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AL PAN, PAN: Radio desde la aldea

Cien emisoras en todo el país, lo que viene a significar que muchos municipios cuentan con su medio de prensa, atento a sus realidades, a sus problemas, a sus desafíos. Contar con una emisora es un privilegio para cualquier comunidad.

 

 

El sistema de la radio nacional concibe a las emisoras locales, también, como plataforma para la promoción de los valores, las prácticas, los exponentes de la cultura de cada territorio.

Por eso una parte de la programación debe honrar ese acervo.

La radioemisora tiene la responsabilidad de dialogar con su contexto más inmediato, “zambullirse” en las agendas públicas y contribuir a consolidarlas, ser espacio de debate sobre los asuntos que interesen a los ciudadanos, aportar una visión constructiva, devenir contraparte responsable de las autoridades locales.

Y tienen también un compromiso con la historia local, con su investigación y socialización.

Este es el ideal. Y nos consta: muchas emisoras del país están a la altura de ese cometido. Pero otras, todavía, quieren emular, en cuanto a la conformación de sus programaciones, con las emisoras provinciales y nacionales; como si ser la voz de una comunidad les quedara pequeño.

No estamos hablando de calidad, de vuelo, de factura de la programación. Y en ese tema, obviamente, hay quien lo hace muy bien y quien no tanto. Se relaciona, muchas veces, con la tradición radiofónica de la región y con el rigor de las direcciones.

Pero no hablamos de ello, sino del universo que recrea cada emisora. La radio tiene que parecerse a sus oyentes; la radio es de sus oyentes. Y eso se concreta no solo en los espacios informativos, que obviamente tienen que ocuparse del panorama de la localidad, sino en toda la programación.

Estamos convencidos de que en cada lugar hay temas interesantes, muy específicos, que ameritarían acercamientos puntuales, lo cual no pueden hacer, con tanta eficacia y cercanía, las emisoras nacionales.

No significa, por supuesto, que haya que circunscribirse a lo que pasa en el poblado donde radique la estación, hacer como el aldeano vanidoso que cree que la aldea es el mundo. Pero se puede hablar del mundo desde la aldea. De eso se trata en defintiva.

 

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