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Leonis, una historia de amor al béisbol (+Fotos)

Sus padres todavía lloran cuando relatan la historia de la tarde-noche del 11 de agosto del 2020 en que su hijo sufrió un accidente y perdió casi todos sus deditos de la mano izquierda, la misma que desde los seis años entraba en un guante de pelotero para defender a los equipos de béisbol infantil de Arroyo Naranjo.

 

Leonis Mesa, vestido de azul, recibe a Javier Méndez en su casa. Foto: Joel García

 

A solo unos días de darle el alta médica, Javier Méndez llegó hasta el reparto Mendoza del territorio, cumpliendo todos los protocolos sanitarios, para volver a conversar con quién él llamó desde el primer día que fue a verlo al hospital William Soler: “un Gigante de la perseverancia”.

Esta es también una historia de amor al béisbol, sin ficción y que conocieron decenas de personas a través de las redes sociales y ha posibilitado, gracias a la bondad y el cariño de muchos de ellos, especialmente de los jugadores retirados y en activo del equipo Industriales, devolverle la sonrisa y las ganas de luchar por la vida a Leonis Mesa.

 

Papá, discúlpame, ya no puedo jugar más pelota

El aviso demoró minutos. Solo dijeron que había sido un accidente. El niño de 13 años estaba en el taller particular donde trabaja su padre Yonis y una bola de hierro bien pesada le jugó una mala pasada y arruinó todo en fracciones de segundo. Sangre, dedos colgando, susto, gritos de su madre Yaimara, son solo las cosas que recuerdan hoy.

 

La familia de Leonis Mesa ha sido fundamental en su recuperación. Tanto sus padres como sus tíos. Foto: Joel García

 

Un vecino lo montó rápido en el carro, pero Yaimara logró interceptarlo y al preguntarle qué pasaba, Leonis solo atinó a mostrarle sus deditos desbaratados. “Mamá, no llores que me pones más nervioso, no llores…”, le decía intentando calmar a quien derramaba lágrimas de impotencia y dolor.

Al llegar al hospital, su papá Yonis y el tío Alexis ya estaban allí. Los gritos de Yaimara eran sin consuelo. Ella no tuvo el valor de entrar a la sala de urgencia, donde le vendaron la mano y el doctor Luis Barranco le dijo con total claridad al niño: “Vamos a tratar de salvarte lo más que podamos, pero los deditos que no se puedan salvar no importa, tú vas a ser fuerte…

“Solo en un momento lo vi llorar, cuando el médico salió para prepararlo todo y llevarlo al salón de operaciones. Me dijo: Papá, discúlpame por lo que hice, ya yo no puedo hacer más nada, ya no podré jugar más pelota”, rememora su principal guía y referencia en la vida, quien desde muy temprano lo llevaba al béisbol, en el cual primero jugó tercera y campo corto, y desde los 9 años pasó a la receptoría.

La primera visita al Gigante

Javier Méndez fue el primer pelotero que llegó al hospital William Soler a ver a Leonis una vez que se enteró del accidente. Foto: Facebook de Leonis Mesa.

Un vecino de la cuadra, Mario Vicente Cabrera, a través del perfil de Facebook de su sobrina, al día siguiente de lo sucedido escribió un post que al hacerlo solo pretendía darle ánimos al pequeño que siempre que lo veía salir, vestido con su uniforme, le decía: “hoy tienes que darla contra el muro”, en señal de que bateara cada día más largo.

Su tío Alexis compartió también el post de Mario y poco a poco, la noticia se viralizó en las redes sociales y numerosos peloteros, artistas, periodistas, entre otros, se sumaron al apoyo espiritual con un niño que parecía perder sus sueños de jugar un día en el estadio Latinoamericano.

A Javier Méndez le compartió ese post el actor Luis Alberto García. El 13 de agosto, el otrora jardinero central es quien primero lo visita en el centro hospitalario y aunque el niño no lo reconoció por el nasobuco y pensó que era un integrante de la peña deportiva de Industriales, poco después la cara de Leonis sufrió una transformación al descubrir de quién se trataba.

“La perseverancia es fundamental, y las ganas y deseos de triunfar, porque la vida nos pone a veces momentos difíciles que tenemos que vencer y no hay de otra, tenemos que brincar y triunfar. Yo tuve tres hepatitis en momentos de alto rendimiento, me lesioné en otros buenos momentos de mi carrera, pero seguí, seguí y llegué adonde me propuse y quería cuando era un niño como tú, de 13 años.

“Esto te va a dar más fuerza para ser más grande en el deporte y en la vida. Vas a ser un gigante”, y así se lo escribió en la pelota  que le regaló. “Te voy a decir siempre el Gigante de la perseverancia, de la lucha, de enfrentarse a las cosas difíciles en la vida”, le reiteró esa mañana en el hospital William Soler.

Tú te vas a poner de nuevo un guante

Lo subieron al salón sobre las 10 de la noche y salió cuatro horas más tarde. Aún con la anestesia puesta solo preguntó a su mamá cuántos dedos le habían quitado. La mano estaba vendada y solo a la mañana siguiente él pudo responderse con sus propios ojos la interrogante cuando le destaparon el vendaje.

 

Leonis no deja de pensar en volver a ponerse su guante, que descansa al lado de su cama. Foto: Joel García

 

Otra vez Leonis no lloró. Mandó a salir del cuarto a su mamá y solo con el doctor Barranco vivió esa primera impresión. La mirada fuerte escondía temores a ser rechazado por sus compañeros de equipo y escuela. Era lógico, un caso así no es común y más a una edad en que la adolescencia está floreciendo en cada acto, en cada sueño.

“No te preocupes,  yo voy a hacer hasta lo imposible, pero tú te vas a poner de nuevo un guante de pelota”, le ha reiterado una y otra vez el ortopédico Barranco, quien aconsejó a la familia multiplicar la comunicación y el ánimo a Leonis, sobre todo desde su gran pasión, el béisbol. De ahí que el apoyo brindado por Javier Méndez, Frank Camilo Morejón, Carlos Tabares, el equipo Industriales en pleno, Juan Padilla, entre otros, sea tan importante para Leonis en estos momentos.

Desde el punto de vista médico, Barranco pretende hacerle una reconstrucción en la mano para ver si se le puede estirar un poco más el dedo pulgar y al menos pueda hacer la pinza junto al meñique y así volver a usar el guante que reposa al lado de su cama. Hacia el futuro, algunos aficionados en el exterior quieren financiarle una prótesis que le sirva para empuñar el bate.

 

Leonis, Industriales y las sorpresas

Otra sorpresa para Leonis fue la visita de Carlos Tabares en el hospital. Foto: Facebook de Leonis Mesa.

Vestido con una camisa de Industriales, regalo de Juan Padilla, hablar con Leonis es hurgar en cuánto todavía nuestro deporte nacional puede inspirar a los niños. “Veo el fútbol, pero lo que me gusta de verdad es la pelota. Empecé jugando callejero aquí y desde los seis años me apuntaron en el Carini”, dice sonriendo delante de sus padres en la pequeña sala de su casa.

Admirador de Yolbert Sánchez y Yoasan Guillén, chocador de bola en todas las categorías sin ser jonronero, Leonis no dudó en pasar a la receptoría cuando se lo propusieron sus entrenadores en la categoría 9-10 años. “Desde entonces admiré más a Frank Camilo Morejón, con quien he tenido la oportunidad de conversar bastante después de mi accidente”.

No es de palabras sueltas, pero cuando mira al otrora director de Industriales sentado en la sala salta el recuerdo y batea de nuevo: “Cuando Javier fue al hospital me sorprendió, como también me sorprendió la visita después de Carlos Tabares, porque no tenía ni idea de que ellos sabían de mi problema y que iban a ir a verme”.

El equipo Industriales que juega la 60 Serie Nacional tuvo la iniciativa de ir al centro médico tres días después del accidente, pero las medidas establecidas por la Covid-19 eran bien estrictas. “Todos se quedaron abajo y no los dejaron subir al hospital, los vi desde la ventana. Cuando me dieron el alta fui al estadio Latinoamericano y allí sí pude saludarlos”.

Leonis había estado dos veces anteriores en la grama del Coloso del Cerro. “Primero fue en una Clínica que se hizo para los equipos infantiles y la otra cuando Jorge Enrique Alomá me entró para tirarme una foto con Alexander Mayeta. Pero esta vez fue diferente, todos me preguntaban cómo me sentía, me hacían reír y me dieron muchos consejos”.

Como buen estudiante de secundaria, Leonis sigue las teleclases hoy por la televisión, sale solo a las consultas que le tocan con el doctor Barranco y habla mucho por teléfono con sus amigos, quienes no han podido venir como equipo a su casa por las medidas impuestas por la pandemia. “Para mí, el mal momento ya pasó, solo pienso en recuperarme, volver a jugar y hacerme licenciado en Cultura Física”, precisa con una asombrosa madurez.

Celebraremos juntos

Javier y Leonis cumplen años el mismo mes. El distinguido 17 de la tropa azul lo hace el 22 de abril; en tanto el Gigante de la perseverancia el 10. “Vamos a celebrar juntos el próximo año. Habrá muchas razones para hacerlo. Has podido conocer por estos días a peloteros que tuvieron accidentes también como Padilla y sin embargo, ahí está, juega, batea, fildea y es un ejemplo para todos”, le explica el jardinero central que no recordaba haber estado muy cerca de esa casa cuando los festejos del título de Industriales en 1986, hasta que un vecino se lo recordó con fotos.

 

Javier Méndez bautizó a Leonis como un gigante de la perseverancia. Foto: Joel García

 

Javier vuelve a la carga con el aliento y la inspiración, Le habla del lanzador estadounidense Jim Abbott, quien nació sin una mano, pero a fuerza de esfuerzo, sacrificio y tenacidad se impuso incluso en el béisbol de las Grandes Ligas. “El dolor de tus padres, de tu familia, de tus vecinos y de todos los que conocimos el hecho se recompensa ahora con lo que estás haciendo, luchando por la vida, amando más al béisbol”.

Leonis se despide. Sus ojos por encima del nasobuco dejan ver agradecimiento y fuerza. Le pide una última cosa a Javier. “Cuando vuelva a jugar quiero que me vayas a ver…” Y la seguridad de hacerlo estremeció el corazón de todos.

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