El Ministerio de la Agricultura (Minag) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) firmaron el acuerdo que da inicio a la implementación de un nuevo proyecto de resiliencia climática en el país, con un monto de USD 119 millones.
La iniciativa Incremento de la resiliencia de las familias y comunidades rurales frente al clima mediante la rehabilitación de territorios productivos en localidades seleccionadas de la República de Cuba (IRES, por su acrónimo en inglés), fue diseñada por el Minag y la FAO, en coordinación con la población local, la sociedad civil y otras partes interesadas, y se aprobó recientemente en la Junta del Fondo Verde para el Clima (FVC) en Ginebra.
El FVC aportará 38,2 millones de dólares y el gobierno cubano contribuirá con 81,7 millones,en cofinanciamiento para este proyecto, el primero en la nación apoyado por el fondo, el cuarto formulado de conjunto con la FAO en América Latina y el Caribe y aprobado por ese mecanismo financiero internacional.
Mediante el acuerdo, el Minag y la FAO implementarán IRES en siete de los municipios más vulnerables a los efectos del cambio climático de las provincias de Matanzas (Los Arabos), Villa Clara (Quemados de Güines, Corralillo y Santo Domingo) y Las Tunas (Amancio, Colombia y Jobabo), con el objetivo de mejorar la seguridad alimentaria y nutricional e incrementar la resiliencia y estabilidad de los sistemas locales de producción de alimentos, el empleo y el acceso al agua.
Con una duración de siete años, se busca beneficiar a 240 mil personas y mitigar la emisión de alrededor de 2,7 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, trabajando con 52 mil agricultores, de los cuales 25 mil son mujeres.
“Este proyecto constituye un aporte importante a los esfuerzos de Cuba para cumplir su Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, respaldar los de desarrollo territorial y estimular la ejecución del Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático Tarea Vida”, aseguró Oscar Labrador Llanes, director de Forestal, Flora y Fauna Silvestre del Minag.
Por su parte, Marcelo Resende, representante de la FAO en Cuba, reconoció que la firma del convenio, incluso en medio de la compleja situación de enfrentamiento a la Covid-19, evidencia la apuesta del país por impulsar las inversiones en el sector agrícola y por desarrollar sistemas alimentarios sostenibles y con alta capacidad de resiliencia ante eventos climáticos.
Sistemas productivos más resilientes
El proyecto cubano busca contribuir a un cambio de paradigma en la producción agropecuaria, dando paso a sistemas agroalimentarios más sostenibles y resilientes al cambio climático. Para impulsar esa transformación, se realizarán inversiones en tecnología, maquinaria, equipamiento e insumos para rehabilitar paisajes productivos, mediante sistemas agroforestales y silvopastoriles, la reforestación y la regeneración natural asistida.
Nuevos módulos agroforestales serán introducidos en 35 mil hectáreas a escala municipal, en áreas cubiertas mayormente por marabú y pastizales degradados. Esto permitirá elevar la productividad y sostenibilidad de los ecosistemas agrícolas, mejorando la infiltración de agua en el suelo y previniendo su erosión.
El trabajo con agricultores familiares se enfocará en cambiar sus modelos intensivos tradicionales por técnicas de producción más resilientes al clima, lo que servirá como experiencia piloto para poder escalar estas intervenciones a todo el país en una fase posterior.
IRES también facilitará asistencia técnica para la creación de capacidades y el diseño de nuevos incentivos gubernamentales para la adaptación al cambio climático.
Vulnerabilidad climática en aumento
Cuba está clasificado como un país de alto riesgo, según el Índice de Vulnerabilidad al Cambio Climático en la región elaborado por el Banco de Desarrollo de América Latina.
De acuerdo con datos enviados por Cuba a la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, el país ha registrado aumentos en las temperaturas y sequías más frecuentes, prolongadas y severas; mayor frecuencia e intensidad de la actividad ciclónica; e inundaciones costeras moderadas y severas.
Estos cambios afectarán la producción agrícola, sobre todo de cultivos básicos, lo cual tendrá un impacto negativo en los medios de subsistencia de las familias que se dedican la agricultura, así como en la disponibilidad general de alimentos.
Según el estudio de base de IRES, el rendimiento potencial de los principales cultivos podría reducirse progresivamente durante el próximo siglo, a un ritmo que oscilará entre el 10 y el 25%: hasta un 12% en el caso de los frijoles y el arroz, 16% en la yuca y 48% en la papa.