Las personas se lamentan en la calle y también en las redes sociales. Después de tantos desvelos y noches sin dormir del personal de la Salud, después de tantas preocupaciones y ocupaciones por parte de las autoridades y después de más de 130 días sin reportar caso positivo alguno, Cienfuegos vuelve a aparecer en la lista de las provincias con nuevos enfermos de COVID-19.
Y no son lamentaciones estériles, sino el pesar, la preocupación y el temor de perder la vida.
Las causas lindan otra vez con la irresponsabilidad.
Las dos personas dadas a conocer el viernes y que forman un matrimonio viajaron a Ciego de Ávila a visitar un enfermo en el hospital Antonio Luaces Iraola, de esa localidad, los días 29 y 30 de agosto y se supo el 9 de septiembre por la denuncia de un vecino, según se informó en conferencia de prensa en la Dirección Provincial de Salud. El número de contactos que tuvieron resulta alarmante.
Pero ahí no termina la historia. El conductor de un vehículo procedente de La Habana en el que se transportaba sémola (materia prima para la fábrica de pastas largas, ubicada en el batey del antiguo central Marta Abreu), con la prueba PCR pendiente de resultado, estuvo en Santa Isabel de las Lajas y contactó con 46 personas y su ayudante en la conducción también se relacionó con otras 11 de la industria.
Evidentemente, hay más interrogantes que respuestas.
Ante situaciones extremas, hay que adoptar medidas extremas. Por tanto, el hospital provincial y universitario Doctor Gustavo Aldereguía Lima, entre otras medidas, suspendió las visitas y estableció que el cambio de acompañante será únicamente a las 11 a.m., se cerraron completamente todos los establecimientos del bulevar cienfueguero desde la tarde del viernes y permanecerán así hoy sábado y mañana domingo y realizarán en ellos acciones de limpieza y desinfección y a partir del lunes se aplazará el servicio de Medibus a La Habana.
También se reforzará la pesquisa activa y los controles en los puntos limítrofes con otros territorios.
Pero ninguna decisión sustituye la actuación disciplinada y consciente, el uso adecuado y permanente del nasobuco, salir de las viviendas solo a cuestiones estrictamente necesarias y sancionar con severidad a los infractores.
Cuando la cadena se quiebra cuesta mucho trabajo volverla a unir, pero no queda otra opción, porque se trata de la vida de las personas.