En medio de las tantas polémicas, criterios y pasiones que levanta el béisbol cubano, y tras seis meses de duro confinamiento por la Covid-19, este 12 de septiembre comienza la 60 edición de la Serie Nacional de Béisbol, en una de las decisiones más valientes, aplaudidas y reconfortantes del deporte y gobierno cubano, al margen que llegó acompañada de realizarla a puertas cerradas.
Un aplazamiento inevitable desde abril por la irrupción de la pandemia provocó (por suerte) cambios a la estructura inicial de la competencia, que ahora tendrá 75 juegos en la ronda clasificatoria y ocho clasificados a la postemporada con cuartos, semi y final. Además, hubo tiempo para releerse reglamentos de 11 años atrás y elaborar uno que deja poco margen a la libre interpretación y apunta más a organización, respeto y disciplina dentro y fuera de los terrenos.
Sin embargo, antes de lanzar la primera bola en el estadio Victoria de Girón (juego inaugural entre Matanzas-Camagüey), más de una reflexión de responsabilidad sanitaria ha movido a peloteros, cuerpo de dirección, árbitros, anotadores, periodistas y a todo el que tenga que ver con la organización de la justa sociocultural más importante del país, la cual llegará ahora con más fuerza (diría únicamente) a través de la televisión, la radio, los medios impresos y digital; y las redes sociales.
¿A QUÉ CAMPEONATO ASPIRAMOS?
Una lid en la que primen todos los protocolos de seguridad establecidos en el país para evitar contagios de la Covid-19, pues un caso positivo no solo atrasaría el calendario, sino que pondría en riesgo la propia continuidad del evento. PCR a todos los jugadores, tests rápidos para entrar a cada provincia, uso de nasobuco y distanciamiento físico en los bancos, por solo citar algunas de las medidas imprescindibles.
Si bien no habrá congas, peñas, tambores ni coros para alentar un batazo o festejar carreras, el espectáculo debe concentrarse ahora en rendir al máximo por el bandera de cada conjunto, discutir menos con los árbitros, trabajar más los aspectos físicos y técnicos; y en especial darle más oportunidades a los jóvenes talentos, encomendados de dar un salto de calidad en nuestra pelota y recuperar títulos internacionales en un corto plazo.
La aspiración tiene que ser partidos más rápidos sin exageración por parte de los hombres de negro a la hora de usar los cronómetros; mejor receptividad hacia los jugadores con contratos a título personal en ligas extranjeras y ahora podrán militar en sus equipos de provincia siempre y cuando hayan sido inscritos y se incorporen antes del juego 60; así como mayor autoridad por parte de los directores de equipos, pues un buen mánager es brújula, ejemplo y amistad, pero nada le puede resultar ajeno dentro del colectivo.
El certamen más atípico desde su nacimiento el 14 de enero de 1962 exigirá gradas vacías y al mismo tiempo existirá una fuerte pugna por ocho boletos en los que presumiblemente deben estar involucrados al menos 12 selecciones. Cada imagen televisiva, narración radial, comentario impreso o actualización en redes sociales debe ser precisa, detallada y fresca, pues los medios de comunicación son, como nunca antes, los ojos y testigos más cercanos al torneo por donde el pueblo podrá emocionarse, saltar, vibrar y celebrar desde sus casas.
ALGUNOS DETALLES PARA ESTAR PENDIENTES
Siempre las marcas a cifras cerradas de jugadores es un plus personal y colectivo, en tanto sus seguidores están pendientes de tales hazañas. Quí le presentamos algunas, según los números compilados en el sitio oficial: www.beisbolcubano.cu
– 2 000 hits: Yordanis Samón, ahora defensor de los Toros de Camagüey, está a 36 indiscutibles de esa marca y sería el jugador 25 en conseguirla en nuestros clásicos. Otro que está cerca de esa marca es el inicialista pinero Luis Felipe Rivera, quien con 60 sencillos entrará también al selecto club.
– 1 300 anotadas: El espirituano Frederich Cepeda deberá pisar 17 veces el home para integrar el reducido grupo que ha podido sobrepasar esa barrera en campeonatos cubanos. Antes lo hicieron Enrique Díaz (1683), Omar Linares (1547), Eduardo Paret (1380) y Orestes Kindelán (1379)
– 100 jonrones: Varios están bien cerca de lograr esa cota en la actual campaña. El avileño Osvaldo Vázquez está a un solo bambinazo de llegar, en tanto al industrialista Stayler Hernández le faltan dos. Un poco más tendrán que hacer el villaclareño Yeniet Pérez y Leslie Anderson, pues solo con un quinteto de cuadrangulares podrán festejar su centena en estas justas.
– 200 victorias: El veterano Jonder Martínez se empeñará con Matanzas en conseguir 9 victorias para sumarse a los únicos siete magníficos que se vanaglorian de esos dígitos: Pedro Luis Lazo (257), Carlos Yanes (235), Jorge Luis Valdés (234), Braudilio Vinent (222), Ciro Silvino y Lázaro de la Torre (208) y Rogelio García (203).
– 400 dobles: Otra vez Cepeda tiene en la mirilla este número, pues le restan 13 para arribar a una cota que solo disfrutan Michel Enríquez (437), Ariel Borrero (412) y Rolando Meriño (405)
– 100 victorias: El avileño Yander Guevara es el más próximo a llegar, pues le faltan tres sonrisas; mientras al matancero Yoanni Yera le quedan cuatro para la mítica cifra. Un poco más lejano está el cienfuguero devenido yumurino Noelvis Entenza, quien deberá salir airoso en nueve ocasiones para acariciar las tres cifras.