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Con Filo: Un Moncada por la salud

Tal vez no haya ninguna sociedad contemporánea que no reconozca la importancia de la historia patria para su desenvolvimiento presente y como vía de proyectar el futuro. Sin raíces, los pueblos irían como fantasmas por la vida. Esa constituye tal vez una de sus más importantes defensas.

 

 

Sin embargo, también es cierto que la naturaleza contradictoria de la humanidad trajo con su desarrollo progresivo formas de organización social donde pugnan tendencias contrapuestas.

Es lo que sucede con el capitalismo hegemónico, que a estas alturas de su evolución alberga fuerzas destructivas que tienden a cosificar al ser humano, a enajenarlo de su propia evolución, a borrarle la memoria para poder dominarlo mejor.

Esa peligrosa tendencia global a propiciar la desmemoria colectiva contrasta de forma radical con los valores que el pueblo cubano comenzó a incorporar, harán ya 67 años, con el reinicio de sus luchas libertarias aquel —para muchos de nosotros lejano ya— 26 de julio de 1953.

Una acción armada que nació a la vez de inspirarse en los ideales de un genio político amante de la paz, como fue nuestro Héroe Nacional José Martí, y de la impaciencia de aquel grupo de jóvenes encabezados por Fidel Castro, quienes querían hacer realidad, y lo conseguirían en 1959, el sueño trunco de la verdadera independencia.

Pero la significación del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes no la podemos reducir a la rememoración de los detalles bélicos, y ni siquiera a sus consecuencias posteriores más inmediatas, como detonante de una de las revoluciones de mayor impacto tal vez en la era moderna.

Aquel “motor pequeño”, como le llamaban nuestros profesores a esta singular gesta que por estos días volveremos a conmemorar, no solamente está sembrado en la historia de Cuba como un acontecimiento decisivo del siglo XX, sino que ya forma parte de la memoria épica de todo un pueblo, por lo cual siempre será determinante para el futuro de la nación en cualquier época por venir.

Esa es la diferencia y ventaja notable del proyecto socialista que devino de aquella lucha por la liberación, en cuyo sustrato sí está la necesidad de preservar y estimular la fidelidad del pensamiento revolucionario de las generaciones presentes y futuras a sus orígenes como sociedad, en su búsqueda consciente de nuevas relaciones económicas, políticas y sociales entre sus hombres y mujeres.

Y que nadie vaya a interpretar que estos son devaneos sobre glorias idas a las que nos aferramos por sentimentalismos o persistencias gratuitas. Todavía tiene mucho que decirnos la epopeya del Moncada a quienes braceamos por desarrollar y dignificar a este país, en medio del gigantesco cuartel repleto de enemigos en que el imperialismo ha transformado gran parte de este planeta.

Este será, además, un 26 de julio en extremo inusual, por las propias condiciones que la actual coyuntura epidemiológica nos impone como consecuencia de la epidemia de COVID-19.

Las experiencias que hemos vivido en los últimos cuatro meses nos hablan también de la vigencia de ese espíritu combativo, de la importancia de la disciplina y la unidad de mando, así como de otro heroísmo mucho más cercano y no menos grandioso, como el de nuestro personal de salud en el enfrentamiento al nuevo coronavirus dentro y fuera de Cuba, con la participación de todo el pueblo, sus dirigentes e instituciones, en otro Moncada —esta vez victorioso— por la salud.

Así que celebremos esta efemérides no como una fecha relevante del pasado, sino como un acicate para trabajar y enfrentar las dificultades del presente y las interrogantes del futuro. Porque definitivamente, la lección del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, hoy nos hace más falta que nunca para entender que, por desesperado y disparejo que pueda parecer un combate, por incierto y preñado de obstáculos que se torne el camino, por dura o peligrosa que sea una derrota táctica coyuntural, solo quienes sean capaces de persistir en sus sueños de justicia tendrán la posibilidad de lograr la victoria. Esa es la historia de dónde venimos. Esa es la mejor defensa que tenemos.

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