Félix Álvarez Aguilar, uno de los líderes de los festejos por el Día Internacional de los Trabajadores desde el triunfo de la Revolución en Cuba, extraña su ajetreo en la confección de carteles, adornos de centros de trabajo y desfiles multitudinarios.
Aunque, a los 90 años de edad, afirma sentirse con salud para desfilar, junto con su familia por el largo pasillo de su hogar, cantando el himno nacional y enarbolando la bandera cubana, porque hoy su casa es como la plaza Máximo Gómez Báez, de la ciudad de Ciego de Ávila.
Y es que, según el veterano sindicalista, este Primero de Mayo es diferente en tiempos de coronavirus, pero no igual a los de antaño cuando él tuvo que lavar autos y vender periódicos, santos y oraciones religiosas, sin saber aún leer ni escribir.
Quien es fundador de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), destaca entre los momentos más felices de su vida los encuentros con el líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz, en los congresos del movimiento sindical, y la visita del capitán de la clase obrera Lázaro Peña González a los círculos infantiles en Camagüey.
Ahora que la distancia social es indispensable para la vida, debido a la Covid-19, algo le resulta más que una obra bella: «La entrega de alimentos y medicinas a domicilio es una labor humanitaria que agradecemos los adultos mayores para quedarnos en casa, por ser nosotros los más vulnerables a la enfermedad.
«Además, tenemos en el país una dirección del Partido y el Gobierno digna de elogios por la preocupación para atender al detalle las necesidades del pueblo, y un Ministerio de Salud Pública que no sólo prioriza la atención a los pacientes, sino también nos mantiene informado cada día de la situación epidemiológica».
El líder obrero defiende hoy, sin salir de casa que es su plaza este primer día de Mayo, lo que él considera su gran tesoro: «Mi nieto Alejandro que es médico y está en la primera línea de combate, los otros nietos Angélica y Eslan, mis hijas Amarilys y Leidys, y mi esposa Ada que me acompaña hace 55 años».
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