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Salir también de Guatepeor

Casi medio año transcurrió de este 2020 y resulta evidente que la economía cubana no marchará por los rumbos que estaban previstos en su plan anual.

Ya lo decía en una reciente reunión Consejo de Ministros Alejandro Gil Fernández, viceprimer ministro y titular de Economía y Planificación, que sin turismo y con un recrudecimiento del bloqueo, no es posible esperar que nada pase.

No obstante, una revisión de los conceptos principales que en diciembre pasado fundamentaron las proyecciones económicas para el actual ejercicio, revela que los ajustes a realizar guardan más relación con las dimensiones del problema que con la definición de principios o prioridades.

Quizás por eso a estas alturas de junio, luego de tres meses de enfrentamiento a la epidemia del nuevo coronavirus en la nación, las afectaciones para la ciudadanía, aunque notorias, no son lo dramáticas que podrían haber sido.

Pero de igual modo es cierto que los efectos negativos acumulativos, también como consecuencia de un contexto internacional de crisis económica, por lo cual debemos prepararnos para peores escenarios.

Ya sabemos que las importaciones planificadas, que en un 40% consistían en alimentos y combustibles, se volverán casi imposibles de concretar. Por eso la estrategia enunciada de otorgar los mayores recursos posibles a la agricultura y a la industria nacional cobra todavía más importancia.

En tal sentido, pasan a ser esenciales los proyectos de desarrollo local, cuya previsión inicial de tan solo 189 de carácter productivo, el 67 % del total, requiere, sin duda, de una corrección al alza. En la actual circunstancia estas iniciativas no serían suficientes, ni en cantidad ni en proporción, y habrá que potenciar al máximo la iniciativa municipal, con mínimos recursos e inversiones.

Sobre este otro aspecto del proceso inversionista está clara la decisión de no detener las obras que vinculan con los principales programas de desarrollo, como las hidráulicas y las relacionadas con la generación eléctrica, y además con las exportaciones del país, aunque sí se plantea posponer las menos avanzadas y solo dar prioridad a las que estén próximas a su culminación.

En esa dirección habría quizás que reevaluar, por ejemplo, las 4 mil nuevas capacidades hoteleras que preveía el plan de la economía para este año, pues si bien el turismo resultará clave para el futuro, su gradual recuperación, en un mundo con pandemia y otra noción de “normalidad” por venir, no será definitivamente al mismo ritmo de crecimiento que traía la industria global del ocio.

El ahorro, un recurso infinito de todos los tiempos con el cual todavía tenemos muchas cuentas pendientes en Cuba, emerge como otro asunto crucial, pero sobre bases distintas.

Las propias respuestas organizativas y laborales que el Gobierno implementó y convirtió en parte del plan nacional de control y prevención de la COVID-19, dejan muchas pistas y lecciones sobre maneras de hacer lo mismo, e incluso más, con menos gastos y hasta con mayor efectividad o eficiencia.

El necesario incremento de las exportaciones, otra asignatura donde no tenemos las mejores calificaciones, definirá en gran medida no solo la dimensión mayor o menor del golpetazo económico que nos viene encima, sino la posibilidad de superarlo de un modo más rápido, si somos capaces de aprovechar bien las oportunidades que pudiera depararnos un probable mercado internacional desabastecido pos-COVID.

Pero para ello habrá que acelerar transformaciones incipientes en la forma de identificar rubros exportables y, sobre todo, de descentralizarlas y apoyarlas, para motivar directamente a quienes produzcan y vendan en el exterior.

Así, son disímiles y complejas las aristas para analizar los difíciles derroteros económicos que deberemos transitar en el corto y mediano plazo. Ya este 2020 partía con un pronóstico de bajo crecimiento económico de alrededor del 1 %, lo cual casi seguramente no podremos conseguir.

No obstante, aunque estamos en un escenario enredado que nos recuerda aquel viejo refrán sobre “salir de Guatemala”, todavía hay capacidad para reinventarnos y —con ese pensamiento más innovador y colectivo al cual nos convocaba el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez en el ya citado Consejo de Ministros, conseguir también salirnos de Guatepeor.

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