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El sembrador y la primera siembra

En una ocasión le soli­cité a Blas Roca, quien encabezó durante mu­chos años la dirección del primer Partido de los comunistas cuba­nos, que resumiera el papel en nuestra historia de dicha or­ganización, y nos res­pondió: “Fue como el agricultor, que echa la semilla. Sin semi­lla no hay cosecha. Hay que sembrarla, esperar a que crezca y entonces poder co­secharla. Y eso fue el primer Partido, difundió en Cuba las ideas de Marx, Engels y Lenin, en una palabra, las ideas del socialismo. Esa fue la siembra y el viejo Partido fue el sembrador”.

José Miguel Pérez. Foto: Archivo de Trabajadores

Esos agricultores que deposita­ron la semilla inicial hace 95 años fueron 18 hombres reunidos clan­destinamente en una vieja casa de la calle Calzada del Vedado haba­nero, donde se efectuaron, el 16 y 17 de agosto de 1925, las cinco sesiones de trabajo del Congreso de funda­ción del primer Partido Marxista-Leninista de Cuba.

La mayoría de los delegados participantes eran obreros y entre ellos se encontraban tres prestigio­sos dirigentes sindicales que forma­rían parte de su Comité Central.

Uno de los primeros acuerdos del Congreso constitutivo fue traer a sus sesiones a José Peña Vilaboa, quien no podía valerse por sí mis­mo debido a su precario estado de salud aunque solo tenía 34 años. Le correspondía asistir por derecho propio, por ser secretario general de la Agrupación Comunista de La Ha­bana. Se había destacado como líder en el gremio de pintores, decorado­res y doradores, fue electo al frente de la Federación Obrera de La Habana, responsa­bilidad que tuvo que delegar por enferme­dad, motivo que le im­pidió además seguir de pintor y se hizo linotipista. En la pri­mera reunión del Co­mité Central del Par­tido Mella lo propuso secretario general, lo que no pudo aceptar por sus limitaciones físicas, no obstante se le designó secretario sindical. Falleció en marzo de 1927.

Miguel Valdés, tabaquero de San Antonio de los Baños, esfor­zado dirigente de los obreros del sector, presente en las reunio­nes nacionales que condujeron a la creación de la primera central sindical cubana, fue otro de los sindicalistas al que en el Comité Central del Partido le encargaron los asuntos campesinos.

Alejandro Barreiro, líder del Sindicato de Obreros de la In­dustria de Cigarrería, y luchador decidido por la unidad del movi­miento obrero, representó en el Congreso junto con Baliño y Mella a la Agrupación Comunista de La Habana, y con este último a la de Manzanillo —que no tuvo recursos para asistir—. En el Comité Cen­tral le fue encomendada la aten­ción al movimiento femenino.

Inmediatamente el tirano Ge­rardo Machado arremetió contra el Partido. Su secretario general, el maestro español José Miguel Pé­rez, fue detenido y deportado; los demás miembros del Comité Cen­tral y otros revolucionarios fueron sometidos a un arbitrario proceso judicial.

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