Cuenta que uno de sus hijos le dijo: “Mamá mañana te vamos a llevar a un lugar y si te gusta te quedas”. Al otro día, en la entrada de la institución Mirella García Hernández supo que otra vida estaba por empezar en el hogar de ancianos Alfredo Gómez Gendra, ubicado en el municipio capitalino de Centro Habana.
A la pregunta de cómo llegó aquí, la carismática anciana, de 74 años de edad, respondió: “Mi historia es larga de contar” y, efectivamente, una serie de circunstancias le permitieron descubrir las bondades de este sitio donde confiesa que quiere pasar sus últimos años, pese a las actuales restricciones impuestas por la COVID-19 desde que en marzo pasado se registrara el primer caso en el país.
“Hace cinco meses que no vemos a la familia, el cuidado es grande, a veces pienso que nos llevan un poco recio, pero es necesario. Me alegra que así sea con tal de que no nos enfermemos. Hasta que no aparezca la vacuna hay que llevar recio a la gente, nuestro Presidente Díaz-Canel habla muy claro y estamos en la obligación de ayudar, en nuestro caso siendo disciplinados”.
Mientras Mirella relata una y otra vez sus historias, la directora del hogar de ancianos susurra en un tono muy bajo: “Lo que hace la Revolución por los ancianos es grande”. La licenciada en Enfermería Mileisy Evans López asumió esa difícil responsabilidad hace seis años. “Siempre están los que se pegan más a una, pero para mí todos son iguales. Ellos me ven como la persona que defiende sus intereses, la que se preocupa porque todo marche bien, sin problemas ni dificultades”.
Señaló que desde el inicio de la aparición del virus SARS-CoV-2 ellos comenzaron a tomar medidas en el centro, las que fueron fortaleciendo luego de las orientaciones dadas por el Ministerio de Salud Pública y la Dirección Provincial de Salud (DPS).
“A partir de entonces se acabaron los pases de salida de los ancianos y las visitas de los familiares. Creamos nuestro primer plan y protocolo de atención, gracias a eso y a la exigencia mantenida con los trabajadores, hasta el momento no hemos presentado inconvenientes. La pesquisa activa, el distanciamiento social y el cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias nos han dado buenos resultados”.
La complejidad de la situación epidemiológica en La Habana, con un incremento notable de casos, así como su dispersión, y en los últimos tiempos la disminución de la percepción de riesgo de la población, han llevado a fortalecer las medidas en varias instituciones (hogares de ancianos, centros médicos-psicopedagógicos y hospitales psiquiátricos). “Es decir, las estamos llevando al régimen de cuarentena”, puntualizó la doctora Tania Peón Valdés, jefa de Sección de Asistencia Social, Adulto Mayor, Discapacidad y Salud Mental de la DPS.
Eso va a implicar —explicó— que vamos a laborar durante 14 días con el mínimo de personas. Transcurrido este período entrará otro grupo, que ya tendrá hecho el PCR para garantizar que quienes entren no estén enfermos y evitar el contagio.
La doctora comentó que tales instituciones no están preparadas para asumir una tarea como esta. “Hay que buscar dónde albergar el personal, duplicar la cantidad de comida, ajustar detalles. No resulta sencillo, no obstante, la respuesta de los trabajadores ha sido unánime: Vamos a cumplir, nos quedaremos el tiempo necesario para proteger a nuestros pacientes y ancianos.
“Es una obligación protegernos, porque quienes están bajo nuestro cuidado son muy vulnerables, con ellos se hace difícil el cumplimiento de las normas de protección. Muchos (sobre todo los que padecen de retraso mental severo y profundo) no pueden comprender el porqué del distanciamiento social y de otras normas higiénico-sanitarias que son imprescindibles para preservar la salud de todos”, enfatizó.