Cada vez es más difícil articular una programación especial para el verano en la televisión. Hace décadas, cuando contábamos solo con dos canales, era cuestión de proponer más horas de programación, estrenar algunos programas musicales, algunos dramatizados de producción nacional o extranjeros, varias películas, y muchos animados y espacios para niños.
Pero ahora hay casi una decena de canales, algunos de ellos cubren las 24 horas, y los esquemas de producción nacional de teledramatizados y grandes musicales viven, ciertamente, una crisis, agudizada por las limitaciones que ha impuesto la contingencia sanitaria.
Si es difícil garantizar una programación habitual, imagínense una concebida específicamente para el verano, que es la época de las vacaciones de buena parte de la población y, por lo tanto, hay más personas viendo la televisión.
Con el impacto de la Covid-19, con todas las medidas que se aplican en estas fases de recuperación, se han reducido sensiblemente las opciones de entretenimiento en muchos centros culturales de las ciudades y comunidades. No hay grandes conciertos, no hay convocatorias que impliquen la confluencia de muchas personas. No hay carnavales ni fiestas populares. Y hay que pensárselo muy bien para ir a la playa. Así que la televisión, y eso lo han señalado varios de sus directivos, se consolida como la gran plataforma para el ocio en estos meses.
Hay que reconocer que se está haciendo un gran esfuerzo. Pero hay que entender también que el público en general no suele valorar en demasía el empeño, sino el desempeño. Opiniones ya hay muchas.
Es correcta la decisión de distinguir cada canal con una programación específica. Ha sido acertada la determinación de que TeleSur se extienda a las 24 horas, ya contamos con dos canales internacionales de información continua, a los que se suma la señal del canal Caribe. La información está bien servida.
Hay también una buena batería de series internacionales, muchas de ellas de excelente factura. La oferta cinematográfica es significativa. Y hay que aplaudir también la inclusión de espacios para el disfrute de importantes obras de las artes escénicas, en versiones televisivas.
Los estrenos de algunos telefilmes de producción nacional, y de una nueva temporada de Lucha contra bandidos, son también una buena noticia. Y la programación infantil, repartida en varios canales, garantiza que los niños tengan propuestas durante todo el día.
Hay que trabajar en sistema, para que la segmentación de los públicos tenga sentido.
Las carencias más notables son la de los grandes musicales y la de los juegos multideportivos. Obviamente no se pueden paliar, en el caso de los musicales, con programas de menor formato, realizados con los imperativos de la contingencia. Y si hablamos de deportes, el futbol internacional ayuda, pero faltan las emociones de las demás disciplinas en vivo y en directo.
Las circunstancias mandan. Son tiempos difíciles. No obstante, hay propuestas interesantes, aunque muchas personas digan que no tienen nada interesante para ver. Lo ideal sería que diversificáramos también las opciones. Leer un libro, escuchar la radio, compartir juegos de mesa con la familia o hacer ejercicios. En definitiva, todavía hay muchas maneras de disfrutar el verano.