En la sala, en el patio, en cualquier espacio que podían acondicionar, con barras o sin ellas, así entrenaron durante los meses de aislamiento social ante la pandemia del nuevo coronavirus los 29 bailarines miembros de la compañía de Ballet de Camagüey.
Ellos nunca habían estado tanto tiempo sin bailar o sin entrenar en un salón. Para Yanni García, primer bailarín del conjunto, eso fue lo más difícil. “Yo intentaba realizar cada día una pequeña clase de pocas horas con calentamientos, ejercicios físicos, pero sin grandes saltos, no tenía espacio”.
Y es que precisamente entrenar en casa y cumplir con ejercicios previamente pactados, fue la indicación que dio la dirección. “No sabíamos cuanto tiempo estaríamos alejados de la sede, por eso insistimos en que los bailarines se mantuvieran ejercitando, para no perder el tono muscular y las habilidades que se habían adquirido, aunque sabíamos que el rigor no sería el mismo”, explicó Regina Balaguer Sánchez, directora de la compañía.
Volver y actuar
Los días, los segundos eran contados; todos querían volver a sentir la energía de una clase de ballet y la tensión de una presentación. Pero como asegura Yanni, “el cuerpo no es como cuando eres más joven, por lo que el regreso sería complejo. No obstante la recuperación está en el esfuerzo y en el trabajo constante”.
La compañía deseaba volver a escena lo antes posible; así que entrenar era la palabra de orden para, en poco más de un mes, presentar un programa concierto y preparar estrenos.
Por eso, según precisó Rafael Saladrigas Ruiz, el regisseur principal, las primeras clases fueron lo más suave posible. “Para una puesta en escena se debe estar preparado física y mentalmente, así que muchos calentamientos, entrenamientos y diálogo predominaron en los primeros días”.
“El trabajo tras el regreso a la sede fue totalmente diferente, acota Balaguer Sánchez. El bailarín necesita tiempo de recuperación, de preparación, porque no solo es un artista es casi como un atleta de alto rendimiento, que trabaja con su cuerpo, su resistencia.
“Dada esas propias características de nuestro arte no podíamos retornar y hacer una obra de gran formato. Pero algo debíamos presentar al público, el cual necesita de este alimento espiritual”.
Todos los bailarines participarán en el concierto, el cual se caracterizará por presentaciones cortas, con alto nivel técnico y sin aglomeraciones en el escenario para preservar la salud de todos. Entre las piezas a mostrar destaca una de El Hada de las muñecas, de Sherezada, un pas de trois de obras que se estrenan, así como el grand pas de Eventails.
La maestra Lila Martínez se encarga de preparar dos de las obras a presentar, una de ellas del repertorio tradicional y otra de su propia creación, para la cual emplea a los bailarines más jóvenes.
Por ahora, el Ballet de Camagüey no hará los acostumbrados talleres con los más chicos, ni un taller de danza española que tenía previsto. Solo practicar para las presentaciones de agosto y orquestar el concurso de coreografía Fernando Alonso in memoriam para finales de años, son las acciones que los mantiene ocupados.
Porque como dijera Regina Balaguer, “son tiempos convulsos en los cuales es necesario seguir haciendo arte, seguir entreteniendo y nutriendo almas”.