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No hay brazos cruzados ante los coleros

El Gobierno revolucionario realiza ingentes esfuerzos para garantizar el abastecimiento de productos esenciales para la población ante la actual circunstancia epidemiológica. Sin embargo, algunas personas empañan con su actuar inescrupuloso este objetivo.

 

Diversos criterios escuchamos cada día sobre la reventa de mercancías, el acaparamiento y la venta de turnos ante las filas que bordean o pasan las tiendas, a las que muchos, tras horas de espera, ni siquiera llegan a entrar. Pero, realmente, qué hay detrás de este fenómeno y cómo se enfrenta.

 

Varios son los modus operandi de los denominados coleros. Algunos aguardan la hora del cierre de las tiendas en parques, portales y lugares cercanos. Sobre las 6 de la tarde, se comienzan a sacar libretas y repartir los turnos.

Quien apunta monopoliza los 10 primeros lugares en la cola; el resto se reparten en orden de llegada, si bien suelen concentrarse en pocas personas los 100 primeros tickets que los dependientes de la tienda entregarán en la mañana siguiente para la compra de los productos

A veces, utilizan a familiares, conocidos o clientes para marcar más de una vez o incluso en varias tiendas, lo cual les permite acaparar mercancías e intentar burlar las medidas adoptadas por el personal de los centros comerciales o los agentes del MININT que velan por el orden y el cumplimiento de las medidas sanitarias.

De cualquier forma ya, desde la noche, la cola está hecha. Luego, se disponen a vigilar la lista durante la madrugada, organizan la cola al día siguiente, y venden los turnos acopiados a la población o, en algunos casos, se lo canjean a los acaparadores por algún producto de la tienda.

 

 

Mientras, en La Habana Vieja y Centro Habana, zonas decretadas en aislamiento social, estas ilegalidades se han asociado además a la compra y venta por un valor de hasta 40 cuc de las tarjetas asignadas por el Gobierno a cada núcleo familiar, las cuales pasan a ser alquiladas ilícitamente a pobladores y coleros de otros municipios.

Las ilegalidades asociadas a las colas se manifiestan a lo largo de toda la capital, con una marcada presencia en Playa, lugar donde se concentra el mayor número de establecimientos comerciales abiertos. En Tiendas como la del Hotel Tritón, La Copa, 3ra y 70, la TRD situada en calle 3ra y 40, la Tienda Caracol emplazada en Vía Azul Avenida 26 y Avenida Zoológico, en los centros comerciales de 5ta y 112, Minimax de Vía Blanca y TRD Maravilla, la actuación de los “coleros” es más notable.

Disímiles son los artículos que viajan desde estas tiendas hasta las residencias de revendedores, para ser promocionados luego en redes sociales y en sitios webs como “La Cuevita”, “Todo se vende”, “Por la livre”, vitrinas del mercado negro que persiste en la Isla. Por ejemplo, una ciudadana, desde su casa en San Miguel del Padrón, revende a precios exorbitantes artículos que casi llegan a la cesta de algunas de las personas que tras filas interminables regresaron a casa sin ticket y con las manos vacías. A ellos, la señora les vende el paquete de pollo a 20 CUC, el detergente a 4, según el tipo, el litro de aceite envasado a 100 CUP y las salchichas a 60 pesos en moneda nacional.

Al sobreprecio se suman otros peligros para los clientes del mercado negro como el de ser estafados, y el riesgo de que los productos adquiridos estén adulterados o incumplan con las medidas de inocuidad.

Las autoridades competentes no se han quedado de brazos cruzados ante tales sucesos. Desde el inicio de la pandemia, en el país se ha actuado sobre 1 285 coleros. De ellos, 453 recibieron medidas profilácticas, 634 fueron multados y 280, acusados por los delitos de Actividad Económica Ilícita, Desobediencia, Acaparamiento y Propagación de Epidemias. De las 1 367 acciones de enfrentamiento realizadas en la capital, el 85% se concentró en los municipios Centro Habana, Playa, Plaza, Diez de Octubre, Habana Vieja, Boyeros y San Miguel del Padrón.

 

Asimismo, el Presidente de la sala de lo penal de Tribunal Supremo Popular, Magistrado Otto. E. Molina Rodríguez, nos definió en qué consisten las tipicidades delictivas entre las que incurren los denominados “coleros” y su sanción en el código penal. Afirma que es un fenómeno que posee una peligrosidad que lo enmarca en los tipos penales que el código prevé: actividad económica ilícita, la especulación y el acaparamiento. Estos delitos influyen en el desabastecimiento de los comercios y provocan una alteración en la correcta distribución y consecuentemente, no lleguen a las personas todas las mercancías necesarios para satisfacer sus necesidades.

Explicó que la actividad económica ilícita está previsto en el artículo 228.1 y prevé que, el con ánimo de lucro, realice alguna actividad de producción, transformación, venta de mercancía o prestación de un servicio sin la debida licencia. Contempla un marco sancionador desde 3 meses a 1 año de privación de libertad o multas de 100 a 300 cuotas, o ambas sanciones.

En el caso de que la persona haya adquirido los productos pero su propósito es revenderlo, estaría incurriendo en el delito de especulación previsto en el artículo 230 inciso a, del código penal. Respecto al acaparamiento, según explica el magistrado, este delito cuando se aprueba por el Tribunal no discurre por buscar ánimo de lucro, sino a partir de que la persona intenta acaparar productos para sí, pero en cantidades injustificadas acorde a sus necesidades normales.

El pueblo es el mayor afectado con el actuar oportunista de estas personas, por lo que corresponde a la mayoría impedir que unos pocos acaparen lo que nos corresponde a todos. Dicho problema está lejos de llegar a feliz término, si bien se continuará enfrentando por las autoridades cubanas, con el apoyo decisivo de la población.

(Tomado del sitio digital del MININT)

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