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Brazos voluntarios, corazones sensibles (+ Fotos)

Arián Daniel junto a la licenciada Elena al iniciar el proceso de plasmaféresis. Foto: Agustín Borrego Torres

Arián Daniel junto a la licenciada Elena al iniciar el proceso de plasmaféresis. Foto: Agustín Borrego Torres

Provienen de los lugares más distantes de La Habana, dispuestos a ofrecer de manera voluntaria un componente esencial del organismo humano y decisivo en la atención de pacientes graves con la COVID-19: el plasma hiperinmune.

Milaidys Rodríguez Hernández: “Nos hacen falta más brazos para contribuir con estos tratamientos y protocolos que hoy son de primera línea”. Foto: Agustín Borrego

Para la directora del Banco de Sangre del municipio de Diez de Oc­tubre, Milaidys Rodríguez Hernán­dez, es un orgullo que su institución sea la única en la capital selecciona­da con este objetivo. Una vez que se confeccionaron los protocolos de actuación —explicó— se tomaron to­das las medidas para recibir a pacien­tes recuperados de la enfermedad. El 16 de abril comenzamos a realizar la plasmaféresis de los primeros casos, que es el proceso de separación del plasma de los glóbulos rojos.

“Este plasma es rico en anticuer­pos, necesarios en aquellas personas cuyos sistemas inmunológicos no lo­graron desarrollarlos frente al virus SARS-CoV-2, de ahí que a los enfer­mos graves se les haga una transfu­sión para evitar que evolucionen des­favorablemente y pasen a un estadio crítico”.

Personal médico especializado

Desde muy temprano todo se prepara en el Banco de Sangre para acoger a los pacientes que cada día acuden a donar el plasma hiperinmune. Previa coordinación, un transporte los reco­ge en sus lugares de residencia y, una vez en el centro, se les hace un che­queo para ver si mantienen los indi­cadores de salud requeridos, afirmó el doctor Luis Alberto Marrero Sar­diñas, quien los atiende en primera instancia.

La institución ha establecido re­laciones con las áreas de salud de los 15 municipios de la capital a fin de conocer y contactar con los posibles donantes, es decir, personas que ha­yan resultado positivas al virus, que estén de alta y dispuestos a donar su plasma.

Allí, justo en una pequeña sala, luego del examen médico, Elena Blanco Torres, licenciada en Medi­cina Transfusional y Técnica en La­boratorio Clínico, se encarga de la extracción de este importante líquido de color amarillo y no rojo, como se pudiera pensar.

“Es algo parecido a la plasmafé­resis normal (extracción del plasma que se emplea en la industria médi­co-farmacéutica). Lo único que la diferencia es que ahora al donante se le extraen 600 ml de sangre, en dos ciclos de 300 ml cada uno, que es la cantidad que se transfunde a los pa­cientes hospitalizados.

“¿La relación con los donantes?, ha sido maravillosa, les damos mucho apoyo y les hablo de la importancia que esto representa para salvar vi­das. Me siento contenta de estar pres­tando mis servicios en este Banco de Sangre, pues pertenezco desde hace 35 años al de Guanabacoa”.

Solo hay que observar unos mi­nutos a esta mujer en plena faena para comprender que ama su profe­sión. Sonriente recibe a cada persona, es complaciente y, en apenas instan­tes —casi ni lo perciben—, ya ha co­nectado el brazo del donante a la má­quina que extrae el plasma. “Hoy veo sucesos que no imaginé. ¿Quién iba a pensar que este plasma hiperinmune iba a influir en la recuperación de los seres humanos afectados por el nuevo coronavirus?”.

Precisó que las personas recupe­radas pueden donar cuatro veces al mes, luego descansar un período de 30 días y después someterse de nue­vo al proceso. “Hasta ahora todos me han respondido maravillosamente”, enfatizó Elena con satisfacción y con­sideró de muy alta estima tales acti­tudes.

“Si donar sangre y plasma en condiciones normales (para la fabri­cación de medicamentos y otros usos) es un gesto noble, el hecho de que sean pacientes recuperados de una enfermedad tan compleja como la COVID-19 les otorga un valor espe­cial. Muchos han sido asintomáticos, pero otros quizás han estado en el umbral de la muerte”, aseveró el doc­tor Marrero.

Donantes

Algunos llegan la primera vez con la incertidumbre y el nerviosismo de quienes desconocen el proceso al cual van a someterse. Otros, como Carlos Borges, de 39 años, y trabajador de la Agencia Transitaria Palco; y Arián Daniel Rodríguez, de 28 años, e inge­niero en la Universidad de Ciencias Informáticas, lo han hecho más de cuatro veces.

 

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Desde un principio Borges sintió síntomas, permaneció ingresado en el Hospital Militar Doctor Luis Díaz Soto (Naval) durante 15 días y sin­tió muy de cerca el peligro. “Ahora se han intensificado los casos, están dispersos por toda la capital, de ahí la importancia de dar nuestro aporte. Quienes están en estado grave nece­sitan de este plasma. Mientras tenga anticuerpos seguiré donando”.

Arián, en cambio, resultó asin­tomático. Contó que desconoce cómo pudo contagiarse, pues apenas salía de la casa, pero al perder el gusto y el olfato supo que tenía posibilida­des de ser positivo. Y así fue. Estuvo alrededor de 14 días en el Hospital Ortopédico Frank País, y desde junio comenzó a donar su plasma, lo que considera un deber.

Un llamado

Todo el quehacer en función de la obtención del plasma hiperinmu­ne de pacientes recuperados de la COVID-19 resulta insuficiente, aten­diendo no solo a la cantidad de casos que a diario se reportan, sino tam­bién a la cantidad de altas médicas, según comentó la directora del Banco de Sangre de Diez de Octubre.

“Una vez en el hogar y luego de transcurridos 21 días a partir de la fecha de los primeros síntomas, el médico de la familia debe visitarlo a fin de buscar el consentimiento vo­luntario para donar el plasma.

“Están creadas las condiciones para la recogida en los hogares y traerlos hasta nuestro centro, donde se les realiza un chequeo profundo para descartar otros elementos que pudieran atentar contra su estado de salud y él pueda donar de manera sa­tisfactoria.

“Hacemos un llamado a la sen­sibilidad, pues se trata de un acto solidario, altruista. Solamente con la voluntariedad y disposición de los seres humanos podemos lograr este plasma hiperinmune que no se fabrica ni se compra. Estamos pre­parados para realizar alrededor de 15 plasmaféresis en el día, para ello tenemos tres máquinas. Sin embar­go, apenas hacemos 4 o 5 casos dia­rios.

“Es imprescindible que quie­nes estén de alta a causa de la COVID-19 se unan al programa. Contamos con el personal médico y paramédico especializado y con los recursos materiales indispen­sables. Nos hacen falta más brazos para contribuir con estos trata­mientos y protocolos que hoy son de primera línea y demuestran su efectividad en la lucha contra esta pandemia”.

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