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“Todo lo más que puede pasar es que la Revolución sea cada año más fuerte. ¡Y lo será!”

Por: Tubal Páez Hernández 

Matanzas fue la sede, en 1974, de la conmemoración nacional por el XXI aniversario del ataque al cuartel Moncada. Acerca de la significación que tuvo aquella celebración en la historia del Poder Popular, Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional, nos habla de sus recuerdos de ese día.

 

Foto: Tony Hernández Mena

Como matancero y dirigente del Buró Provincial del Partido, con apenas 30 años, ¿cómo valora 46 años después la trascendencia de aquella cita?

Ese 26 de julio quedó para siempre en mi memoria con particular emoción. En primer lugar por el privilegio de compartir con el Comandante en Jefe el homenaje a los compañeros que bajo sus órdenes cayeron ese día, jóvenes ejemplares, desinteresados y heroicos, entre ellos un grupo de matanceros.

En segundo lugar por el recuento que hizo Fidel sobre los resultados del experimento dirigido a probar en la provincia los métodos, mecanismos, regulaciones y todo lo relacionado con la constitución de los órganos locales del Poder Popular, con vista a su aplicación en la institucionalización definitiva del país establecida dos años después.

 

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Me emocionó mucho su descripción de la historia del territorio, desde las primeras y más importantes sublevaciones de esclavos de la isla, donde en 1868, el 47 % de toda la población, unos 100 mil seres humanos, era esclava. “Cientos de ellos perecieron en los combates, en la horca o se suicidaron”, dijo.

Fidel calificó aquellos hombres y mujeres como “precursores de nuestras revoluciones sociales”, antecesores de Juan Gualberto Gómez y de los que pelearon en Coliseo y Calimete en la Guerra de Independencia.

Citó a Guiteras y Aponte, caídos en el Morrillo, a los que asaltaron el cuartel Goicuría, y los que dieron su vida en Playa Girón o en la liquidación de las bandas contrarrevolucionarias.

 

En esas ocasiones, el líder de la Revolución solía resumir los avances en el desarrollo del país.

Ciertamente. En ese sentido mencionó cifras nacionales y de nuestra provincia, caracterizada por un pasado de pobreza, discriminación y abandono; señaló que ya en 1974 la tasa de mortalidad infantil de Cuba era la más baja del continente, con 27,4 por cada mil nacidos vivos, y la edad promedio de la población, de 54 años, había subido a casi 70. Hoy la mortalidad infantil es de 5 y la expectativa de vida se acerca a los 79 años.

No son cifras, sino vidas salvadas, sufrimientos evitados y posibilidades infinitas del desarrollo del conocimiento, ahora en función de un país más digno, justo, participativo y solidario.

El máximo líder definió el futuro económico y social del territorio como de trabajo intenso en todos los sectores, pero en especial en el de la construcción, dado los proyectos de nuevas escuelas, círculos infantiles, viviendas, carreteras, instalaciones agrícolas y ganaderas, y de los primeros cuatro hoteles de Varadero, playa que calificó como una mina de oro que tiene el país.

 

Retomemos las experiencias de Matanzas, donde se hicieron las primeras elecciones tras el triunfo de la Revolución.

El pueblo matancero se involucró de una manera casi total en los pasos del proceso, desde la elección de los presidentes que dirigieron las asambleas de nominación, la lectura colectiva de las biografías de los candidatos, la asistencia a las urnas, en más del 90 % en las dos vueltas, hasta los actos municipales de presentación de las nuevas autoridades.

Foto: Tony Hernández Mena

En su discurso Fidel calificó aquellas elecciones como las más puras en la historia: sin componendas, fraudes, demagogia, campañas politiqueras, bayonetas y fusiles a las puertas de los colegios, ni pugnas y rapiñas, muchas veces sangrientas, por repartirse el botín de los cargos, sino “elecciones del pueblo revolucionario, organizadas por el pueblo revolucionario”.

 

Compañero Lazo, las actuales generaciones asumen con naturalidad ese deber, y para los niños y sus padres es una fiesta; pero tuvieron que pasar muchos años, me consta, para borrar de la mente en la mayoría de los cubanos sus prejuicios relacionados con las palabras elecciones, candidatos, boleta, urnas, votos, etc.

Precisamente aquellas farsas repugnantes, de engaños reiterados, fueron una de las razones que movieron a jóvenes de la Generación del Centenario a pelear con las armas contra un régimen tiránico que lo primero que hizo tras el golpe de Estado de 1952 fue abolir la Constitución.

Sin embargo, además de las bases verdaderamente democráticas, el experimento implicó también una profunda descentralización administrativa y la promoción en el seno del pueblo de una conducta social basada en el conocimiento de la ley, y el hábito de acatamiento y respeto a las leyes.

De ahí que todo lo experimentado en Matanzas estuviera respaldado por leyes, normas, procedimientos y principios metodológicos, como los que regulaban las relaciones entre los órganos centrales y los locales, que los implicados y la ciudadanía debían conocer.

A muy pocos días del acto ya los delegados del Poder Popular recién electos habían pasado un seminario, que fue clausurado por el compañero Raúl Castro, Segundo Secretario del Comité Central del Partido, con un discurso, también memorable, sobre los antecedentes y el futuro de nuestro sistema político.

El paulatino perfeccionamiento del Estado y del Poder Popular dejó atrás para siempre la centralización administrativa y esquemas organizativos y mentales vividos en esos años.

Hago esta reflexión ahora, cuando tras la nueva Constitución la autonomía municipal se fortalece y las provincias tienen estructuras de Gobierno más eficientes y representativas.

 

Usted ha dedicado su vida a luchar y enfrentar grandes retos también por esas ideas y su materialización en la calidad de vida de todos los cubanos, principalmente como máximo dirigente político en las provincias de Matanzas, Santiago y La Habana. En sus encuentros con la población o los cuadros, suele relatar vivencias que expresan entrega y cariño hacia esos territorios; sin embargo, hacia la primera no puede ocultar un sentimiento especial y reiterado sobre pasado lejano, que le tocó vivir y sufrir como joven, pobre y negro en un rincón de Jovellanos, ¿siente usted orgullo de esto?

Foto: Tony Hernández Mena

Mucho, y me explico: una vez en el Aula Parlamentaria que tenemos en el Capitolio, un joven me preguntó cómo yo había llegado a ser presidente de la Asamblea Nacional. Entonces empecé a contarles que nací en piso de tierra y cenizas en La Isabel; les hablé de la dureza de la vida, de mis estudios interrumpidos, porque en casa no había dinero para el transporte diario a otro centro.

A veces converso con alguien o un grupo de personas y termino hablando de La Isabel y de Migdalia, mi mamá. Eso me pasa porque llevamos dentro de dónde salimos, dónde nos criamos, quién nos educó… Son recuerdos de nuestra formación que no podemos olvidar, y tienen mucho que ver con las ideas que defendemos.

Ese pasado no se lo deseo a nadie, pero no me pesa y lo recuerdo también junto a la obra edificada en más de 60 años, que hay que defender todos los días con valor e inteligencia, como actualmente ante la situación nacional e internacional.

Por eso no puedo olvidar, repito, la celebración de aquel 26 de Julio, como un hecho histórico extraordinario, expresión de la madurez alcanzada por nuestro pueblo y de vinculación directa con los ideales de justicia social e independencia que motivaron las acciones revolucionarias de 1953.

Recientemente el Presidente Díaz-Canel dio a conocer la estrategia económica y social de fortalecimiento de la economía en la nueva situación que impone el mundo pos-Covid-19, no solo para resistir, sino para avanzar y fortalecernos, ubicándonos en un campo de batalla donde señaló que la estrategia enemiga es la de atacarnos por varios frentes y disparar por todos los flancos posibles.

Al respecto dijo que “contamos con una historia suficientemente grande e inspiradora para lanzarnos a la pelea”. Ejemplos de ese pasado son, en los días que corren, las páginas que están escribiendo jóvenes de la actual generación. Ante similares desafíos cabe ahora la afirmación del Comandante en Jefe en Matanzas en 1974: “Todo lo más que puede pasar es que la Revolución sea cada año más fuerte. ¡Y lo será!”. Esa afirmación la ratificaría después, cuando definió la Revolución como “convicción profunda de que no existe en el mundo fuerza capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.

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