Con una mañana soleada en la que la tranquilidad, la calma y la disciplina ciudadana en muchas de sus calles, también más vacías de lo habitual y fácil de constatar, amaneció este martes la capital en el inicio de 15 días de impostergables y rigurosas medidas restrictivas dirigidas a frenar la COVID-19.
Si las primeras prohibiciones o regulaciones empezaron por casa -y se mantienen con la exigencia a cada miembro de la familia de no salir a la calle si no es necesario, usar en todo momento el nasobuco y lavarse bien las manos- , entonces la batalla habrá tenido un buen comienzo, por ser el hogar donde las acciones educativas constituyen la base de este combate por la salud del pueblo.
Muchos niños habaneros, impacientes por retornar a la escuela y reencontrarse con sus amiguitos añoran ese momento, sobre todo cuando por la televisión ven imágenes de la feliz reanudación de las clases en otras provincias, en medio de serias medidas higiénico-epidemiológicas, por lo cual habrá que esperar un poco más hasta que la capital logre cortar el contagio de la COVID-19.
Solo aglomeraciones se ven este martes en establecimientos comerciales donde se expenden alimentos y productos de aseo, pero en la misma cola no pocas personas llaman al distanciamiento físico o a ponerse bien el nasobuco a algún que otro indolente, amén de que fuerzas del Orden Interior velan para que la venta transcurra sin incidentes, además de comprobar que cada cliente resida en el propio municipio de la tienda.
También en la cola de la bodega, mientras esperan su turno para comprar los productos normados del mes, en particular el café y el arroz, no faltan los comentarios de ¡qué buena noticia que Cuba amaneció este primero de septiembre con menos casos positivos respecto al día anterior!: 33 enfermos entre cuatro mil 958 muestras realizadas, de ellos 23 de La Habana.
Mas no hay conformidad con los resultados, y por ello el debate gira alrededor de la indisciplina que todavía subyace, o del irrespeto a las leyes y nuevas regulaciones por algunas personas, pero también sale a relucir las altas multas y sanciones penales a quienes desde hoy pretendan hacer de la suya, incluidos revendedores y acaparadores.
Si desde hace semanas el transporte público ya se encontraba paralizado como parte de las medidas adoptadas al regresar La Habana a la fase de trasmisión autóctona limitada, hoy en las calles y avenidas se nota mucho menos movilidad de vehículos estatales, y los que circulan llevan su nueva pegatina de permiso oficial, limitado o permanente.
En 12 puntos de entrada y salida de la ciudad, colindantes con las provincias de Mayabeque y Artemisa, inspectores de la Dirección General de Transporte, personal de la Policía y de salud, desde temprano están en acción para impedir el tránsito de quienes no portan los autorizo correspondientes o el documento del PCR o test rápido que atestigüe su buen estado de salud.
Hay tranquilidad, calma y disciplina en las calles, pero también expectativas sobre cómo transcurrirán estos 15 días en los que, como señalara el Presidente cubano Miguel Díaz Canel Bermúdez, “tiene que haber una gestión de gobierno y una gestión ciudadana, una participación de la población, que en su mayoría apoya estas medidas, para que realmente nos empiece a dar un impacto en el menor plazo de tiempo posible”.