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Productos de Indupir sirven la mesa (+ Fotos)

En los salones de proceso, el frío entumece las manos a pesar de los guantes. El agua corre por las mesas donde los cuchillos marcan el compás del trabajo duro. Hombres y mujeres cortan las cabezas, limpian el abdomen y descaman, cada uno, alrededor de 500 clarias o similar número de tencas o de tilapias.

En la actualidad, los trabajadores de la Industria Pesquera de Sancti Spíritus procesan alrededor de 15 toneladas de pescado diariamente.Foto: Cortesía de Indupir

Los pescados, ya limpios, caen uno tras otro en las cajas plásticas, destinadas a otras áreas de procesamiento. Allí pierden el nombre de su especie, y en otras manos se convierten en filetes, picadillo, croquetas, embutidos y otros muchos productos que se sirven en la mesa de los espirituanos, en la de cubanos de otras provincias y hasta cruzan océanos para satisfacer el exótico paladar de los habitantes del continente asiático.

En las áreas de la unidad empresarial de base (UEB) Indupir, industria encargada de procesar todas las capturas de la acuicultura en Sancti Spíritus, se labora de manera constante en correspondencia con un proceso productivo encadenado.

“Ese flujo laboral nos hace depender unos de los otros. Todos estamos en función de no perder tiempo y atentos para garantizar la calidad de las producciones”, asegura Dorben Cañizares Soriano, operario de la máquina de picadillo, donde se obtiene el producto base para la elaboración de una veintena de surtidos, en la propia entidad y en otras fábricas del occidente y centro de Cuba.

En el área de conformados se elabora gran variedad de alimentos con destino a la venta directa a la población. Foto: Cortesía de Indupir

La rutina productiva en tiempos de pandemia

La COVID-19 propició en Indupir una transformación laboral a aquellos trabajadores acogidos a las disposiciones dictaminadas para las personas de riesgo, parte del personal de oficina trabaja desde sus hogares, y la mayoría se mantiene activo para alcanzar mayores índices productivos.

“En esta contingencia redoblamos esfuerzos para producir mayor cantidad y variedad de surtidos. Para muchos la jornada inicia bien temprano. A otros los sorprende la madrugada  en la recepción del pescado capturado en las áreas de cría intensiva o extensiva, donde se logran los mayores volúmenes del país —principalmente en la presa Zaza—, con un promedio que superan las 15 toneladas diarias”, explica Ronal Rojas Mederos, jefe de brigada del área de recepción.

“En el colectivo existe una comprensión de la urgencia de producir  alimentos, más aún ante la crisis sanitaria y económica causada por la COVID-19. Hasta el cierre de abril salieron de aquí 644 toneladas de productos, 115 más que las planificadas para esta etapa de un plan hecho sin reservas”, sostiene Pablo Batueca Manso, director de la UEB.

“Esas producciones llegaron directamente a la población a través de la venta en las casillas especializadas o del consumo social de varias entidades, con prioridad para los centros de aislamiento y las áreas en cuarentena. A ello se sumaron los productos que antes eran demandados por la actividad turística, detenida por la situación epidemiológica actual”, acotó el directivo.

Manos… a las croquetas

Al otro lado de la gran explanada está ubicada el área de conformados, donde se elaboran los productos que más se expenden en las casillas del territorio espirituano. Allí se moldean y cuecen cerca de cuatro toneladas diarias de croquetas, embutidos, albóndigas, hamburguesas…

Indupir apuesta por la elaboración de alimentos conformados fáciles de preparar en el hogar. Foto: Cortesía de Indupir

Esas cifras se hacen realidad en las manos que procesan los pescados y sus derivados, quienes llevan las cuentas, no solo por la repercusión monetaria en sus bolsillos, sino por la acción de aportar al beneficio de otros.

“Yo considero a este colectivo como parte de esos héroes anónimos que cada día se imponen a las adversidades, por su permanente disposición al trabajo y a la búsqueda de alternativas”, sostiene el jefe de producción, Erich Pérez Márquez, quien los representó durante las sesiones finales del XXI Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba.

No se trata de frases hechas, pues el joven expone como argumentos que quienes laboran allí conocen de limitaciones de recursos, de carencia de insumos, pero también de soluciones y acciones. “Como industria hemos tratado de no parar ante el déficit de materias primas importadas o deficitarias dentro del país. Fuimos de los primeros en introducir la harina de arroz en sustitución de la harina de trigo y la extendimos a todas las producciones donde se obtiene un producto de calidad y libre de gluten.

“Tampoco dejamos de producir, cuando en el país se incrementó el déficit de combustible. Por esa razón no podíamos utilizar la caldera y comenzamos a cocinar  seis kilogramos de masa para croquetas con leña y llegamos a hacer dos toneladas diarias”, rememora Pérez Márquez.

“La intención es lograr producciones preelaboradas, que resulten de más fácil preparación en la casa y adquieran mayor valor agregado. En ese sentido, ya han salido al mercado productos listos para consumir como el picadillo condimentado en aceite y pastas para bocaditos. La intención es incorporar  filetes empanados y marinados, listos para freír”, precisó.

Pensamiento empresarial

La tarea cimera de producir alimentos que lleguen directamente a los consumidores, no limita la capacidad de la Industria Pesquera espirituana para salir airosos en los vaivenes de la economía. Aún en tiempos de pandemia, garantizan y sobrecumplen rublos exportables como la tenca HG, animal de gran tamaño, y la vejiga natatoria,  buche de ese pez, utilizado para diversos fines en Asia.

A la vez, se colegia la instrucción de las producciones en la Cadenas de Tiendas Caribe y de Cimex; se ejecuta un saladero en las cercanías de la presa Zaza y se pretende construir un salón para el procesamiento de la claria en la granja de La Sierpe, con la intención de optimizar combustibles por concepto de traslados de materia prima.

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