Este 28 de septiembre, desde el confinamiento en nuestros hogares para evitar la propagación de la Covid-19, los cubanos celebramos el aniversario 60 de la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución. Y lo haremos al ritmo del contagioso tema titulado Siembra, especialmente compuesto para esta ocasión por el destacado músico Arnaldo Rodríguez Romero, también cantante, compositor, arreglista y director de su banda Talismán.
“Acabamos de estrenar —dijo— esa canción también fruto de este tiempo de pandemia y cuarentena en casa, el cual he aprovechado para crear y terminar otras producciones discográficas para la Egrem. Se trata de los CDs Instrumentales Talismán y Habana mambo, respectivamente”.
Por sus disimiles aportes al enriquecimiento espiritual del pueblo en esta época de necesario aislamiento social, el emprendedor artista no ha dejado de ser noticia recurrente. “A pesar de que nos hemos visto obligados a reorganizar todo el trabajo por el nuevo coronavirus, no hemos parado de crear y grabar música. La canción al Primero de Mayo tuvo amplio impacto y fue reconocida incluso internacionalmente, así que estamos contentos”, enfatizó Arnaldo, quien este 26 de septiembre celebró su cumpleaños.
Esa canción fue destacada por la revista semanal norteamericana Billboard —una de las más antiguas del mundo especializada en información sobre la industria musical—, la cual apuntó que “Arnaldo Rodríguez la grabó en un estudio en La Habana con un grupo que incluye congas y músicos sinfónicos protegidos con máscaras faciales”, en tanto subrayó el sentido épico y solidario que trasmite en mensaje de esta canción.
Vivaracho, conversador y extraordinariamente sencillo, Arnaldo siempre ha desplazado sus intereses individuales ante cualquier tarea que se le solicite en beneficio de la espiritualidad de los insulares. De ahí sus recurrentes aportes musicales, junto a su entusiasta “tropa” para engalanar numerosas efemérides de la Revolución, amén de sus estruendosas presentaciones, que aglutinan a multitudes, como una de las últimas que realizó el pasado 28 de enero, en el Centro Cultural Palacio de los Torcedores, para celebrar los aniversarios del nacimiento de José Martí y de la fundación de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), respectivamente.
En tal sentido dijo que esa cooperación, que nada tiene que ver con fines “propagandísticos”, está en correspondencia con el mucho trabajo que ha pasado en su vida, sobre todo en los tiempos de la niñez y la adolescencia, en su natal pueblo de Ceballos, en Ciego de Ávila.
Allí se incorporó al Movimiento de Artistas Aficionados cuando era estudiante de la enseñanza primaria, destacándose como cantante, interés que más tarde, cuando concluyó el noveno grado le permitió —pruebas de aptitud mediante— matricular, con la edad de 13 años, en la escuela de instructores de arte de Jiguaní, Granma, a medio millar de kilómetros de su hogar.
De aquel acontecimiento ha dicho que fue su “primer acercamiento al mundo académico; cambió mi percepción de la música, mis gustos, reconocía las cosas de calidad. Fue también el momento duro de verme lejos de casa –era apenas un niño y muy ingenuo—, lejos de mis padres, solo los veía dos veces al año, esto me obligó a madurar como adolescente y enfrentar los problemas y vicisitudes prácticamente solo. Creo que esta etapa me hizo ‘endurecer’ mi carácter, pues solía ser un poquito mala cabeza. Permanecí dos años allá pues, me expulsaron por indisciplinas y la rebeldía típica de la adolescencia. Estuve tres meses sin estudiar hasta que me ubicaron en la Escuela Nacional de Instructores de Arte (Enia)”.
En este centro tuvo como profesor a Carlos del Puerto (bajo eléctrico), uno de los fundadores en el año 1973, junto con Chucho Valdés, del grupo Irakere, emblema de la música popular cubana y del Jazz Latino. “Como maestro me ayudó mucho. Decía que podía obtener muchos éxitos con la ejecución de este instrumento y me insistió en que continuara estudios en la Escuela Nacional de Arte (ENA), la que para mí era la meca musical, el sueño realizado”.
De tal modo, con más sueños que solvencias económicas, en el curso 1995-1996, Arnaldo concluyó sus estudios en la Escuela Nacional de Arte. “Estábamos en pleno período especial —recuerda—, mis amigos se marchaban de Cuba en busca de mejorar su economía, yo estuve a punto de marcharme también. Pero ya en esa época tomaba decisiones sólidas y desde muy joven decidí que mi vida la haría en la patria. Mis padres me ayudaban económicamente, y me daban lo que podían. Eso deja huellas”.
Esa humildad y carácter campechano formado en el seno de su familia en Ceballos, ha acompañado a Arnaldo en toda su carrera como artista y como ser humano. Así lo confirma en su cuenta de Facebook cuando hace pocos días narró una anécdota sobre una cola que hizo para comprar pan: «A pesar de que la gente con su excesiva amabilidad insiste en que yo no haga la cola, y unos dicen: ´pase usted primero´, otro dice ´Arnaldo, ven pa´cá adelante´ otro ´na, ese no es Arnaldo, ná´. Créanme mi gente, que se me cae la cara de vergüenza si tengo que pasar por encima del tiempo que han empleado en esperar su turno».
«No se preocupen —agregó—, yo me divierto. Escucho lo cierto y también lo inexacto que habla la gente y las jaranas de siempre del cubano. Pero si ´rica´ estaba la cola, más rico es el pan con aguacate que me voy a preparar ahora!!!! Cómo hacía en mi infancia allá en Ceballos».
Y a su pregunta, natural y jocosa, de «¿Y a quién no le gusta el pan con aguacate?», respondieron numerosos de sus seguidores que igualmente elogiaron la sabrosa receta campesina.
En otro momento más reciente, también tomamos de su perfil de Facebook unas palabras que ilustran su gratitud por el amparo que el Ministerio de Cultura hace a los artistas en estos difíciles tiempos de la Covid-19: «Para todos resulta una enorme alegría, satisfacción y orgullo de ser artistas en Cuba y no quedar desamparados. No hemos sido abandonados. No hemos sido empujados al sálvese el que pueda».
En el extenso texto, “el mulato acelera´o”, como muchos le dicen, enfatiza: “Mientras leo y releo titulares y artículos de prensa internacionales sobre la enorme afectación de la Covid-19 a la industria de la música, no hago más que sumergirme en nuestra realidad. Este es un lamentable año en el que nos hemos visto obligados a cancelar conciertos, giras, festivales y múltiples actividades con la consecuente pérdida de millones de pesos y recursos financieros. No solo para los protagonistas del hecho artístico (los artistas) sino también para la maquinaria institucional que mueve la economía de la cultura y respalda nuestras proyecciones artísticas. Todo ello en virtud de salvar nuestro más preciado tesoro: La vida humana”.
Al reconocer el beneficio que a este sector le ofrece la Revolución Cubana ante las fatídicas consecuencias de la pandemia, añadió: “No hemos sido empujados al ´sálvese el que pueda´ que se observa en numerosos países. No hemos sido víctimas de la ignominia y la insensibilidad a las cuales han sido expuestos relevantes intelectuales alrededor del mundo entero. Voces que intentan convencer a sus gobiernos de que la cultura ´no es algo inferior´, ´sin importancia vital´, ´que no es cosa de gente que vive en las nubes´. No, en Cuba no es necesario hacerlo pues justamente de su gobierno emanan las principales políticas sociales, educativas y culturales de la nación”.
Al respecto, el asimismo dirigente sindical de base y miembro del Consejo Nacional de la CTC ha dicho que en esta época es imposible “crear una obra musical y no abordar la situación que vive el mundo en su lucha contra la Covid-19 y especialmente Cuba. Con una situación económica compleja por décadas de bloqueo y sanciones económicas y que es capaz, en medio de todo, de priorizar la salud de su gente, y no solo eso, estrechar la mano de la solidaridad a otros países. Por eso en la canción se habla de altruismo, solidaridad y coraje.”
Sobre los proyectos futuros con su banda, que el pasado 11 de junio arribó a sus 18 años de fundada, aseguró que ya están preparados dos temas musicales de su nuevo disco Tierra a la vista, previstos para el venidero año. “Y seguiremos trabajando en lo que concierne a producciones discográficas, siempre bajo el sello de nuestra casa Egrem, que tan amablemente nos acogió desde un inicio”.
Exigente del uso de nasobuco y de las medidas higiénicas y sanitarias entre sus familiares y los músicos que le acompañan, Arnaldo se siente satisfecho de la vida, de su querida esposa Baby, también músico, a la que conoció cuando ambos estaban en el Círculo infantil de Ceballos y con la que ha formado una hermosa familia junto con sus hijos. Y también está orgulloso y contento por “haber creado una obra musical en constante interacción y reconocimiento con el público, cuya sonoridad y estilo personales nos distinguen en el contexto sonoro de Cuba”.