Sí, vamos a conversar de ajedrez; o, mejor dicho, con una mujer comprometida consigo misma, con su propia causa. Esa que ha sido para ella amor y refugio. Patrimonio sentimental y honorable. La suya fue una epopeya de corte clásico. Una profecía autocumplida de fe y sacrificio, que inspiró a miles de personas, en una época en la que en Cuba brotaba un buen puñado de héroes deportivos. Ésta es una historia de las que valen una vida. Inicie usted la partida Vivian Ramón.
“Fue una feliz casualidad descubrir el ajedrez. Comenzó como un juego. Me apasionó y al final nadie pudo separarnos. Cuando elegí este camino conté con el apoyo de la familia. No sorteé prejuicios. Sin embargo, existían pocos torneos para mujeres.
“Algunos no confiaban en nosotras. Superamos obstáculos. Ganamos un espacio. Tenía clara mi meta. Deseaba ser Gran Maestra. Hubo hombres a los cuales no les agradaba enfrentarme. Lo sentía por ellos. Jamás le di importancia.
“Ahora las muchachas lo tienen más fácil. La tecnología ayuda mucho. Mi generación se formó con libros de diversos idiomas. ¡Fue duro e inspirador!”, acentúa, mientras su rostro se enciende tras evocar un esforzado paisaje, que narran sus ojos azules.
“Mi vida no cambió luego de alcanzar el título de Gran Maestra en 1998. Continué siendo la misma. Ser la primera de Iberoamérica y el Caribe fue inolvidable. Inicié un lindo camino. Asela de Armas logró hacernos visibles a nivel internacional. Junto a Zirka Frómeta y Tania Hernández fuimos el primer equipo en situar a Cuba en el mapa de las Olimpiadas Mundiales de Ajedrez. Fuimos pioneras”.
Hace una pausa. Sus manos acarician una de las reinas que gobiernan un hermoso tablero de mármol. Se acomoda frente a la maciza mesa que lo sostiene, y otra vez el añil de su mirada florece.
“Recuerdo un Campeonato Nacional en el que iba lidereando Zirka. Me llevaba medio punto de ventaja. Solo pedía que ella entablara una vez. Lo definitivo llegaría cuando la retara. En la penúltima ronda llegó el empate esperado. Todo se resolvió el último día. Le gané una gran partida y el título”.
La maternidad, una bendición
Ser madre es una eterna carrera de amor y compromiso. Una oda al carácter, donde lo arduo es bello.
“Desconozco si es la alegría de la gestación. O un milagro. No solo en mi caso. Todas las ajedrecistas, luego de ser madres han gozado de éxito. Es cierto que la crianza te consume tiempo. Precisas de ayuda. Nacen otras prioridades.
“¡Los hombres tienen un nivel de juego superior!”, sustenta mientras los dedos de sus manos se entrecruzan, y forman un puño, en el que las venas se entretejen como arroyos. “Llevan siglos de ventaja. Las brechas se han ido acortando. Me gustaría un duelo entre ambos sexos por el título mundial. ¡Querría la corona para nosotras!”, recalca, y su rostro se ilumina con el fuego de la fe y la picardía.
¡La húngara Judith Polgar es la mejor ajedrecista de la historia!, esgrime con el vigor de una tea ardiente. “Condujo junto a sus hermanas la selección que derrotó a la poderosa Unión Soviética en una Olimpíada. Siempre la observaba. Sin esfuerzo dominaba. Ganó la lid masculina de su país. Sin discusión, era genial.
“A las chicas no les interesa establecer el nombre de aperturas. Se enfocan más en sacar provecho de sus variantes estratégicas. Se comenta que Bobby Fischer puso en práctica ideas apreciadas en partidas femeninas”.
Conversa suave y su voz tiene la cadencia de la mar en calma. Se acomoda el pelo. Descansa su vista sobre una pared llena de cuadros. La imagen de un mito alimenta su admiración.
“Capablanca fue una gran persona. Sirvió al país no solo como campeón mundial. Fue un ciudadano íntegro. Merece todos los honores”.
“Hoy se reconoce al ajedrez como la herramienta pedagógica del siglo 21 —asiente ante nuestra sorpresa. Hace algún tiempo el convenio Inder-Mined se suspendió. Eso privó a los niños de explotar sus beneficios. La actual dirección del deporte retomó ese acuerdo. Habrá que ver la forma de ejecutarlo. Lo mejor sería como lo ideó Fidel: debe ir a la escuela en modo de asignatura».
“Los resultados al más alto nivel han decaído. La emigración nos continuará golpeando. El ajedrez se concibió en Cuba a través de la masividad, para luego buscar talentos. No en forma de laboratorio. Si trabajas solo con nombres, cuando fallan se va abajo el método».
“En el Instituto Superior Latinoamericano de Ajedrez (Isla) y la Universidad nos enfocamos en el proyecto Buscando a Capablanca. Pueden participar todos los niños del país. La idea es expandirnos y descubrir aptitudes. Muchos no podrán ser Grandes Maestros, pero sí más útiles a la sociedad”, afirma, mientras su lenguaje corporal revela lo genuino de su sentir.
Una pasión repleta de misterios
El ajedrez es como la música y los libros. Una fábrica de leyendas, preguntas y respuestas.
“No es un mito. Los ajedrecistas somos algo retraídos. De hecho, en esta etapa de confinamiento por la COVID 19, varios han ratificado, que el aislamiento es un estado natural en su dinámica. También los hay hiperactivos”, aclara, en tanto su semblante adquiere un peculiar tono reflexivo.
“Los métodos de entrenamiento en esta disciplina tienen mucho de los procesos cognitivos. Si se desarrollan se adquieren habilidades, como jugar con los ojos cerrados o memorizar partidas».
“No conozco el dopaje en el ajedrez. No me parece que exista una sustancia capaz de marcar la diferencia en el rendimiento. Se logra un mayor nivel de energía ejercitándose físicamente».
“Existe arte en la derrota. Cuando te superan bajo lindas combinaciones, y has vertido habilidad táctica debes reconocerlo. A nadie le gusta perder. La capitulación con elegancia prestigia».
“Este es un juego romántico y a la vez calculador. Cada jugador le otorga el matiz de su personalidad”.
El brillo de las ilusiones
Qué increíble experiencia es alcanzar ciertos sueños y realizarse a sí mismo. A veces, las caídas nos inspiran a una nueva educación sentimental y moral.
“El ajedrez ha motivado a las personas en las prisiones. Conocí a un joven que cumplió una sanción severa. En ese período descubrió el juego. Le cambió la vida y su modo de pensar. Estuve en la defensa de su tesis universitaria. ¡Hoy es un hombre de bien!
“En la cultura podría tener mayor protagonismo. La película de Capablanca no me convenció. El guión fue soviético, sonríe sutilmente. Mejor sería un filme cien por ciento cubano.
“Las discrepancias e injusticias continuarán. Vivimos tiempos muy competitivos. La ética es mi vital bandera. Respeto los proyectos de vida de todos. ¡El mío está aquí, defendiendo el ajedrez!».
Vivian Ramón es un oasis de emociones. Sus sabios relatos no albergan egoísmos. Su filosofía tiene aroma único: la honestidad.