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Cimarrones de cumpleaños (+ Fotos)

Múltiples expresiones de agradecimiento por sus aportes a la cultura nacional y al trabajo comunitario han recibido por estos días los integrantes del grupo Teatro Cimarrón (TC), fundado y dirigido, hace 25 años (3 de agosto de 1995)  por el poeta, dramaturgo, narrador, ensayista y director artístico Alberto Curbelo Mezquida (Camagüey, 1957), en el municipio capitalino del Cerro.

Alberto Curbelo. Foto: Heriberto González

Entre esas felicitaciones se encuentra la del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, cuya secretaria general, Nereida López Labrada, enfatizó: “Llegue a cada uno de los integrantes de este colectivo, y en particular a su director, nuestro reconocimiento por la labor desplegada durante todos estos años en beneficio de la espiritualidad colectiva, sobre todo entre los niños de los barrios, comunidades y bateyes de las regiones más apartadas del país. Teatro Cimarrón es ejemplo de constancia, disciplina y entrega. Los felicito. Ya habrá tiempo, cuando venzamos esta pandemia, de celebrar juntos este aniversario…”.

Por su parte, el director del  Centro de Teatro de La Habana, Marvin J. Yaquis Escobedo, enfatizó: “Reciban sus fundadores e integrantes, en nombre del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y del Centro de Teatro de La Habana y de sus artistas, nuestras felicitaciones por su entrega y dedicación a la cultura nacional. Sus montajes representan lo más tradicional de la cubanidad, expresado a través de manifestaciones populares, folclóricas, mitos y ceremonias, como aportes a nuestra identidad histórica y cultural mediante una dramaturgia nacional”.

El directivo agregó que TC es “fundador del evento BarrioCuento, además de distinguirse por un destacado trabajo comunitario, el cual asume como una prioridad en zonas lejanas de difícil acceso, hospitales, centros educacionales y penitenciarios, entre otras actividades, tanto para niños como para adultos. Reciban nuestro amor y cariño por tantos años de trabajo. Felicidades Teatro Cimarrón”.

Copia de una foto analógica hecha en 1995 a la puesta en escena de Patakín de una muñeca negra en los jardines del Teatro Nacional de Cuba.

Cuando ya era un experimentado dramaturgo y director artístico,  con un vasto desempeño como asesor teatral y asistente de dirección en importantes colectivos escénicos —entre ellos Teatro Caribeño, fundado por el  Premio Nacional de Teatro Eugenio Hernández Espinosa—, Alberto  Curbelo decidió crear su propio grupo el 3 de agosto de 1995, tras haber causado conmoción con su laureada puesta de Patakín de una Muñeca Negra (1995, para niños), merecedora de diez premios en diversos festivales nacionales.

Generar espectáculos interdisciplinarios

Esta compañía, se enfrentaría a las dificultades  con una visión diferente a los enraizados convencionalismos y anclada, esencialmente, en el rescate y promoción de la memoria nacional, la identidad, la cultura y la historia, haciendo énfasis, asimismo, en la reconquista de las tradiciones populares de origen africano e hispano, y los problemas que atañen tanto a los cubanos como a los países vecinos de esta región del orbe, interés que a su director le ha hecho acreedor de la condición de ser el dramaturgo insular que más ha incursionado en las culturas y mitologías de los pueblos originarios del Caribe.

Según el Manifiesto constitutivo de TC, entre otros de sus diez objetivos se propone “generar espectáculos interdisciplinarios que entrevean los aportes de los cimarrones, mambises y próceres negros a nuestra identidad histórica y cultural; y hallar y mostrar en la representación lo cotidiano, la subsistencia del hombre y la mujer “sin voz propia”, su pensamiento y conflictos ─generalmente excluido de las grandes historias─ a partir de la anagnórisis de los solares y barrios, de los bateyes y comunidades campesinas en las que gestan la historia”.

Puesta en escena de Sombrillas habaneras, de Curbelo, en el Palacio de los Torcedores.

Para TC es prioridad la relación con el público, pero no solo del que ocupa una cómoda butaca en una sala, sino en particular de aquel que vive socialmente marginado, en las periferias, en zonas aisladas de las grandes urbes. Sus montajes escénicos buscan la simplicidad y a la vez la pluralidad del lenguaje, con un exiguo gasto en recursos de vestuarios, luces y escenografías, en una suerte de diseños minimals que reclaman del actor máxima entrega.

Exigencia en la formación y ejercicio de los actores

Para esto, Curbelo requiere, en la formación y ejercicio de sus actores, amplios conocimientos y destrezas en diferentes expresiones teatrales, como la oralidad escénica, la danza, el clown, la manipulación de muñecos, la acrobacia, los zancos, la declamación de poesías, la magia…  hábiles  desempeños “especializados” en “sorprender a los espectadores en sus propios espacios”, como apuntó el reconocido crítico, ensayista y promotor cultural, doctor Eberto García Abreu, quien estuvo muchos años vinculado a esta compañía como asesor artístico.

Se trata de una táctica inteligente y provocativa que le ha permitido al grupo exponer, entre niños y adultos inexpertos en la erudición  escénica —la mayoría de ellos nunca han visitado un  coliseo—, experiencias teatrales que tienen que ver con su cosmos, sus asuntos, sus necesidades expresivas y, sobre todo, con su auto reconocimiento social y cultural.

“Esta relación se está conformando —apuntó García Abreu— como un eje fundamental del trabajo teatral en un sentido amplio, pues no implica la participación del público en los espectáculos, sino su inserción en los procesos internos del colectivo en lo que a la selección de los temas, textos, lenguajes y procedimientos artísticos se refiere”.

Imprescindible dentro del panorama escénico nacional

Grupo imprescindible dentro del panorama escénico nacional, aunque insuficientemente atendido por las instituciones que debían de apoyar más la inigualable labor que realiza en beneficio de la cultura popular —prácticamente no dispone de local de ensayo—  TC incorpora su actividad creadora a la vida en las comunidades, mediante un proceso de retroalimentación que fusiona las vivencias de los hombres y mujeres que habitan en diferentes lugares —urbanos y rurales—  a los que les entrega propuestas escénicas que tienen que ver con la cultura, la educación, la sociedad y las raíces afrocubanas.

“El mayor orgullo de Teatro Cimarrón no es precisamente el talento que poseen sus integrantes, como tampoco la gran cantidad de lauros conquistados por su excelente desempeño artístico, sino haber llevado el teatro de manera sistemática a las regiones más intrincadas del territorio nacional, patentizando así el nombre con que fue bautizada”, afirmó el destacado pensador revolucionario y acreedor , respectivamente, de los premios nacionales de Ciencias Sociales y de Investigación Cultural, doctor en Derecho Fernando Ramón Martínez Heredia (Yaguajay, 1939-La Habana, 2017).

El también  titular de la Academia de Ciencias de Cuba y de la Universidad de La Habana, resaltó que “Teatro Cimarrón tiene como objetivo esencial visualizar, desde las tablas, al afrodescendiente y a nuestros pueblos originarios, consciente de que la racialidad es un tema que nos ocupa y urge de los tiempos en que comenzaron a fundirse en  nuestros cimientos los cantos de la nacionalidad cubana”.

La Bienal Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento, acreditada con ese nombre a partir del año 2000, derivó de los encuentros veraniegos que desde 1996 comenzó a realizar Alberto Curbelo, con su grupo Teatro Cimarrón (TC) en el capitalino municipio de La Habana Vieja, con la participación de reconocidos cuenteros, cubanos y extranjeros, experiencia que no solo llevó a diversas plazas, escuelas, bibliotecas y salas de diferentes sectores de la capital, incluyendo sus posteriores programaciones entre las ruinas del otrora cine Edison, su sede, situado en la Calzada del Cerro y Zaragoza.

Cuando ya era un experimentado dramaturgo y director artístico,  con un vasto desempeño como asesor teatral y asistente de dirección en importantes colectivos escénicos —entre ellos Teatro Caribeño, fundado por el  Premio Nacional de Teatro Eugenio Hernández Espinosa—, Alberto  Curbelo decidió crear su propio grupo el 3 de agosto de 1995, tras haber causado conmoción con su laureada puesta de Patakín de una Muñeca Negra (1995, para niños), merecedora de diez premios en diversos festivales nacionales.

Los artistas bajan de las lomas cargados de experiencias

El prestigioso colega y presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, Ricardo Ronquillo Bello, exaltó el quehacer comunitario de TC: “Desde 1991 salen cada 28 de enero en el mejor de los homenajes a José Martí, y durante más de un mes recorren casi un centenar de comunidades diseminadas en alrededor de 300 kilómetros…  El Consejo de las Artes Escénicas de Guantánamo considera a la Cruzada Teatral como su evento más importante, algo que trasciende al mundo de los buroes para instalarse en la emoción de los artistas… incluye, como cada año, al grupo Teatro Cimarrón. De las lomas los artistas bajan con sus mochilas más pesadas, cargadas de cuentos, leyendas y experiencias».

La actriz Mercedes Hernández, en la obra Asere, de Alberto Curbelo.

Se ha dicho que la intención de Curbelo es la de consolidar un teatro total, en el que las experiencias de vida en las comunidades, tanto rurales como urbanas, constituyan centro de atención en la creación escénica mediante sus diferentes expresiones —actuación dramática, magia, cuentos, narraciones orales, clown, danza y música—. Para tal fin, el grupo se caracteriza por una premisa básica: el trabajo en equipo, integrado además de su director, por el maestro Jorge Garciaporrúa (asesor musical), Siria Robles (coreógrafa), Eudy Leslie (primer actor), Mercedes Hernández (primera actriz), Manuel Díaz —Zandry— (titiritero), José Á. Rodríguez (Mago Jardines), Anel Guardado (actriz-clown),  Elena Garay (actriz y cantante), Josefina Izquierdo —Fifi—  (actriz), Edgar Motronis (actor), Amelia Toledo (narradora oral) y Elena Valderrama (jefa de escena y vestuarista).

Cada uno de ellos están preparados para asumir, indistintamente, los diferentes roles y tareas que exige cualquier escenificación, amén de que ejecutan  el diseño y la confección de los vestuarios, el maquillaje, la peluquería, la escenografía e, incluso, el mantenimiento higiénico de su área de trabajo en el deteriorado edificio del Edison, espacio que, durante varios años, acogió a cientos de infantes y adultos en sus variadas programaciones semanales, y desde donde irradió su arte hacia disimiles áreas del Cerro y de otros lugares de la capital, además de sus recurrentes giras por el resto del país, fundamentalmente hacia zonas rurales.

La impronta de Cimarrón en Torcedores

Mediante discursos que, en tanto contemporáneos también trascienden sin rebuscamientos ni adornos banales, TC  no solo ha llevado a esos lugares obras de Curbelo, sino además la de otros importantes dramaturgos y escritores, nacionales y extranjeros,  adaptaciones generalmente asumidas por este artífice que enfatiza y exige de los actores el convencimiento  expresivo de sus actuaciones, así  como la incorporación de giros poéticos, gestuales y verbales que prontamente se identifiquen con los auditorios, mediante la reavivación de sus experiencias y su auto reconocimiento dentro de la sociedad en que viven.

De su formación como pedagogo (Licenciado en Educación) le viene a Curbelo su inclinación por trabajar con los niños, interés que para él constituye una necesidad perentoria, de ahí que hace alrededor de dos años,  incorporó su grupo, como colaborador, al Proyecto Cultural Palacio de los Torcedores, perteneciente al Centro Cultural que radica en ese emblemático edificio, Monumento Nacional, donde entre otros relevantes acontecimientos de la historia, durante un tiempo —luego de su inauguración en el año 1925— radicó la Universidad Popular José Martí, fundada por Julio Antonio Mella en 1923. Los terceros jueves de cada mes TC realiza allí su peña La vega de los cuentos, en tanto propuestas escénicas de diferentes formatos —monólogos, declamaciones, representaciones teatrales y otras—, se incluyen en los recurrentes espectáculos que se programan en ese lugar.

Niños de la barriada capitalina de Cayo Hueso durante la peña La Vega de los Cuentos. Foto: Heriberto González

Tanto por su obra escrita —poesía, cuento, teatro, ensayo y periodismo— como por con sus montajes escénicos, Curbelo ha sido galardonado en más de sesenta certámenes.

En su primer cuarto de siglo de existencia, él y su colectivo, siguen apostando “por hacer sus presentaciones donde se encuentra el espectador más urgido, aunque no tenga allí ni siquiera las más elementales condiciones técnicas. De ahí que establezcamos nuestro palenque en cualquier lugar”, dijo el entusiasta teatrista, quien en la cotidianeidad de TC lleva como premisa las palabras del eterno Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz: “El hombre no es solo feliz gastando; el hombre es feliz pensando, el hombre es feliz aprendiendo, el hombre es feliz conociendo. El hombre es más feliz cuanto más eleva su calidad espiritual y no simplemente las riquezas, que hacen falta, desde luego, pero no constituyen lo único esencial en su vida”.

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