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COVID-19: pronósticos económicos

La pandemia del SARS-CoV-2 ha supuesto un enorme desafío a las estructuras de salud de casi todos los países a los que ha llegado, pero su traza perjudicial será global y mucho más larga en la economía.

Expertos han alertado que la COVID-19 ha afectado “gravemente al gasto de los consumidores, la producción industrial, la inversión, el comercio, los flujos de capital y las cadenas de suministro”, lo cual impactará profundamente en la sociedad.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), por ejemplo, prevé la peor crisis mundial desde la Gran Depresión de los años treinta del pasado siglo; mientras la Comisión Europea, en su informe Previsiones económicas de primavera de 2020: una recesión profunda y desigual, asegura que el retroceso en el PIB de la zona euro será de al menos el 7,4 por ciento. Tales vaticinios superan lo ocurrido en la crisis financiera del 2008 y 2009, en la que la economía europea se contrajo un 4,3 %, según Eurostat.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), por su parte, también calificó esta como “la peor contracción que ha sufrido la zona desde 1914 y 1930”, se presagia una mengua regional promedio del PIB de -5,3 % para el 2020.

No faltan optimistas que dibujan una ligera mejoría hacia el 2021, con índices macroeconómicos positivos y un crecimiento del PIB del 6,1 % a nivel mundial, aunque reconocen que la recesión será muy desigual entre los Estados y que impactará duramente los entornos laborales, en especial a quienes trabajan a tiempo parcial o dependen del turismo, sector cuya recuperación se ha pospuesto para el 2023. Los jóvenes volverán a quedar entre los más afectados, y se les vislumbran grandes dificultades para encontrar su primer empleo.

De cara a la recuperación expertos en la proyección de escenarios futuros hablan de V, U, L y W. La V avizora un rebote económico cuando acabe el confinamiento y una vuelta rápida a la normalidad. Esta opción es poco probable pues al aislamiento le seguirán medidas de seguridad, aforos limitados, fronteras cerradas y miedo al contagio, regulaciones poco propicias al crecimiento.

La U pronostica un regreso más lento a la normalidad, lo cual parece más apegado a la realidad tras la apertura progresiva; mientras que la L sería la peor opción, pues advierte una “gran crisis que tardaría mucho tiempo en recuperarse”. Este escenario conduciría a fuertes cambios económicos y sociales.

La W indica que, tras una leve recuperación, llegaría una nueva caída y luego el repunte económico definitivo. Esta opción incorpora como variables de cambio el rebrote de la infección y la desaparición del efecto inicial de las medidas monetarias y fiscales puestas en marcha para combatir el coronavirus.

El Banco Mundial, por su parte, ha previsto que la economía de Latinoamérica y el Caribe, sin contar a Venezuela, caerá un 4,6 % en el 2020, y que en el 2021 se recuperará un 2,6 por ciento. Según Martín Rama, economista encargado de la región, este comportamiento esbozaría una recesión en forma de U, aunque dependerá en gran medida de la velocidad a la que se recompongan las economías de los principales socios: China y Estados Unidos.

La incertidumbre y ansiedad propias del aislamiento físico con que se ha enfrentado la pandemia, y los pronósticos de los economistas, se convierten en leña para el fuego de quienes exigen el fin del aislamiento físico y el “retorno a la normalidad”, esa que para una parte nada despreciable de la humanidad, significaba empleos precarios, mal pagados, terciarizados… y que ahora estarán peor.

América Latina: tasa de crecimiento anual del PIB en términos reales, 1901-2020

Fuente: CEPAL
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