Recuerdo cuando abrieron la tienda de Carlos Tercero, en La Habana. Ya existían y asumían diferentes formas. A veces la amantísima madre con el hijo a cuesta. Otras la utilización de bastones o, simplemente, la cara, para decir que estaba aquí, pero también delante o detrás.
Una Mesa Redonda que esperaba la mayoría del pueblo trabajador contra un mal que se había convertido en otro tipo de pandemia, esta vez social, fue trasmitida el 4 de agosto para tratar el tema y llamar al combate en contra de los virus que asumen figuras humanas y se empeñan en seguir viviendo sin trabajar.,
Pensaron que seguirían dueños y señores de las colas que, debido a la situación del país nos vemos obligados todos a utilizar como vía para poder adquirir los alimentos básicos a precios reales.
Desde el cuatro de agosto muchos de esos coleros y coleras no habrán podido dormir tranquilos. La impunidad los había convertidos en audaces “comerciantes” que sin el menor pudor voceaban sus mercancías en las calles, obtenidas en comercios cercanos, pero a precios dos y tres veces de su valor real.
El colerovirus es solo un instrumento de otros que desde la penumbra lucran y piensan seguir haciéndolo, pero la fuerza del pueblo acabará con los acaparadores y los magnates del desorden y el caos.
Los que peinamos canas hemos conocido diferentes enfrentamientos contra quienes han pretendido acabar con la Revolución, en un primer momento saboteadores y contrarrevolucionarios.
Y también no solo sabemos cómo los pudimos derrotar, sino que conocemos la fuerza de nuestra juventud y de la mayoría del pueblo que impedirá la actividad ilícita de estos mini grupos de antisociales y personas que quieren vivir sin trabajar.
Una vez más se demostrará que no existe enemigo alguno que pueda impedir que sigamos adelante y como en anteriores combates, de seguro venceremos.
En esta lucha vamos a ganar porque es la mayoría la que una vez más impondrá la decisión de seguir adelante.
Que lo sepan, no se trata de una campaña, sino de un combate, donde la mayoría demostrará la fuerza de la ley y pondrá freno a quienes ya se sentían capaces de abrir “tiendas”, contratar espacios para almacenes y ganar, ganar y ganar cada vez más dinero para sus bolsillos pero el pueblo les dirá que se les acabó la fiesta.
Inevitablemente “los perros seguirán ladrando a la Luna” y en ciertos espacios de las redes sociales tratarán de que los defensores de la ley el orden aparezcan como “abusadores” del pueblo. Pero esa es otra batalla que también ganaremos, entre todos.