No ha amanecido. Apenas se levantan algunos madrugadores, pero ya se siente el ajetreo en la unidad comercial Servicentro Oro Negro Sputnik, ubicado en la cabecera provincial de Camagüey. Dentro de algunas horas comenzarán a vender pollo. Los paquetes se cuentan por varios de los trabajadores de la unidad, pero ojos cuestionadores supervisan el proceso.
Afuera otros ojos ya han recorrido parques, paradas, portales cercanos para comprobar que nadie desobedeció la restricción de movimiento instaurada en la ciudad y no hay colas armadas o coleros estacionados.
Esos veladores se llaman Claro, Nancy, Arianny, Orlando, Leydiana, María del Carmen, Leonardo y Marcos. Son algunos de los cientos de agramontinos que forman parte de los Destacamentos de Vigilancia Revolucionaria, brigadas creadas para evitar las ventas de turnos de colas, el acaparamiento de productos esenciales y otras ilegalidades que se generaban en las colas.
El cambio
Hace casi dos meses fueron diseñados estos equipos que apoyarían el trabajo del Ministerio del Interior en el enfrentamiento a las indisciplinas sociales. En un primer momento se ubicaron en 22 unidades de las tiendas recaudadoras de divisas, en 18 establecimientos de la Corporación Cimex y en bancos de la capital provincial.
Esta iniciativa es algo que agradece Ernesto Morales Díaz, administrador de la unidad comercial, porque como explica “antes de que existiera este grupo había mucho reguero, siempre eran los mismos los que compraban y hasta una vez terminé en una estación policial por cuenta de un colero.
“Cada vez que abastecían, en el parque cercano se aglomeraban revendedores de turnos y coleros. Dormían ahí esperando a que nos llegara mercancía y luego vendían el turno a tres CUC. Así que fue una bendición que pusieran a esta brigada porque de inmediato se eliminaron todos esos grupos.
“Hasta ahora solo buenas opiniones es lo que se escucha sobre el trabajo que hacen, porque gracias a ellos, luego de bastante tiempo son muchos los que pueden comprar. Incluso nosotros nos hemos percatado de que no son las mismas personas las que llegan hasta acá y el flujo de venta va mucho mejor”.
Tarea nueva
Leydiana Linares Linares es cuadro del Sindicato de Trabajadores Agropecuarios, Forestales y Tabacaleros. Todavía recuerda cuando la llamaron para las oficinas de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y la convocaron para pertenecer a los destacamentos.
“Nos dieron una preparación y nos abanderaron, cuenta. El primer día fue extraño, pero menos complejo de lo que creímos. Pudimos identificar las coleras y las denunciamos.
“El pueblo nos agradecía y era emocionante verlos cuando salían de la tienda diciendo coroné, que significa que al fin pudo comprar, o nos pedían que no nos fuéramos del área, porque, como decían algunos, los azules debíamos estar siempre. Como seres humanos eso es muy gratificante”.
A las cinco de la mañana llega a la tienda este grupo conformado por 11 personas; se reúnen, coordinan el trabajo y una vez concluido intercambian con los dependientes.
Dentro de la brigada cada uno tiene una función: está el que atiende la cola de los discapacitados, donantes de sangres y otros; el que escanea los documentos de identidad, el que higieniza las manos de los clientes, los que recogen el carné cada 50 personas.
Leydiana supervisa que se mantenga el orden, que no haya incidentes y que se respete todo. Solo lamenta aquel día en que una señora se dedicó a ofenderlos, a decirles corruptos solo porque, como está establecido, destruyeron la cola que ella había creado en la madrugada.
“Normalmente las personas nos tratan bien, explica, y no suceden cosas como esa. Esta ha sido la única vez que hemos tenido una situación así. Tuvimos que llamar a la policía, quienes se la llevaron, pero luego ella volvió alterada y de forma muy incorrecta. Así que se hizo una denuncia oficial y ahora está pendiente a juicio por desacato y atentando contra el equipo”.
Todos juntos
Nancy Díaz Santana es delegada de la circunscripción 11 del Consejo Popular América Latina y enfermera de profesión hace 58 años. Pero desde hace semanas forma parte de esta brigada del Sputnik.
El Gobierno la convocó y ella por supuesto dio el paso al frente y aunque su residencia queda cerca de la tienda, su compromiso, dice, es con la Revolución. “Las familias de nosotros no vienen a comprar aquí y aunque yo conozca a algunos se deben cumplir las normas.
“Por mi profesión me dieron a atender la cola de los impedidos y demás. Así con mi experiencia puedo detectar algún error y darle la prioridad al que lo necesite”.
Claro Coello Barrera es miembro de la Asociación de Combatientes y uno de los que más temprano llega. Él se encarga de comprobar que no se cometan ilegalidades en los alrededores. “Esto no es como el Escambray, pero debemos estar bien alertas de igual forma, porque los delitos son una enfermedad que hace mucho daño a la economía.
“Además, hay personas de todo tipo. Una vez me topé en otra tienda con una señora que la habíamos pasado el día anterior por tener una sonda puesta. Pero cuando le pregunté a los de la brigada de ese lugar me dijeron que ella estaba por donante de sangre, así que los puse en alerta”.
El trabajo pudiera ser más complejo si no contaran con la aplicación el portero, algo, que como dice Marcos Salazar Pérez, profesor del departamento de recursos informáticos de la Universidad de Camagüey, los ayuda mucho, ya que “la base de datos del programa es provincial y así evitamos que en una semana la misma persona compre más de una vez. Eso a veces la gente no lo entiende, pero es lo más correcto”.
El más joven del grupo es Leonardo Rodríguez Domínguez, quien tiene solo 18 y cursa el tercer año del técnico medio en construcción civil. En su CDR le hablaron de estos destacamentos y él enseguida se unió.
“Al principio no sabía cómo sería. El primer día no fue duro porque la gente nos respetó bastante, pero era algo raro y diferente, controlar a un montón de personas y aunque nos habían preparado, hay muchos tipos de personas”.
Cuando termina la venta ninguno vuelve a casa, prefieren ir a sus puestos de trabajo, hacer mandados, unirse a los compañeros en las prácticas preprofesionales o, como le toca a María del Carmen Matos Marín, otra de los miembros y dirigente sindical de la Empresa Pecuaria Triángulo 3, cumplir con las tareas que le indican y convocar a otros trabajadores para que se incorporen a esta tarea o a apoyar a los centros de aislamientos.
El Sputnik no ha sido solo el lugar donde han cuidado colas, en farmacias y mercados cercanos también brindan su apoyo, ya que “los azules son la garantía de que una cola marche bien”.