En esa vocación de servicio sumerge los días aciagos de la Covid-19, Eugenia Iberis Olivares, enfermera del Hospital General Doctor Agostinho Netho, en Guantánamo, una mujer que no «obedeció» los criterios especializados sobre su edad de riesgo (75 años), ni sus patologías de hipertensión e hipotiroidismo.
«A mí me mandaron para la casa, pero viendo esta situación…yo siento que debo estar allá, en el hospital. Voy desde las seis de la mañana hasta las 4:30 de la tarde, y aunque laboro en la clasificación de pacientes de Ginecobstetricia, me dispongo para lo que se me encomiende.
«Cuando llego a casa no hay descanso. Me siento a la máquina a hacer nasobucos, para compañeras de trabajo que previamente me llevan la tela, vecinos y cualquier persona que los necesite.Ya he hecho alrededor de 360 para el mismo hospital, el personal de enfermería y pacientes».
Ni en los años 89 y 90, cuando partió de voluntaria a Irak, esta enfermera general ha mostrado miedo, y no es que no lo tenga.
«En Irak asistimos a los pasajes más duros después de la guerra, heridos que debíamos curar y mucho dolor compartido con la veintena de compañeros que coincidimos aquella ocasión.
«Realmente me jubilé por enfermedad: un bocio que debuté durante la misión en Venezuela tras cuatro años y medio en ese hermano país.
«Tengo 3 hijos, 11 nietos y 5 bisnietos, aunque vivo sola: uno de ellos reside en los altos de mi casa y siempre están todos pendientes de mí.
«Uno piensa en los riesgos, pero si te cuidas y tomas las medidas, cumples los protocolos, los peligros son menores.
¿Queda mucho por hacer?
«En el hospital fue creado el servicio de aislamiento y restricción para los pacientes con enfermedades respiratorias agudas, con el cumplimiento de las medidas de bioseguridad que corresponde a esa sala. Todos los trabajadores tenemos los medios de protección adecuados.
Además, se reprogramaron las consultas externas de diferentes especialidades y se detuvieron las cirugías electivas, excepto las del programa de atención a pacientes con cáncer.
«En ocasiones me dedico a apoyar y controlar el cumplimiento de esas medidas por la población y el personal que transita dentro de la institución.
«Se está haciendo todo, en todos los frentes; pero a los trabajadores de la salud nos toca hacer más por la prevención: es parte de nuestro trabajo también.
«Hay muchas personas aún que descuidan el uso del nasobuco, que evaden las normas de distanciamiento social o el simple y tan efectivo acto de lavarse las manos. Por esas cosas yo siento que debo estar aquí…¿te das cuenta?»
Así conocí un poco más a esta mujer, de quien pocos saben cuántas horas dedica al bien ajeno y que ninguna riqueza o beneficio atribuye a su hoja de vida, mas sí tiempo y fervor a la pasión de vivir.
Eugenia Iberis Olivares integró el contingente de alfabetizadores Conrado Benítez y ha participado en disímiles tareas asociadas a la agricultura en su provincia natal. Asimismo, ostenta la condición de Vanguardia Nacional durante 20 años consecutivos, es miembro del Comité Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba y fue la única enfermera Heroína del Trabajo de la República de Cuba en el año 2009.