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¿Quiénes aportan?: una mirada al comportamiento del empleo en Cuba

Antes de la pandemia, caminar por las calles cubanas a cualquier hora del día y ver a numerosas personas haciendo uso del transporte público, en las tiendas, o simplemente en sus casas, era bastante común. Una multitud que no a pocos les ha hecho pensar alguna vez que, lamentablemente, en la mayor de las Antillas no trabajan todos los que deberían.
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Al cierre de 2019, en un país con poco más de 11 millones de habitantes, cerca de dos millones 689 mil personas en edad laboral no estaban consideradas como desocupadas ni ocupadas en la economía, según cifras del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).

Reconocidas como Población No Económicamente Activa (PNEA), en esta categoría se incluyen estudiantes, amas de casa, dedicados a los quehaceres del hogar, incapacitados, jubilados, inactivos (personas que no tienen un trabajo ni tampoco lo buscan) y otros (reclusos que no trabajan, pensionados, en el exterior, etc.

Datos recogidos en el balance de recursos laborales (2009-2018) y cifras actualizadas del pasado calendario, expresan que la relación entre la cantidad de habitantes y los recursos laborales –entiéndase como la suma de la Población Económicamente Activa (PEA) y la PNEA- se mantuvo estable, aunque no muy superior al 60 por ciento.

Tales estadísticas revelan que Cuba puede contar para su desarrollo socioeconómico con poco más de la mitad de sus ciudadanos, en un país caracterizado por un elevado envejecimiento poblacional y disminución de la natalidad.

A dicha situación se suma el hecho de que desde 2013, la cifra de PNEA supera los dos millones de habitantes. En 2017, por ejemplo, cuando se alcanzó el número más elevado de personas que no estaban consideradas como desocupadas ni ocupadas en la economía durante el período analizado, esta representó el 38 por ciento de los recursos laborales del país.

No fue hasta el 2018 que la cifra de este segmento mostró un ligero descenso, comportamiento que continuó en el año siguiente.

La existencia de un mercado laboral poco atractivo, con salarios no del todo estimulantes, sumado a factores arraigados en la cultura popular, son algunos de los elementos que pudieran incidir en ello, un aspecto no suficientemente investigado.

 

 

Al analizar de manera independiente cada uno de los indicadores que integran la PNEA se puede observar que los quehaceres del hogar sobrepasan de manera considerable al resto, e incluso muestra un comportamiento ascendente.

En esta condición pueden incluirse: madres que prefieren cuidar a sus hijos hasta que estos ingresen a la escuela, mujeres a las que su pareja las sustentan económicamente, personas que tienen a su cargo a adultos mayores, que viven de remesas, o perciben ingresos por actividades no autorizadas o no declaradas.

 

En el caso de los estudiantes, aunque desde 2009 tienen derecho a emplearse mientras estudian en el curso regular diurno (nivel superior), Jesús Otamendiz Campos, director de Empleo del MTSS, explicó a la ACN que la ocupación por ellos es muy baja.

Señaló que en los últimos tiempos se ha realizado un esfuerzo para que se incorporen más a la vida laboral mientras acuden a las aulas -previsto en el Código de Trabajo-, pero persisten entidades en las que no se favorece esta alternativa, así como familiares de estudiantes que no lo ven como una opción, debido a la existencia de prejuicios sobre el tema.

Desde hace 11 años se extendió la edad de jubilación (hasta 60 para las mujeres y 65 años para los hombres), lo cual retrasó el impacto del envejecimiento poblacional que sufre el país en la economía; sin embargo, al analizar esta categoría –que incluye también a incapacitados- muestra un comportamiento ascendente, lo cual se corresponde con el hecho de que alrededor del 20 por ciento de los cubanos ya sobrepasan las seis décadas de vida.

 

 

La situación con los que no tienen un trabajo ni tampoco lo buscan es algo a lo que hay que prestar atención: desde el 2009 hasta el 2017 la cifra no solo aumentó paulatinamente, sino que se triplicó, teniendo su punto más alto en 2015. En el 2019 disminuyó en comparación al año precedente en 17 mil 200 personas.

Si se toma en cuenta la relación entre la cantidad de ocupados en la economía nacional- tanto en el sector privado como en el estatal- y la PNEA, se puede observar que la diferencia, hasta el 2018 se hacía cada vez más corta, lo cual significó una disminución de los empleados en la economía.

Contar con menos ocupados, especialmente en el sector estatal, que es fundamental para el desarrollo del país y agrupa la mayor cantidad de asalariados, significó una sobrecarga para quienes ejercían su trabajo. En muchas ocasiones estos debieron asumir funciones extras para hacer frente a la falta de completamiento de las plantillas, un tema al que se le da un constante seguimiento.

Aunque el sector no estatal muestra un crecimiento continuo, pudo estar condicionado por la migración de personas desde centros productivos en busca de mejoras salariales, y no por la incorporación de la PNEA.

Si se tiene en cuenta la cantidad de cubanos que viven en el país y la cifra de ocupados, se advierte que cada trabajador labora por él y 1,5 personas de la sociedad.

No obstante, resulta interesante que en el 2019, año en que se incrementaron los salarios en el sector presupuestado y se aprobaron importantes medidas económicas, disminuyó la PNEA, con una baja de las cuantías de individuos que se dedican a quehaceres del hogar, de los incapacitados y jubilados y de los inactivos, no ocurriendo lo mismo con la categoría “otros” (reclusos que no trabajan, pensionados y en el exterior, entre otros).

El informe al balance anual correspondiente al 2019 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social expresaba que las medidas adoptadas para fortalecer la economía, entre ellas el incremento salarial y la eliminación de subsidios indebidos y gratuidades excesivas, deben contribuir a la disminución paulatina de este grupo de personas, unido al perfeccionamiento que demanda la estadística a partir de la política migratoria.

Lo complejo del tema es que, en una sociedad con Educación y Salud gratuitas para todos, con numerosos productos y servicios subsidiados por el Estado, quienes no trabajan no solo logran, de alguna manera, suplir sus necesidades básicas, sino que reciben los mismos beneficios que quienes sí aportan a la nación.

 

 

Algunos utilizan la excusa de que no hay trabajo, sin embargo, la tasa de desocupados desde 2017 es de 1,7 por ciento; y en 2019 descendió a 1,2 por ciento, lo cual es considerado como pleno empleo. (Este indicador mide a la población en edad laboral que estando apta física y mentalmente para el trabajo no tienen establecido vínculo laboral alguno, pero se encuentran dispuestos a hacerlo y han tomado medidas concretas para buscar un puesto).

La Constitución de la República reconoce que el trabajo constituye un derecho y un deber social, y la remuneración por él “debe ser la fuente principal de ingresos que sustenta condiciones de vida dignas, permite elevar el bienestar material y espiritual y la realización de los proyectos individuales, colectivos y sociales”.

A pesar de los esfuerzos, no insertarse en el mercado laboral constituye una alternativa para quien no teme ser desalojado por deber la renta (como ocurre en otros países del mundo), para quien recibe mensualmente una canasta familiar normada (reducida, pero segura), y para quien no debe preocuparse por pagar una cirugía o el coste de la universidad, por ejemplo.

Es una opción, porque a pesar de las medidas para incrementar el control, “resolver, luchar, inventar” es una forma de vida que facilita a muchos poner un plato de comida a diario en la mesa y hasta permitirse un viaje o un fin de semana en un hotel. Y lo seguirá siendo mientras trabajar no sea una necesidad, camino en el que deben dirigirse los futuros pasos de Cuba.

 

Cobrar servicios como la Salud y la Educación o eliminar la libreta de abastecimientos, como sugieren algunos, no erradicaría el problema; la cuestión está en encontrar el equilibrio justo entre mantener las conquistas de la Revolución, no dejar desprotegido a ningún ciudadano y lograr que todos vivan de su aporte real a la economía del país. (Tomado de ACN)

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