A 175 años de su primer aliento de vida Antonio Maceo Grajales está perpetuado en la médula de la nación.
Es tanta su grandeza que ni el tiempo lo desdibuja, todo lo contrario, lo regresa cotidianamente, en especial cada 14 de junio (Santiago de Cuba, 1845) y 7 de diciembre (Punta Brava, 1896) con más fuerza cada vez.
Sus lecciones de ayer se muestran más nítidas hoy: las del mambí sobre corcel con machete en mano; las del pensador de pluma precisa y aquella alerta tan de ahora mismo: “quien intente apropiarse a Cuba…”; la del estratega militar haciendo de la invasión de Oriente a Occidente un hito internacional; la de Baraguá y la intransigencia frente al enemigo con aquel “no nos entendemos”.
Así lo recordamos, lo sentimos, lo seguimos. Así lo honró este domingo, en el día de su natalicio, una representación del pueblo santiaguero que se dio cita en la plaza que lleva su nombre en la Ciudad Héroe.
Flores junto a la llama eterna a título del pueblo de Cuba fue el tributo al Titán, a ese que puso lo más sagrado en su justo lugar: “La patria ante todo”.