La noche del 3 de octubre de 1965 estuvo colmada de emociones. Fidel anunció la creación del Comité Central del Partido donde, subrayó, «no hay episodio heroico en la historia de nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil— heroica o creadora que no esté representada; no hay sector revolucionario, social, que no esté representado. No hablo de organizaciones. Cuando hablo de sector hablo de obreros, hablo de jóvenes, hablo de campesinos, hablo de nuestras organizaciones de masa».
Otro gran momento fue cuando el Comandante en Jefe consultó con los presentes el nombre que debía llevar ese partido, y la respuesta que estremeció el salón fue ¡Comunista!
Esa organización era la digna continuadora de aquellos primeros luchadores que en 1925 crearon el primer partido marxista leninista de Cuba, los que combatieron en las filas del Partido Unión Revolucionaria y el Partido Socialista Popular; era el resultado de la unión de las tres organizaciones fundamentales que habían enfrentado al costo de numerosos héroes mártires, la dictadura de Fulgencio Batista; era un paso superior a las Organizaciones Revolucionarias Integradas, al Partido Unido de la Revolución Socialista; era el nombre que encarnaba el desarrollo de la organización, de la conciencia revolucionaria de sus miembros y de los objetivos del proceso revolucionario cubano. Comunistas, dijo Fidel, la manera más honrosa que pueden llamarnos.
Otro paso trascendental se adoptó aquella noche: la fusión de los periódicos existentes en un solo órgano carácter político matutino, que llevaría el nombre de Granma “ símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”
Y un hecho que conmovió aun más a los presentes y a todo el pueblo fue la explicación del por qué no se encontraba allí, como miembro del Comité Central alguien que tenía todos los méritos y todas las virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer a él: El Comandante Ernesto Che Guevara.
Fidel leyó la carta de despedida del Che, en el que este señalaba: “Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos”
Y agregaba: «Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor: aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… Y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que esté: esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura».
«Digo una vez más – recalcó-que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo y que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución, y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse”.
La frase «Hasta la victoria siempre” con la que concluyó su carta el Guerrillero Heroico se convirtió en divisa de todos los revolucionarios cubanos.
El Comandante en Jefe resumió así la significación del 3 de octubre de 1965: “Una nueva época surge por entero en la historia de nuestro país, una forma distinta de sociedad, un sistema distinto de gobierno; el gobierno de un partido, del partido de los trabajadores, integrado por los mejores trabajadores, formado con la participación plena de las masas, para poder decir con toda justificación y con toda razón que es la vanguardia de los trabajadores y que es la representación de los trabajadores en nuestra democracia obrera y revolucionaria.”
“Y será -anticipando lo que ocurriría a partir de ese momento en todo el país – mil veces más democrática que la democracia burguesa, porque marcharemos hacia formas administrativas y políticas que implicarán la constante participación, en los problemas de la sociedad, de las masas, a través de los organismos idóneos, a través del Partido, en todos los niveles. E iremos desarrollando esas formas nuevas como solo una revolución puede hacerlo, e iremos creando la conciencia y los hábitos de esas nuevas formas. Y no nos detendremos, no se detendrá nuestro pueblo hasta haber alcanzado sus objetivos finales”.
Una nueva época surge por entero en la historia de nuestro país, una forma distinta de sociedad, un sistema distinto de gobierno; el gobierno de un partido, del partido de los trabajadores, integrado por los mejores trabajadores, formado con la participación plena de las masas, para poder decir con toda justificación y con toda razón que es la vanguardia de los trabajadores y que es la representación de los trabajadores en nuestra democracia obrera y revolucionaria. Y será mil veces más democrática que la democracia burguesa, porque marcharemos hacia formas administrativas y políticas que implicarán la constante participación, en los problemas de la sociedad, de las masas, a través de los organismos idóneos, a través del Partido, en todos los niveles. E iremos desarrollando esas formas nuevas como solo una revolución puede hacerlo, e iremos creando la conciencia y los hábitos de esas nuevas formas. Y no nos detendremos, no se detendrá nuestro pueblo hasta haber alcanzado sus objetivos finales.”