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Trump: Socio no confiable

La pandemia que azota a la humanidad no solo ocasiona miles de muertes y millones de infectados, sino también pone al descubierto deficiencias y comportamientos poco éticos de algunos  jefes de gobierno ante la necesidad de globalizar la solidaridad como única forma de combatirla eficazmente.

Millones de personas sufren de este mal y ven con desesperación que nunca volveremos a la normalidad conocida, pues los expertos consideran que los problemas económicos y estructurales que dejará en cada una de las sociedades requerirán de verdaderas políticas “globalizadas” para enfrentarlos.

Varios jefes de Estado y de organizaciones internacionales comprenden esta necesidad, pero la actitud mezquina e inhumana hasta con sus propios compatriotas de otros mandatarios no permite asegurar que en la etapa post-pandemia reine la colaboración y fraternidad, tanto al interior de cada nación como en las relaciones internacionales.

Hay socios no confiables antes y durante la pandemia, por lo que sería ingenuo pensar que lo serán cuando se haya enterrado la última de las víctimas de este coronavirus.

No hay que pensar muchos para que esta lista de socios no confiables la encabece el señor de las sanciones, el de las amenazas, que aprovecha la pandemia para lograr ventajas económicas y solo piensa en su reelección, mientras que mueren miles de sus compatriotas por falta de atención médica.

Al desnudo su incapacidad

Gracias a la pandemia Donald Trump ha demostrado quien es y de lo que es capaz. Aquellos que lo veían con buenos ojos ahora dudan ante la escalofriante cifra de muertos que la ineficacia de su sistema de salud y en especial la falta de una política gubernamental evidenció su incapacidad y la de su gobierno para hacerle frente a situaciones de emergencia como la actual.

Una muestra más de su prepotencia y accionar dictatorial fue la declaración de Trump, cuando amenazó el lunes 18 con suspender permanentemente la financiación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y reconsiderar la membresía de su país en el organismo.

«Si la OMS no se compromete a realizar importantes mejoras sustanciales dentro de los próximos 30 días, haré que mi congelación temporal de la financiación de EE.UU. a la OMS sea permanente y reconsideraré nuestra membresía en la organización», declaró Trump en una carta al jefe de la OMS, Tedros  Adhanom Ghebreyesus, que fue publicada en su cuenta de Twitter.

“No puedo permitir que los dólares de los contribuyentes estadounidenses continúen financiando una organización que, en su estado actual, claramente no sirve a los intereses de EE.UU.«, señala la carta.

Las amenazas de Trump se producen después de que la OMS anunciara que lanzará una revisión independiente de su respuesta a la pandemia de coronavirus.

Queda claro que personajes como el actual mandatario estadounidense no se puede confiar, ni como amigo ni como socio él se encarga de recordarnos esta verdad cada vez que se pronuncia sobre algún tema internacional.

Crisis del sistema multilateral

Los expertos coinciden en que mucho antes de que la pandemia sacudiera los cimientos sociales, económicos y financieros de todo el planeta, ya se hablaba de una crisis del Sistema Multilateral. La vieja arquitectura global construida hace 75 años es, claramente, insuficiente para encarar los desafíos actuales.

El cambio climático, la amenaza nuclear, la crisis migratoria, los conflictos armados, la disrupción tecnológica, la desigualdad y, ahora, la pandemia son parte de la multiplicidad de crisis que un mundo dividido es incapaz de resolver.

“La propagación del virus ha desnudado nuestras limitaciones, ha acelerado la competencia, ha profundizado la desigualdad y ha fragmentado nuestra respuesta” señalan.

La lógica del «sálvese quien pueda» fue la primera reacción una vez que se supo del potencial impacto de la pandemia. Ciertos Estados económicamente poderosos confiscaron encargos, sobrepujaron precios, bloquearon envíos de suministros de bioseguridad y respiradores para el tratamiento de la enfermedad.

La ONU advirtió sobre algunos riesgos inminentes de la pandemia en materia de seguridad: profundización de la erosión de instituciones públicas; el debacle económico creará mayores tensiones, particularmente en las sociedades frágiles y en países menos desarrollados o en transición, con graves efectos particularmente para las mujeres.

Los conflictos violentos pueden escalar y las guerras en curso agravarse; grupos terroristas pueden tomar ventaja de la situación para realizar ataques; la amenaza del bioterrorismo se acrecienta; la crisis ha dificultado los esfuerzos para la resolución de conflictos; y la pandemia ha exacerbado varios desafíos en materia de derechos humanos.

Recordemos que desde 2017  EE.UU. se desasoció de la UNESCO, Consejo de Derechos Humanos, de las negociaciones del Pacto Global de Migraciones, del Acuerdo de París, además de sus ataques a la Corte Penal Internacional y a los esfuerzos multilaterales con relación a la situación de Palestina.

Una situación tan extraordinaria como la pandemia ameritaba una respuesta, también, extraordinaria, con los más altos niveles de confianza, de coordinación, de cooperación, de legitimidad y de respuesta global.

El mundo postpandemia será mucho más complicado que el que teníamos ante esta emergencia sanitaria. La mayoría de los expertos coinciden en la necesidad de la cooperación entre las naciones, pero con mandatarios como Trump y algunos otros será muy difícil alcanzar políticas consensuadas entre naciones.

Trump demostró antes de la pandemia sus contradicciones con varias naciones europeas, por solo citar un ejemplo, por lo que no se le puede pedir mucho a quien ha demostrado, más de una vez durante su mandato, que es un político no confiable.

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