Hay personas que son más caseras y otras que gustan menos de estar mucho tiempo en el hogar. O sencillamente, hay quienes por su trabajo o forma de vida nunca pudieron, como ahora, estar tanto tiempo entre cuatro paredes.
Por eso, depende en gran medida de los caracteres y las experiencias de cada cual, la manera en que nos afecta más o menos las medidas de aislamiento social a que nos obliga desde hace ya más de dos meses y medio la pandemia del nuevo coronavirus.
Sin embargo, el tiempo en casa nunca debería parecernos demasiado. Y podría no serlo, si efectivamente lo tratáramos de aprovechar de la mejor manera posible.
No son pocas las iniciativas inteligentes que numerosas familias pusieron ya en práctica durante este periodo. Desde las reparaciones domésticas, hasta las incursiones en nuevas habilidades culinarias u otras prácticas productivas y para el entretenimiento.
En los últimos días llamó la atención, por ejemplo, al reto de hacer ejercicios físicos desde el hogar. Esta es una opción que sin dudas no es patrimonio exclusivo de deportistas en activo, sino que debería también ser parte de esa cultura de la práctica sistemática de deportes en nuestro país.
Pero más allá de las variantes de una u otra actividad, sí parece que es un hecho incuestionable la necesidad de planificar ese tiempo más extenso de lo habitual que ahora pasamos en las casas, en función de una regularidad que permita organizarnos, aunque sea de un modo algo diferente de la manera en que llevábamos nuestras vidas antes de la Covid-19.
Porque incluso cambiar un tanto los hábitos no parecería del todo desacertado en esta nueva circunstancia, siempre y cuando esto no impacte en la salud o en el orden mínimo que debe existir en la cotidianidad de una vivienda.
Al fin y al cabo, no todo lo que va a dejarnos esta pandemia será perecedero. Es casi seguro de que determinadas formas de actuar y hacer, permanecerán por un tiempo prolongado, y hasta podrían conforman nuevas rutinas.
Será importante también poder manejar en un corto plazo el modo de comenzar a recuperarnos, y para eso es importante tener claras las prioridades, no solo las generales y más sociales, sino las de cada individuo o núcleo familiar.
Así que pensemos en todo lo que pueda quedarnos pendiente por hacer en casa, y tengamos a manos un plan. Muy probablemente esta extraña y dramática etapa la recordaremos en un futuro no solo por los sinsabores que nos dejará, sino también por los aprendizajes y las utilidades concretas que podamos extraer de ella.
Quién sabe entonces si alguna vez no lleguemos a echar un poco de menos este recogimiento que por prescripción facultativa nos tocó cumplir.
Así que intentemos, en vez de quejarnos, aprovechar esta oportunidad. Tratemos de que nunca, ahora o después, el tiempo en casa nos resulte demasiado.
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