en la carpeta de prestaciones por SMS de entuMovil)
– Isael Borges Rivero, del municipio Los Arabos, provincia Matanzas.
– César Luis Obregón Terry, del municipio Habana del Este, provincia La Habana.
– Osmany Mon Méndez, del municipio Centro Habana, provincia La Habana.