Por Angélica Paredes / Presidencia de Cuba
Cuentan que el tercer día de octubre de 1965 cientos de miles de cubanos permanecieron aferrados a su radio escuchando las palabras del líder de la Revolución cubana.
Con su uniforme de campaña Fidel Castro se paró ante el podio ubicado en el entonces Teatro Chaplin, hoy Karl Marx, en La Habana. Se celebraba allí el acto solemne donde quedaba constituido el Primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Pero cuando Fidel dio a conocer cómo quedaba integrada la máxima dirección de la organización de vanguardia de la Revolución, faltaba alguien que por derecho propio merecía pertenecer al órganopartidista. Fue entonces cuando Fidel, con la voz firme, entrecortada a la vez,leyó la carta de despedida de Ernesto Che Guevara.
“Hay una ausencia en nuestro Comité Central-expresó Fidel- de quien posee todos los méritos y todas las virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer a él y que, sin embargo, no figura entre los miembros de nuestro Comité Central.”
Fidel estremeció al país con la lectura de la histórica misiva y sus palabras siguen apretando el corazón de millones de personas, cincuenta y cinco años después:
“Siento que ya he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…) luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti…”.
Durante la memorable jornada, donde también se creó el periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, las palabras del Che, en la voz de Fidel, convocaron a “luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura”.
La carta de despedida del Che marcó la memoria colectiva de millones de personas en el mundo. A los cubanos nos dejó valiosas lecciones; nos mostró que “hay lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”.
Para siempre, el Che será un hombre íntegro que nos sigue abrazando con fervor revolucionario. Y durante todos estos años, su espíritu guerrillero, con sus innumerables virtudes, ha estado presenteocupando su lugar de combate dentro de la militancia partidista, con la certeza profunda de que “en una Revolución se triunfa o se muere si es verdadera”.
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Noche de decisiones trascendentales