Cincuenta Cuentan. La frase resume las cinco décadas de Trabajadores. Ese tiempo no es el mío. Yo debuté en octubre del 2007. Mi hermano, el periodista Norge Céspedes, me ayudó a poner los ojos en el semanario.
Él insistió hasta la saciedad para que yo me hiciera de un huequito en el mismo diario donde escribían o habían escrito periodistas por mí admirados. No había corresponsal en Matanzas…
Norge terminó convenciéndome. Llamé a Gabino Manguela, a quien único conocía allí. “Bueno, déjame preguntar”… Y preguntó. Hoy Gabino Manguela es mi jefe, como antes lo fue Marisela Pérez Punday, ella, dedicada en cuerpo y alma a sus corresponsales, me dio la bienvenida con un: “Ojalá puedas escribir como lo hacía Valdés Rionda”, un colega a quien no conocí (había fallecido cuando llegué a Matanzas), pero era un auténtico periodista, de esos que “las sacaba de debajo de la manga”, me dijeron y yo misma lo descubrí. Lo había leído y disfrutado.
Yo nunca seré tan productiva como él, ni como ningún otro de mis colegas. A mí no me importa la productividad, tampoco le importaba a Canela, nuestro querido Canela, ese director que cuando me abrió la puerta de su oficina, solo me dijo, escribe y hazlo bien. Olvídate de la cantidad que tienes que enviar, trabaja con calidad. Eso siempre será lo importante. Ese consejo tal vez no lo cumplí, pero sí lo he intentado.
Trabajadores ha sido una familia, en la que se sufre y se disfruta. Se aprende y se reciben y dejan ir miembros. A los que conozco y ya no están, siempre los he oído hablar con cariño de “su Trabajadores”. Así también hablo yo de Sierra Maestra, el periódico de Santiago de Cuba, mi segunda Universidad, esa redacción donde tantas notas rompí por no complacer a los que me enseñaron a dejar el pellejo, el corazón, a “bajar hasta los huesos” en cada línea construida.
Como antes lo fue allá en mi tierra natal, mi suerte ahora está en Trabajadores y en la posibilidad de compartir con Cuba lo sucedido en mi amada Matanzas, una deuda no saldada y eso lo saben la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y sus sindicatos.
A la CTC matancera debo un crecimiento profesional y humano no imaginado por mí. Ese ha sido mi mejor regalo. La manera de entender la importancia de lo que hace un periodista, de estar siempre para su periodista, aunque a ellos mismo algunas veces esta periodista haya tenido que cuestionarlos.
Mis colegas lo saben. La CTC de Matanzas se ha entregado completa siendo la sede de encuentros de corresponsales o de los premios del concurso Primero de Mayo… De eso me he ufanado siempre, y lo hago para que mi suerte sea también la de todos mis colegas.
Ha sido una dádiva también, no lo puedo obviar, aprender de los dirigentes sindicales, especialmente del turismo, estatales y no estatales, el sector que atiendo. Hay una escuela ahí para no subestimar.
Justo por la ayuda de la CTC y los sindicatos de Matanzas, se siente una cómoda a la hora de trabajar para Trabajadores, una suerte de ligas mayores del periodismo, desde sus orígenes hasta hoy, claro que con sus altas y bajas en los contenidos, con batazos largos y cortos, y hasta con ponches, pero siempre intentamos escribir lo mejor que sabemos o podemos.
Desde abril del año pasado, el semanario de los lunes comenzó a salir con la mitad de sus 16 páginas. Y eso es un problema, fundamentalmente, para los que somos corresponsales en las provincias. En Matanzas ya saben los dirigentes de la CTC lo difícil de colar una nota en la versión impresa y ahora dicen. “Bueno Juanita, sácalo en la web”.
Como los dirigentes de la CTC del país, como los lectores, también quiero un diario impreso, ese que mucha gente sigue esperando con ansias cada lunes. Por lo pronto, hemos disfrutado de las dos ediciones en colores y a 16 páginas por esos días publicadas. Son señales de lo que está por venir.
Con ese regalo también sueño y con la posibilidad de un periódico siempre mucho mejor (también en la web). Y sueño con una fiesta (que sea Van Van Joel García), con una fiesta “cuando las condiciones lo permitan”, una frase de la maldita época pandémica.
Cuidémonos sí, cuidémonos. Eso debemos hacer, porque en casa no podemos quedarnos… El país nos necesita y no es muela. La Revolución nos necesita y no es teque. Hay mucho por decir y hacer desde Trabajadores. Cincuenta Cuentan.
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