A las 7:45 p.m. del 6 de agosto de 1925, “con gran solemnidad”, como se señala en las Memorias del Tercer Congreso Obrero Nacional efectuado en la ciudad de Camagüey, se declaró constituida la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), primera central sindical cubana.
Semejante situación fue llevando a los explotados al convencimiento de que solo la organización en la lucha sindical haría posible el enfrentamiento a los abusos patronales y defenderse de la opresión, el hambre y la miseria a que estaban sometidos.
Al logro de la unidad habían contribuido de manera destacada el combativo dirigente gráfico Alfredo López, secretario general de la Federación Obrera de La Habana, y el líder ferroviario Enrique Varona, quienes poco después fueron asesinados por el machadato.
Sin duda fue un acto de valentía del proletariado cubano crear la Confederación a solo tres meses de la llegada al poder del tirano Gerardo Machado, que antes de tomar posesión de la presidencia viajó a Estados Unidos para garantizarles a los banqueros e inversionistas yanquis la protección de sus intereses y asegurarles que en su Gobierno ninguna huelga duraría más de 24 horas.
La huelga general de marzo de 1933 fue un contundente mentís al tirano, entre otras muchas acciones obreras, hasta el paro de agosto de 1933 que puso fin al régimen del Mussolini Tropical, como lo calificó Mella.
La CNOC, que contó en la década de los treinta con el liderazgo de Rubén Martínez Villena, llegó a convertirse en la central sindical más poderosa de América Latina. No obstante, al fracasar la huelga de marzo de 1935 se desató una feroz represión contra el movimiento sindical que provocó su desarticulación.
Tras un arriesgado y paciente trabajo de reconstrucción de la unidad, desde la base, en enero de 1939 se fundó la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), en cuyo congreso constituyente se declaró concluida la misión histórica de la CNOC.