“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”. Así comienza Don Quijote de la Mancha, la obra cumbre del idioma español. Tan emblemática, tan abarcadora, tan contundente… que ha bastado para ubicar a su autor, el celebérrimo Miguel de Cervantes Saavedra, en lugar cimero entre todos los que escribieron, escriben y, con toda seguridad, escribirán en castellano.
No en vano se celebra cada 23 de abril el Día del Idioma, pues justamente ese día de 1616 falleció, a los 68 años, este titán de las letras… aunque hay biografías que afirman que murió el 22.
No sabemos si él era consciente de su enorme legado. Pero lo que sí queda claro es que esta novela nunca pasó inadvertida.
Millones de personas, por más de cuatro siglos, han encontrado en esas páginas no solo diversión (que hay mucha); sino también la expresión de una finísima vocación poética, de una filosofía de la vida, de uno de los más apasionantes dilemas de la existencia humana: la contraposición del idealismo y el pragmatismo: ese ha sido, resumiendo, el motor de la historia.
Así que hay que leer el Quijote. Si de verdad hay libros imprescindibles (todo lo imprescindibles que pueden ser los libros; que no lo son tanto, lamentablemente), este es uno de ellos. Hay consenso en que se trata de la primera novela moderna y la primera novela polifónica. Por eso marcó como ninguna otra los derroteros de la literatura occidental.
La metáfora hermosa y entrañable del loco que vive en su mundo de ilusiones, y desde allí puede cambiar el mundo “de verdad”, ha sido inspiración de muchos de los hitos de la política, la sociedad, el arte; de los hombres y mujeres más influyentes en la historia de la humanidad. Contra los molinos de viento, como Don Quijote, han luchado muchos. Siguen luchando.
Conviene hoy y siempre acercarse a este monumento del idioma. Beber de la fuente. Cervantes no buscaba meros testigos, sino acompañantes.
AH, MIGUEL DE CERVANTES Y SAAVEDRA, EL TITÁN DE NUESTRO IDIOMA CASTELLANO. EL QUIJOTE DE LA MANCHA, DONDE DESDE NUESTRA NIÑEZ, NUESTRA PRIMERA GRAN LECTURA, DONDE CADA RENGLÓN ES UN TESORO. UNA JOYA LITERARIA UNIVERSAL, TRADUCIDO A TODOS LOS IDIOMAS DEL MUNDO. DONDE LA PROSA CASTELLANA BRILLA EN EXCELENCIA EN CADA RENGLÓN, PÁRRAFO Y ESTROFA. SIEMPRE ESTÁN VIVIENTES EN EL LECTOR SU FIEL ESCUDERO, SANCHO PANZA, DULCINEA Y TANTOS OTROS PERSONAJES INOLVIDABLES QUE EN SU LENGUAJE NOS TRANSPORTAN A NUESTRA AMADA MADRE PATRIA RENACENTISTA. UN FIEL AMIGO LITERARIO QUE NOS COLMA DE AGRADABLE COMPAÑÍA.