Icono del sitio Trabajadores

Con Filo: A todo no se acostumbra uno

A veces es posible que escuchemos a alguien decir que a todo uno se acostumbra, para justificar el conformismo ante cualquier situación difícil.

En estos tiempos tan excepcionales que nos ha tocado vivir, en medio de esta epidemia de la COVID-19 que ha cambiado muchas de nuestras rutinas y nos obliga a tomar medidas de extrema precaución, acostumbrarnos no sería, de ninguna manera, una solución.

 

 

Nadie esperaría ni querríamos que fuera costumbre lo que hoy es necesidad. No lo son las restricciones en nuestros movimientos, ni el alejamiento de amistades y familiares, ni el empleo de medios para protegernos de un posible contagio del virus SARS-Cov-2.

Tenemos que adoptar esas y otras medias, y hacerlo con todo el rigor que llevan, precisamente, para que vuelva, y lo más pronto posible, lo verdaderamente acostumbrado, o algo mejor incluso que lo que teníamos, y tal vez no valorábamos lo suficiente, porque lo dábamos por sentado.

Por supuesto que hay aportes al modo de actuar, trabajar y hasta de pensar, que quedarán como resultado de este periodo tan duro de enfrentamiento al nuevo coronavirus.

Pero no debe ser una aceptación acrítica por el solo hecho de que se vuelva costumbre, sino porque la práctica cotidiana muestre el valor de esas formas diferentes de organizarnos en función de resolver múltiples problemáticas sociales.

La filosofía de no renunciar, incluso en medio de tan difíciles condiciones, a programas de desarrollo y propósitos sociales que hemos construido y consensuado en colectivo durante la última década, apunta hacia esa necesidad de no acostumbrarnos nunca a aquello que debemos y podemos hacer mejor.

No quiere decir esto tampoco que debamos desesperarnos. Porque efectivamente, hoy debemos procurar una comprensión cabal de las urgencias y peligros de este momento, y sin dudas hay muchos aplazamientos, circunstancias difíciles e incomodidades que debemos saber sobrellevar, con la mayor disciplina posible, y sobre todo con una actitud de colaborar, de comprender la gravedad de las circunstancias y convertirnos no en parte del problema, sino de su solución.

Pero nunca nos acostumbremos a lo que nos limita o coarta de una existencia plena. Al contrario, la idea es que incluso en esta coyuntura extrema, busquemos vías para perfeccionar nuestra labor, responder más rápido y mejor a las demandas de la población, y hasta para hallar soluciones a mediano y largo plazo que no habíamos previsto antes.

Ahora que la COVID-19 nos obliga a asumir tareas y modificar nuestra conducta en muchos campos de la vida, desde el modo en que nos relacionamos con las otras personas, y hasta en la manera de trabajar o interactuar en nuestros hogares y comunidades, es bueno e imprescindible mantener la calma, adaptarnos a las condiciones adversas, y extraer las mejores lecciones para seguir adelante, pero sin que nos resignemos a nada que nos disminuya o nos cause pesar y contrariedad como individuos o como sociedad.

Porque a todo, todo, todo, uno no tiene por qué acostumbrarse nunca.

 

Compartir...
Salir de la versión móvil