Si usted nunca ha recorrido nuestra isla de un extremo a otro, le será difícil comprender la gran proeza de este atleta cubano. Si usted nunca ha montado bicicleta para trasladarse largas distancias, podría parecerle exagerado tantos kilómetros y años de pedaleo. Sin embargo, la ficción está fuera de esta historia. Eduardo Alonso es el único hombre que ha ganado seis Vueltas Ciclísticas a Cuba. Sirva esta entrevista, publicada en el libro Medallas al Corazón para conocer más de uno de los deportistas más grande de este país de todos los tiempos.
Esta historia es de dos Eduardos tan idénticos que son uno mismo. Estos son las reflexiones, los pensamientos, los recuerdos del mejor ciclista cubano de la década de los ochenta del pasado siglo y uno de los más integrales de todos los tiempos, que lloró a los seis años cuando le quitaron su primera bicicleta con la misma angustia de hace unos años, al verse excluido entre los 100 mejores atletas del siglo XX en su país.
Si nunca ha recorrido nuestra Isla de un extremo al otro le será difícil comprender una de las grandes proezas de este atleta cubano. Si nunca ha montado bicicletas para trasladarse largas distancias podría parecerle cierta exageración tantos kilómetros y años de pedaleo. Sin embargo, en medio de la ficción de esta entrevista, permanece real el único hombre que ha ganado seis Vueltas Ciclísticas a Cuba. A punto de cumplir los 42 años, conocimos más detalles de su impresionante paso por las carreteras, iniciado con la frase profeta de su primer entrenador, Bertico, en Bahía Honda: “Este muchacho es guapo”.
Qué años aquellos, Alonso, 1977 y 1978, en los que saltamos de la EIDE a la ESPA en un abrir y cerrar de ojos. ¡Cómo se corría todos los fines de semana! Desde los Juegos Nacionales Escolares se sabía que no daríamos en la pista, de ahí la mudanza rápida para la ruta. La primera competencia grande en Colombia, la Clásica Transpensilvania, en 1979, cuando éramos juveniles, nos confirmó que podíamos. Tú con las cualidades físicas, y yo como tu conciencia.
“En ese torneo, fui el único cubano que terminó y el mejor extranjero en la clasificación. Tenía motivaciones muy grandes. Luego participé en la Vuelta a Chiapas en México y a Trujillo en Venezuela. En 1981 corro mi primera Vuelta a Cuba y concluí tercero, nueva marca para novatos. No pensaba en el peligro y bajaba a 80 kilómetros por hora las carreteras mojadas. En 1982 asistí a la Vuelta al Táchira en Venezuela, y cuando faltaban dos etapas -iba en segundo lugar- me enfermé del estómago y caí al onceno puesto. La Vuelta a Cuba de 1983 me reservó otra vez el mismo puesto, tercero, pues vinieron dos alemanes fortísimos en el ciclismo mundial, y me faltó madurez en ocasiones para enfrentarlos.”
Pero nada de lamentaciones. Comenzaba entonces la era de Alonso. Ese mismo 1983 ganamos el segundo lugar en el prestigioso Giro de las Regiones en Italia, prueba de ocho etapas en seis días en las que intervinieron nada menos que 29 países. En febrero de 1984, obtuvimos la primera camiseta de líder en la Vuelta a Cuba y un año después perdimos la que más fácil íbamos a ganar. En el tramo Camagüey-Ciego de Ávila se escaparon unos europeos y no pudimos cogerlos. Te acuerdas el consejo de entonces: no puedes ser modesto. En estos giros no puedes confiarte de nadie. Y lo aprendiste requetebien…
“La victoria en la Vuelta al Táchira en 1986 fue casi completa pues gané la general individual, la regularidad, la combinada y terminé segundo en la montaña, además del éxito por equipos. Luego vendrían los cinco títulos consecutivos en la Vuelta a Cuba (1986-1990), que para ser justos estuvieron siempre muy peleados porque aquí venía lo mejor del ciclismo mundial, es decir, checos, alemanes, soviéticos, mexicanos, colombianos y venezolanos. La Vuelta es una fiesta inolvidable para todo atleta que intervenga. El temor a un ponche y a caminar para atrás en la clasificación existió en cada momento. Lo que pasaba en mi pueblo, Bahía Honda, cuando ganaba era increíble: fiesta, orquestas, la gente disfrutaba tanto como yo.”
En realidad no sabíamos que iba a ser nuestra última Vuelta la de 1990. Podíamos haber corrido una más. ¿Verdad, Alonso? Nunca dijimos públicamente que ganaríamos una Vuelta, sólo se lo confesábamos a tu mamá. Constantemente, como conciencia presente, le recordaba: tienes que ser ambicioso, proponerte metas y entrenar más fuerte. Si nunca piensas en la victoria, nunca la conquistarás.
“El retiro lo medité mucho y fue una decisión personal. Acababa de cumplir los 29 años, pero habían disminuido las competencias –sobre todo desapareció la Vuelta- y me faltaba motivación para lidiar al nivel que exigía mi calidad. En la actualidad cada vez que siento deseos – tres o cuatro veces por semana-, cojo la bicicleta y salgo a rodar un rato. No la vendo por nada del mundo. Lo más malo de esta etapa es que aún sueñas con triunfos, aunque sabes que acabó tu tiempo.”
De las cosas que más nos dolieron: los dos cuartos lugares en el mundial juvenil, la ruta individual y la contra reloj por equipos. En la primera se nos escapó la medalla por foto finish, y a decir verdad, muchos nos vieron en el bronce. Luego en el campeonato mundial de mayores pensábamos que sí, pero falló la estrategia. A nivel centroamericano y panamericanos logramos también importantes medallas. ¿Competir en el Tour de Francia? Era posible, claro que sí. Tuvimos camisetas de líder en varias carreras en Italia, corríamos en Carreras de la Paz –lugar 21 en 1983 fue su mejor desempeño-, y merecíamos esa oportunidad para la historia del ciclismo cubano.
“La prensa fue justa conmigo desde mis inicios, pero podía haber estado entre los 100 mejores atletas del siglo en Cuba. Lo más difícil de mi carrera fue correr en Europa con frío, lluvia, nieve. Esas cosas no se escriben, pero son terribles. Como entrenador considero que obtuve buenos resultados. Pedro Pablo Pérez ganó dos Vueltas a Cuba bajo mi tutela y alcanzó premios en otros giros de América. Él reúne todas las condiciones para llegar hasta donde él quiera. Es nuestro mejor ciclista hoy.”
Son muchas las personas a agradecer. Primero, a todos los compañeros de equipos que tanto contribuyeron a nuestros títulos en Vueltas a Cuba. A los entrenadores, el ruso Fiodor Tarakanov, Alfredo López y Roberto Menéndez. Mis padres, Julia Ester y Antonio Alonso, mi esposa Mónica, y mis hijos son imprescindibles en los éxitos.
“Este deporte no tiene comparación. Estás arriba de una bicicleta, de un asiento, años y años, y si sumas los kilómetros recorridos le das varias veces la vuelta al mundo. Sin embargo, lo practiqué con el amor y la entrega más grande. No le impondré a ninguno de mis hijos –Emili, Xavier y Eduardo- que sean ciclistas, pero no puedo negar que me encantaría que sueñen con bicicletas como soñé y sueño todavía yo. Ahora, cuando comparto mis conocimientos en República Dominicana siento que soy doblemente útil, pues enseño lo que sé en representación de los ideales solidarios del movimiento deportivo cubano. Sin embargo, me percato de que les llevo una ventaja. Fui el único que pude rodar vía libre por las carreteras cubanas y del mundo. Y sigo, ponlo, sigo rodando…”
Dos días después de esta entrevista, este periodista lo comprobó. Jugaba con su hijo Eduardito en el parque cuando se le acercó un hombre. ¿Usted es Eduardo Alonso? La sonrisa de aprobación llegó sincera y el diálogo posterior no hace falta transcribirlo. El dueño de las carreteras cubanas gana así, todos los días, la más extensa Vuelta de su vida. Y el pueblo no engaña. Si de reconocimiento y gratitud está diseñada la meta, Eduardo Alonso sigue saliendo airoso.
Ganadores de la 6ta semana del Concurso
¿Quién es el máximo ganador de las Vueltas Ciclísticas a Cuba?
1) Sergio Pipían Martínez; 2) Pedro Pablo Pérez; 3) Eduardo Alonso; 4)Arnold Alcolea.
– Gran Premio: Yanet Sibat Martínez, de La Habana
Los otros ganadores:
- José E. Montejo Sevilla, de Camagüey.
- Carlos J. Sánchez de la Portilla, de Matanzas.
- Miguel A. Viguera Rodríguez, de La Habana.
- Frank E. Riverón Martinola, de Holguín.