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RETRATOS: Un susto, pero también un regalo

Magali García Moré no necesita mucha presentación entre los periodistas cubanos. Conocida y respetada, no pone distancia entre quienes le rodean, y para dirigirse a ella no prefiere ningún título de los que ostenta, ni siquiera su nombre completo, simplemente le gusta que le digan Maga.

Foto: Yoandry Ávila

Y no requirió de una varita para lograr en su vida todos los sueños. Madre de cuatro  hijas, abuela, bisabuela, la Premio Nacional de Periodismo José Martí rompió tabúes desde muy joven en una sociedad que era eminentemente machista. Demostró que la belleza en la mujer no contradice la inteligencia, como algunos han pretendido esgrimir. Participó en la lucha clandestina, salió a las calles a recibir la Caravana de la Libertad el 8 de enero de 1959, y desde entonces ha estado comprometida con la Revolución contra viento y marea.

De maestra normalista en 1966 se convirtió en periodista, en respuesta a un llamado de la Unión de Jóvenes Comunistas. Y el periódico Granma fue la escuela donde aprendió el difícil mundo de la inmediatez y las preguntas clásicas del lead, que luego se complementarían con los estudios universitarios.

Casi sin pensarlo llegó a ser miembro del Secretariado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC), y descubrió a hombres y mujeres excelentes, entregados con amor a su labor. Cinco años después, en 1982, llegó al periódico Trabajadores, primero como subdirectora, y en menos de un mes ya era la directora, primera mujer en estar al frente de un periódico de alcance nacional.

A nadie le enseñan a dirigir un periódico

Aún le gusta visitar la redacción, ahora en un lugar diferente, pues antes se encontraba en la calle Virtudes, entre Águila y Galiano. De cualquier oficina sale un colega que la saluda con un beso y un abrazo. Se siente querida. Confiesa que junto a algunos de ellos emprendió una significativa etapa de su vida. Llegaba a las diez de la mañana y se iba pasadas las dos de la madrugada, con olor a tinta en las manos de la prueba de la publicación recién salida.

“Es que a nadie le enseñan a dirigir un periódico. Yo había ganado un poquito de experiencia en el Granma, pues por la Upec me invitaban a las reuniones del consejillo editorial y veía cómo se planificaban las páginas, pero ser la máxima responsable en decidir qué se publicaba era otra cosa».

Trabajadores fue para mí un susto, pero también un regalo porque regresé al periodismo”, expresó Maga, quien reconoce la importancia que para ella tuvo la permanencia en el SNTC. “Logré reunir elementos claves para entender qué hacer con el periódico, qué podía interesar y motivar a los afiliados. Incorporamos materiales sobre la labor de los innovadores. La sección Apartado 2009, así como la de Salud estaban entre las páginas más leídas por los asuntos que abordaban. Los sábados se publicaban lecturas refrescantes, pero siempre tratando de acercarlas al perfil”.

Recuerda que se adentraron en temas polémicos. “Reafirmamos  que el sindicato fuera una contrapartida de la administración en el sentido más revolucionario”. En relación con esto, Magali trae a colación ideas expuestas tiempo después por el querido profesor y colega Julio García Luis. “En el libro ¿Qué periodismo queremos?  aseveró: ‘El discurso político y el discurso de los periodistas deben entroncar. No hay que contraponerlos. Uno continúa al otro. El discurso de los periodistas —que puede ser el de la Upec o el de sus círculos especializados, o el de los colectivos y periodistas individuales— es  el que puede dar vitalidad y sentido real al discurso político en esta esfera, que sería de otro modo un marco vacío’.

“La única manera de contribuir a la solución de los problemas es adentrarnos en estos con objetividad periodística. Realmente en la etapa que estuve al frente de Trabajadores tuve apoyo de la dirección de la CTC, pero también hubo algunos desacuerdos. Y cuando se dio el caso de cierta incomprensión por parte de un trabajo publicado estuvimos al lado del periodista”, subrayó.

Maga apuesta por el estilo de trabajo colectivo. «Compartir entre todos las tareas fue estimulante”, afirmó, y muchos nombres de colegas salieron de sus labios. “Era un grupo bastante numeroso, entre ellos estaban Renato Recio y Nancy Robinson, ya fallecidos; así como Juan Duflar, José Alejandro Rodríguez, Luis Sexto, Jorge Rivas, Manuel Fernández Malagón, Gabino Manguela, Evelio Tellería, Rebeca Antúnez, Iraida Calzadilla, Caridad Laffita, Heriberto Chao, y otros tantos. No quiero seguir mencionándolos para no ser injusta.

“No concibo a un director que no interactúe con sus trabajadores, no puedes estar ajena a lo que pasa en el colectivo, no conocer cuáles son sus problemas y dificultades, y lo más importante, ver cómo los puedes apoyar. Un jefe no es nadie sin un colectivo que le responda”, dijo con modestia la profesora de un gran número de periodistas, unos mayores, otros empezando su profesión.

“En realidad aprendí un poco en el Granma, pero el ciclo se completó en Trabajadores. Hubiera podido estar ahí mucho tiempo, desarrollando nuevas ideas, recreando cosas en las que habíamos pensado, pero llegaron otras tareas y nunca he dicho no a ninguna”. Y así ha sido en cada sitio donde ha estado, dejando tras de sí buenos recuerdos, tal y como dijo uno de sus compañeros: Toda persona que haya conocido y trabajado con Magali tiene un pedazo de ella en su corazón.

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