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La historia en un Palacio

Los polemistas fueron Lázaro Peña, quien ese año había sido electo secretario general de la Confederación de Trabajadores de Cuba, y Eduardo Chibás, del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) quienes pro­tagonizaron un contrapunteo en torno al comunismo y el na­cionalismo. El debate fue trans­mitido por radio y se situaron amplificadores para que se es­cuchara en la calle. Se dice que no hubo vencedor en la discu­sión, debido al límite del tiempo radial.

Foto: Heriberto González

El escenario de aquel encuen­tro fue el Palacio de los Torce­dores y ocurrió en 1939, poco después de creada la CTC. El inmueble —sito en San Miguel número 662 esquina a Marqués González, en el municipio capi­talino de Centro Habana— fue construido por iniciativa y con los fondos de la Sociedad de Torce­dores de Tabaco de La Habana, e inaugurado el 14 de julio de 1925, hace ya 95 años.

En opinión del Máster en Ciencias Sociales Silvio Jova, a través de la historia de este edi­ficio se puede seguir el devenir de varias décadas de la nación, particularmente del movimien­to sindical. Quien recorra hoy las espaciosas aulas de su últi­mo piso puede imaginar el afán por aprender de los obreros ma­triculados en la Universidad Popular José Martí, una excep­cional oportunidad concebida por Mella para la superación cultural y política de los trabajadores, con un profesorado de lujo.

Otros detalles menos conoci­dos son también relevantes: un asiduo concurrente al local era el líder tipógrafo Alfredo Ló­pez, alma de la primera confe­deración sindical cubana, ase­sinado por el machadato. En la imprenta El Ideal, existente allí, se publicaron diversos ma­teriales para la lucha antima­chadista. En el edificio se ela­boraron los documentos para el congreso constitutivo del Sin­dicato Nacional de Obreros de la Industria Azucarera en 1932, que contó con la participación de Jesús Menéndez; y tras la caída de Machado, se prepara­ron los materiales del IV Congreso de Unidad Sindical de la Confederación Nacional Obre­ra de Cuba (Cnoc). Antes de concluir las sesiones del Con­greso falleció Rubén Martínez Villena, cuyos restos mortales tuvieron en el Palacio tributo póstumo.

Además, en el inmueble se creó en 1938 la Federación de Trabajadores de La Habana, en­cabezada por el líder del trans­porte José María Pérez, y fue re­cibida la delegación sindical que viajó a México para asistir a la fundación de la Confederación de Trabajadores de América Latina (Ctal) con la encomienda, a su re­greso, de trabajar por la creación de la CTC.

Pocos saben que el Palacio de los Torcedores fue una de las sedes temporales de la Confederación hasta que se instaló en el edificio de San Carlos y Peñal­ver, pero al ser asaltado por la policía en 1947, la legítima dirección de la Confederación re­tornó a los Torcedores, hasta el siguiente año.

Allí radicaron la Asociación de la Prensa Obrera de Cuba, la Sociedad Popular de Conciertos y el Teatro Popular dirigido por el destacado actor y dramaturgo Paco Alfonso.

Cuenta Silvio que un día él se encontraba parado en la puer­ta del inmueble y un viejo vecino le dijo: “Ahí, donde está usted de pie, Fidel Castro esperaba a su novia que vivía cerca, la que fue después madre de su primer hijo”. Y no era de extrañar la presencia del futuro líder de la Revolución en esos lares, porque en el popu­lar barrio de Cayo Hueso, en que está enclavado el inmueble, reali­zó una intensa labor política per­sona a persona, como candidato de la Ortodoxia, y de sus pobla­dores salieron varios asaltantes al Moncada.

En el Palacio se les rindieron honores póstumos a distintos lu­chadores sindicales asesinados, como Miguel Fernández Roig, Aracelio Iglesias y Carlos Rodrí­guez Careaga.

A propuesta del XII Congre­so de la CTC funcionó en el lu­gar un museo obrero a cargo de Haydée Guash, dirigente obrera comunista y viuda del intelectual igualmente comunista Carlos Fernández R.

Por la rica historia que ate­sora, el Palacio de los Torcedores fue declarado Monumento Na­cional.

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