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Céspedes: hazañas y afanes

En los albores de los años noventa de la pasada centuria, las investigaciones relacionadas con la historia de la nación cubana se enriquecían cuando Eusebio Leal Spengler publicaba, bajo el título Carlos Manuel de Céspedes. El Diario Perdido, un documento de incuestionable trascendencia para entender las luchas libertarias de la patria a partir de 1868.

 

 

«Ahora, los estudiosos del Iniciador de nuestros Cien Años de Lucha –afirmaba la historiadora Hortensia Pichardo, en el prólogo a esa primera edición, publicada en 1992— han de recibir con emoción las páginas que contiene este Diario, dada la tenacidad investigativa y la vocación cespediana del Historiador de la Ciudad de La Habana…».

Desde entonces, han sido varias las ediciones aparecidas en la isla de esa obra, que ha permitido conocer, aclarar, entender, no solo la acción y el pensamiento del Padre de la Patria, sino también, el actuar de los protagonistas del proceso emancipador iniciado, el 10 de Octubre de 1868, en el ingenio La Demajagua.

En su quinta edición, corregida y aumentada, Carlos Manuel de Céspedes. El Diario Perdido (Ediciones Boloña, Publicaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Colección La Puerta Vieja, La Habana, 1998, 498 pp) incorpora nuevas páginas, con documentos inéditos y textos de referencia, que enriquecen la entrega.

Quien se acerque a esta obra encontrará la transcripción del Diario, de Carlos Manuel de Céspedes, cotejada según el manuscrito original, integrado por dos pequeños libros que abarcan desde el 25 de julio de 1873 hasta el 27 de febrero de 1874, fecha esta última de su muerte en San Lorenzo, al ser sorprendido por las tropas españolas.

Al preparar esta edición, Leal Spengler, además de publicar el Diario –del cual se ha extraviado la página que relata lo ocurrido entre el 23 y el 24 de noviembre de 1873–, incorpora otros documentos de invaluable trascendencia, para así entender el contexto histórico en que comenzó la lucha por la libertad de la isla del yugo colonial español.

La letra del Himno Republicano, escrito por Céspedes, es uno de los materiales incluidos, junto al expediente docente del prócer –con información de su vida intelectual y una síntesis de su genealogía familiar–, a una cronología de su acción y a dos cartas enviadas en 1894  por su viuda –Ana de Quesada– a Manuel Sanguily y la respuesta a una de esas misivas.

Complementa igualmente el volumen, las palabras que el ensayista y narrador Abel Prieto, entonces Ministro de Cultura, pronunció al presentar la primera edición cubana de tan significativo documento, publicada en 1992, año en que se recordaba el ciento dieciocho aniversario de la muerte del insigne patriota.

Esclarecedor resulta el ensayo introductorio a esta obra, muestra evidente de la profunda, exhaustiva y minuciosa labor investigativa levada a cabo por Eusebio Leal Spengler, texto en que se analiza el accionar de tan paradigmática figura del devenir de la patria. He aquí algunas de esas interesantes reflexiones:

(…) él llegó a la serena e íntima convicción de que la Revolución reclamaría el último aliento de su vida, en las misivas escritas a su esposa, que ansiosamente le espera lejos de la Patria, y en sus anotaciones en el Diario, patentiza, sin acento fatal ni desesperanzado, el sentimiento de la utilidad de su sacrificio: «…que mis huesos reposen al lado de los de mis padres, en esta tierra querida de Cuba, después de haber servido a mi patria hasta el día postrero de mi vida».

Él sabe que escribe para las generaciones futuras, aunque como todo hombre racional se rebele y quiera apartar de sí la visión de ese Gólgota. El verdadero valor no está en inclinar la cerviz a lo inevitable, está en asumir su utilidad a una causa justa; no otra es la verdadera cualidad de la condición humana.

(…)

El autor del Diario fue absoluto en algunas valoraciones individuales; pero el margen de error es mínimo. Sólo contados individuos de los por él analizados en la complejidad o simpleza de sus caracteres, tuvieron la oportunidad de sobrevivir muchos años y ocupar el lugar que, por actos posteriores, le correspondiera legítimamente en la historia. Nos causa asombro que haya visto rasgos de conducta imperceptibles incluso para sus más íntimos amigos y compañeros.

De monumental puede calificarse la labor de rescate, conservación y atesoramiento –tanto del Centro Histórico de la capital cubana como del patrimonio material e inmaterial de toda la nación– desarrollada por Eusebio Leal Spengler (La Habana, 1942-2020), quien, por más de medio siglo, se desempeño como Historiador de la Ciudad de La Habana.

Autor de una amplia y sólida bibliografía relacionada con temas históricos y culturales, entre sus libros publicados –fuentes permanentes de enriquecedor conocimiento– aparecen Regresar en el tiempo, Fiñes, Fundada esperanza, La luz sobre el espejo, Detén el paso caminante, Patria amada y Verba Volant.

«Hace semanas terminé de leer tu magnífico ensayo sobre el Diario de Céspedes –escribía el maestro Cintio Vitier, en carta a Leal Spengler–, que me ha enseñado y conmovido mucho. Tienes lo cubano, la emoción patria, en la punta de los dedos, y de inmediato comunicas esa electricidad espiritual de nuestra familia deslumbrante».

Carlos Manuel de Céspedes. El Diario Perdido es un sólido y enriquecedor aporte a la historiografía cubana. Obra de insustituible examen, estudio, reflexión, para entender las hazañas y los afanes de un hombre por transformar la historia de la patria sojuzgada, convencido de que «Cuba no sólo tiene que ser libre, sino que no puede ya volver a ser esclava».

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