Ni siquiera la COVID-19 apagó la polémica. Tras la publicación en nuestras páginas de la entrevista al director nacional de béisbol, Ernesto Reynoso, muchos aficionados opinaron sobre temas tratados y otros que quedaron en el tintero y el periodista no obvió preguntar, solo que las respuestas siguen estudiándose, aunque ahora a punto de un examen final que permita cambios reclamados. Al buen entendedor…
Toca entonces abordar con más detenimiento los tres temas más comentados desde la información brindada: estructura de la Serie Nacional para la 60 y la 61; el mentor del equipo Cuba por un período de tiempo delimitado y la posibilidad de convocar a jugadores nuestros que se desempeñan hoy en ligas profesionales no vinculadas a la Major League Baseball (MLB) sin contrato previo o de representación por parte de la Federación Cubana de Béisbol.
Hay tiempo para repensar
Debemos ser categórico: ¡habrá Serie Nacional!, sea su inicio en agosto, septiembre u octubre. Y eso merece también el primer aplauso, pues el país no prescindirá, después de meses muy duros de pandemia y una real crisis económica mundial, de su principal espectáculo deportivo y sociocultural. El tema estructura pasa aquí a un segundo plano, aunque sería bueno repensar, una vez más, lo que salió de la consulta popular.
Una campaña de hasta 75 desafíos con un play off de cuatro conjuntos (ojalá los cálculos de tiempo dieran para cuartos, semifinal y final, y terminar en enero del 2021) sería hoy lo más agradecido para una disciplina que sigue añorando tener un campeón puro, sin refuerzos, y luego un segundo certamen más cerca de la calidad de las selectivas que de inventos posteriores como Copa Revolución o Súper Liga.
Lo aprobado en la estrategia: una segunda fase con los seis primeros de la etapa inicial de la Serie Nacional, y una interrupción de uno o dos meses por el medio ( julio y agosto), no tiene consenso ni respaldo mayoritario de peloteros y entrenadores, tras una encuesta empírica de este periodista. La fórmula puede ser repensada para evitar luego críticas innecesarias, y lo peor, inconformidad de los actores principales.
En esencia, se pudiera comenzar la 61 temporada en la segunda quincena de marzo del 2021 y terminar en la primera quincena de julio con un monarca. Después, sin perder la identidad de los seis primeros conjuntos, armar desde septiembre una Liga Cubana de Béisbol, con mejores salarios para todos (peloteros y árbitros), mayor espectáculo y un calendario entre 45 y 60 juegos con semifinal y final incluida, en el cual salga nuestro representante a la Serie del Caribe, una vez que regresemos a ella en 2021, 2022 o cuando se decida.
Límites y potestades
La figura del mentor de la selección nacional fue evaluada por la Comisión Nacional con un recorrido histórico real. Es cierto, tuvimos mánager casi vitalicios (Serbio Borges, Jorge Fuentes, Higinio Vélez), otros coyunturales y hasta de sofocón en sofocón. De hecho excelentes y ganadores directores nunca dirigieron un equipo Cuba por coincidir muchas veces con nombres intocables. Andres Ayón, Pedro Jova y Pedro Medina me vienen a la mente muy rápido, por solo citar tres ejemplos.
Tan real como la tesis de que un director necesita dirigir para sentir esa presión de tomar decisiones buenas y malas en fracciones de segundo, también resulta probada la dosis de regionalismo acompañante que ha generado este puesto. Hay quien ha llevado a los suyos por encima de otros con números superiores y otros que han pecado de extremismo al dejar a verdaderos líderes que nadie les cuestionaría (recordar Urquiola-Yosvani Torres en la Serie 50)
Por todo lo anterior y más doy el voto de confianza a esta metodología por ciclos, aunque clarificaría los puntos evaluables (no solo victorias, pero ellas son imprescindibles) y haría una valoración parcial cada dos años —contrato por medio— para evitar acomodos. En cuanto a los cuerpos de dirección sí abriría un margen de potestad para escoger con quién trabajar, pues la empatía no se impone y tampoco los entrenadores deben ser una colección de estrellas, sino los más capaces para una determinada estrategia.
El llamado final
Ahora mismo, por solo citar Taipei de China, Sudcorea y Japón, hay siete jugadores cubanos con notables desempeños y una madurez deportiva envidiable, entre 30 y 33 años, (Odrisamer Despaigne, José Miguel Fernández, Ariel Miranda, Dayán Viciedo, Alexander Guerrero, Onelkis García y Leonys Martín), que pasaron incluso por la MLB, pero nada les impide ya representar a su país de nacimiento en eventos internacionales. ¿Debemos esperar eternamente su acercamiento o lanzar nosotros la primera mano con las reglas del juego claras para integrar, al menos, una preselección?
Muchos de ellos, al igual que otros en ligas del Caribe, visitan Cuba con frecuencia porque no desertaron de ningún conjunto nacional, sino que salieron por vías formales o informales en busca de mejoras económicas como otras profesiones. No estarían por encima de nadie, se disputarían un puesto igual que quienes lo hacen en nuestras Series Nacionales. Y solo si le encajan y están en forma deportiva volverían a vestir las cuatro letras. El tiempo sigue acortándose y más que ganar o perder en eventos internacionales, de lo que se trata es de mostrar el verdadero rostro del béisbol cubano. Y ellos también lo son.