Han pasado algunos años y aún la mirada inquisidora de la niña atrapa desde el primer instante. El hermoso rostro no pasa inadvertido entre los transeúntes de la avenida 19, en el municipio capitalino de Playa. Este es uno de tantos que reflejan rostros infantiles y que forman parte de la serie Colosos, del artista cubano Maisel López.
Según declaró a esta periodista, desde niño descubrió su gusto por la pintura, y recuerda que mientras estaba en la escuela primaria siempre tuvo libretas dedicadas al dibujo. Ya a los 14 años ingresó en un taller de artes plásticas y posteriormente se graduaría en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro.
Defensor del concepto martiano de que “los niños son la esperanza del mundo”, amante de su Patria y sus raíces, el artista no se detiene aún en tiempos de la Covid-19. De acuerdo con sus palabras, “esta ha sido una oportunidad para crear” y ha buscado alternativas para llevar a través de sus obras este escenario que vive la humanidad.
La idea de los retratos en muros de diferentes áreas de La Habana, ¿en qué momento nació?
Comencé a inicios del 2015. Un vecino tenía una pared amplia cerca de mi casa y le pregunté si podía realizar algo en esta. Me dio el permiso y elaboré mi primer mural, nunca con la idea de hacer algo en serie. Pero al ver el impacto que tuvo entre las personas y el disfrute en verme pintar, me propuse entonces conceptualizar una serie. Fue así que inicié esta travesía en la que ya suman más de 45 obras.
¿Qué haces para que tus pinturas perduren más allá del tiempo en esos muros?
Las pinturas que utilizo son de aceite y acrílico, trato de que sean lo más duradera posible. No obstante, siempre llevo en mi mente la idea de que no son piezas eternas. Quedarán registradas eternamente en la fotografía y en el recuerdo popular, pues nuestro clima es muy húmedo y tarde o temprano termina dañando las piezas.
Durante el aislamiento necesario por la covid-19 ¿Qué has hecho?
Muy activo creativamente. He realizado varias piezas en lienzo para futuros proyectos expositivos. También formé un grupo a través de WhatsApp, al que le imparto clases de artes plásticas durante dos días de la semana; son más de más de 100 artistas aficionados. Por estos días, realizo uno de mis Colosos en un sitio muy importante para la ciencia cubana, el CENIC. Todo esto siempre adoptando las medidas higiénico-sanitarias indicadas.
Con la Covid, ¿no te resulta difícil pintar, sin poder descubrir totalmente el rostro de la persona?
La obra de un artista es el reflejo de una sociedad, de una realidad y mi obra no está apartada de esto. Por supuesto, las obras que he realizado en el 2020 quedarán marcadas por esta situación, tendrán ese sentir. Pero también están impregnadas de la cubanía que les caracteriza y del sentido de patria que es inherente en mí como creador.
Eres un artista que ha hecho parte de su obra bajo la mirada inquisitiva del público. ¿Te incómoda o te motiva?
El público siempre es un motivo e inspiración. De hecho, te decía que para la serie Colosos, en parte, el motor impulsor fue el mismo público con sus reacciones. Me encantó tanto que la obra estuviera directamente en las manos del espectador, que lejos de verlos con mirada inquisidora, los tengo más bien como parte indisoluble de mi obra. Sin ellos no tendrían sentido los Colosos.
¿Por qué tú autorretrato?
El autorretrato con nasobuco es una pieza que dialoga de nuestro tiempo, de nuestro presente. Como artista me reflejo con este elemento que ha pasado a formar parte de nuestra vida cotidiana y además es una pieza que hace un llamado a la conciencia colectiva.