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Más que producir alimentos, lograr la soberanía alimentaria y nutricional

El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, sostuvo este viernes en el Palacio de la Revolución un nuevo encuentro con científicos y expertos de prestigiosas instituciones  cubanas, vinculados a temas de soberanía alimentaria y nutricional, en el que abogó por abordar este asunto desde un punto de vista integral, donde se reconozcan todos los eslabones en materia de alimentación.

 

Foto: Estudios Revolución

 

Muchas veces reducimos los debates solo a la producción de alimentos, consideró, sin abarcar otros procesos que también intervienen, como “la introducción de resultados científicos, los problemas en la comercialización y la distribución, el consumo asequible, la nutrición, los buenos hábitos y, en fin de cuentas, la implicación de la alimentación y la nutrición en la salud de nuestro pueblo”.

En esta reunión de trabajo — la segunda desde que se decidió extender a la producción de alimentos el mismo sistema utilizado para enfrentar la epidemia de la COVID-19 desde la ciencia — el Jefe de Estado resumió los dos aportes esenciales que han surgido de estos primeros intercambios con la comunidad científica: el diseño de las políticas y las normas jurídicas para la extensión agraria y también para los bioproductos. Esto hay que empezarlo a trabajar de inmediato, indicó, con el apoyo de juristas desde el inicio.

Precisamente en la cita de este viernes—en la que participaron el vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, y el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz — el tema a debate fue el Programa de Bioproductos de Uso Agrícola en Cuba, un asunto que recobra vital importancia en medio de las tensiones económicas que vive la nación, cuando se dificulta la habitual importación de fertilizantes y plaguicidas.

Al respecto, Luis Agustín Gómez Jorrín, director general del Instituto de Suelos, señaló que en el territorio nacional cada año en la campaña agrícola se siembran alrededor de 827 mil hectáreas de cultivos y unas 200 mil de caña de azúcar, pero solo se cubre con agroquímicos el 20%.

El programa reconoce, puntualizó el investigador, “que la producción de biofertilizantes y bioestimulantes puede sustituir entre un 25 y un 50% de los fertilizantes minerales; y la aplicación de bioplaguicidas va a poder suplir el 40% de los plaguicidas químicos”.

Gómez Jorrín explicó que en la actualidad existen 39 productos priorizados y hay otros 18 en fase de desarrollo, “lo cual indica que el programa no se ha detenido a pesar de las limitaciones”. Entre los biofertilizantes están el BIOFER, el AZOFERT, el NITROFIX y el DIMARGON; entre los bioestimulantes el FITOMAS y el BIOBRAS; los bioplaguicidas suman otros 23; además de la importante gama de productos NEREA, derivados de la zeolita. Los niveles de producción de esas líneas  están hoy por debajo de lo que demanda el país y hacia allí se estará dirigiendo el desarrollo de este importante programa.

El director general del Instituto de Suelos detalló que para suplir las necesidades actuales de la agricultura cubana el programa se ha concebido en tres fases: la primera comprende el uso eficiente de las capacidades funcionales disponibles; la segunda, la recuperación de las capacidades instaladas y la creación de otras nuevas; y la tercera, el funcionamiento integral de todo lo diseñado.

A partir del análisis realizado y la importancia del uso de los bioproductos en la producción de alimentos en las condiciones actuales de la economía, destacó Gómez Jorrín, que urge contar con una política para la producción, desarrollo y uso de los bioproductos a nivel nacional; así como proteger con diferentes bioproductos los cultivos priorizados, como parte del manejo sostenible de la nutrición y la protección fitosanitaria.

En el interesante intercambio de los científicos y expertos se plantearon novedosas experiencias con el uso de biofertilizantes, bioestimulantes y bioplaguicidas, por ejemplo en la Estación Experimental de Pastos y Forrajes “Indio Hatuey”, de Matanzas; así como la vinculación entre universidades y empresas; la sostenibilidad de este programa más allá de coyunturas económicas; la participación directa de los productores y su capacitación; y la aplicación preventiva de los bioproductos.

Se destacó la visión estratégica del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien desde el inicio de la década del 60 del pasado siglo se refirió a la importancia de la fertilización de los suelos con microorganismos e impulsó el programa nacional de lucha biológica y otros proyectos destinados a utilizar la ciencia en la producción agroalimentaria. Un legado que habrá que seguir rescatando.

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