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En cada estuche, la gratitud de los cubanos

Quizás lo impida el bullicio, lo casi escondido del lugar o la multitud de pensamientos que ronronean por estos días en la mente de quienes tran­sitan por la céntrica y capi­talina calle Belascoaín, mas de seguro pocos, muy pocos, saben que allí, en su intersec­ción con la calle Salud, casi una treintena de trabajadores grafican sueños y hacen rea­lidad empeños de la mayor gallardía.

En tan noble empeño no podían faltar las manos y el amor de la mujer cubana. Foto: Heriberto González

En esa esquina una vieja imprenta ensancha su nom­bre y se empina cual Cuba toda. Allí se confeccionan los estuches para las blan­cas batas médicas que con la Marca País el Presidente Mi­guel Díaz-Canel obsequia en nombre de cada cubano a los integrantes del Contingente Henry Reeve que regresan a la patria, luego de llevar por numerosos confines del mun­do en estos complejos tiempos de pandemia la infinita so­lidaridad de la Mayor de las Antillas.

“Muy pocos días antes del arribo del primer grupo, el que venía de Lombardía, los compañeros del Minsap llegaron aquí y nos pidieron hacer los estuches. Sabíamos lo difícil que era para una im­prenta más moderna y grande cumplimentar pequeños lo­tes. Nosotros no contábamos ni con la cartulina adecuada, pero no podíamos decir que no. Cómo no íbamos a poder.

“Quien primero se ‘fajó’ con la encomienda fue el Chino Fong, el diseñador. Tuvimos que trabajar hasta la madrugada, y en dos días concluimos el primer lote de 52 unidades. El trazado y cor­te lo hicimos a mano, y ahora, aunque trazamos y cortamos con un troquel, seguimos ar­mándolos manualmente.

“Realmente han sido mu­chos quebraderos de cabeza. Entre ellos que se nos torna muy complicado conseguir el plástico transparente (para desde afuera ver las batas) y el acetato. Tanto que gestio­namos comprar en Venezuela el primero de esos insumos. No obstante, no nos impor­tan las dificultades, sabemos que nuestro esfuerzo es míni­mo comparado con el de esos médicos, enfermeros y demás miembros del personal”. Así habla, con entusiasmo no di­simulado, Pedro Creach, al frente del colectivo.

Hasta ahora han logrado unos mil estuches y felizmen­te tienen en existencia, a la es­pera, otro grupo de 100, listos para entregar. “Es que debe­mos esperar que nos indiquen el nombre de cada compañero que regresa, para personali­zar las cajas”, agrega.

a gráfica en la comunidad

En su momento este grupo de trabajadores no estatales no lograron la categoría de Coo­perativa No Agropecuaria y desde el 2015 conforman el proyecto sociocultural La gráfica en la comunidad, nombre que aunque no abar­ca todo lo que hacen, no los desanima, pues más se avie­ne a su impronta de encua­dernadores de libros —tarea que no cobran—, hacedores de agendas, envases de papel y cartulina, hojas de ruta, tarjetas de estiba, libretas de teléfonos, cajas para pizzas y otro sinnúmero de útiles para personas, establecimientos y entidades.

“Hace unos cinco años arrendamos este local y co­menzamos a trabajar. Ya hoy tenemos relaciones contrac­tuales con más de 100 enti­dades estatales y accionamos para concertar la primera ex­portación, un libro para co­lorear los símbolos patrios de los países latinoamericanos y caribeños”.

En todo este período el grueso de la materia prima que utiliza el proyecto es re­cortería de la industria, aun­que también han comprado papel virgen para determina­das producciones, entre estas la impresión de los últimos 15 discursos del Presidente cubano, un producto que dis­tribuyen gratuitamente en la comunidad.

Si en un principio los integrantes del proyecto so­ciocultural tenían que salir a buscar clientes, hoy los que necesitan sus servicios —y ya son muchos— llegan por sí solos. “Sin duda, ese es un logro para este grupo de cuentapropistas, y también la rentabilidad que alcan­zamos, lo que nos permite ofrecer salarios por encima de los mil pesos mensuales”, dice finalmente Creach.

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