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Héroes sin capas (+ Fotos)

Marco Antonio, Miguel Alejandro, Williams, Yasnier y otros muchos no llevan capas, pero bien pudieran ser héroes. Tampoco ostentan un flamante uniforme que los distingue entre el resto de la sociedad. Son personas sencillas, calladas, tímidas incluso.

Pertenecen al grupo de los que prefieren estar en el trabajo, en medio de un caos de cables y circuitos que para ellos tiene todo el sentido del mundo, sin pensar en horarios o remuneraciones y haciendo lo mejor que saben: reparar y alistar equipos que se emplean en los centros médicos.

Entienden que es valioso, que por sus manos pasan dispositivos que luego salvan vidas. Pero no ostentan, prefieren disfrutar lo hermoso del anonimato y sonreír, con orgullo no con escándalos, por el simple placer de lo hecho, por el sentimiento de sentirse útiles.

Cuando comenzó la lucha contra el coronavirus SARS-Cov-2, cuando los números de muertes y de personas graves en el mundo aumentaba, los 123 trabajadores del Centro Provincial de Electromedicina de Camagüey sabían que era cosa de días que llegara a Cuba. “Se nos viene un trabajo duro”, pensaron. Pero no se quedaron quietos. No. Y desde hace algo más de un mes andan con ojeras como carta de presentación; ya no tienen fines de semana para descanso, no hay paseos familiares y muchos menos horarios fijos de entrada y salida al trabajo.

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A Yosvel Tabares Alfonso les preocupan sus viejos y su esposa que espera el primogénito, pero sabe que debe prestar un servicio esencial para el pueblo

“Aquí todos hacemos de todo, aunque estemos divididos por departamentos y especialidades”, es la primera característica del centro que anuncia Yosvel Tabares Alfonso, director de la entidad. “En el área técnica somos 85, que atienden al equipamiento médico de toda la provincia. Aunque en cada unidad hay un electromédico que pertenece a ese lugar y se vincula a nosotros metodológicamente.

“Algunos técnicos laboran de manera directa en la revisión de los cinco tomógrafos que existen en el territorio, pero la característica general del trabajo es responder a los llamados de roturas que suceden fueran del programa de reparación establecido.

“Sin embargo a raíz de la Covid-19 lo primero que hicimos fue dar la disposición de trabajar a cualquier hora. Cada mañana hacemos un despacho técnico y ponemos manos a la obra según el reporte que entra diario. Hacemos visitas a los hospitales, principalmente a los relacionados con pacientes o sospechosos por el coronavirus, para darle seguimiento a cada equipo reparado o instalado.

“Nuestra misión es hacerlo rápido y bien. Casi todas las roturas se intentan resolver en el lugar y solo los casos más graves se traen a nuestros talleres”.

Pero ellos no son de sentarse a esperar la llamada. Según comenta Yasnier González Martínez, ingeniero biomédico y especialista principal de vigilancia y tecnología, “hace más de un mes comenzamos también un recorrido por los centros hospitalarios para emitir una certificación de calidad de los equipos, especialmente para los de ventilación, los monitores y las bombas que se emplean en las terapias intensivas”.

Y es que tienen una manía de cuidar como a un hijo cada máquina que pasa por sus manos. Cuando días atrás la empresa Medicuba, entidad exportadora e importadora del ministerio de Salud Pública, anunciaba que Cuba no adquiriría ventiladores pulmonares con varios de sus proveedores habituales al ser adquiridos estos por una compañía estadounidense, ellos no se amilanaron, “cada equipo camagüeyano ya había sido bien revisado y aguantarían un buen tiempo”, alegaron.

Marcos Antonio Lechuga es de lo que se absorta revisando cada detalle de los respiradores hasta el último momento. “Nada puede fallar”, alega

Pero Marcos Antonio Lechuga Cento, especialista en tecnología de la salud en electromedicina, sabía que esto significaba más, “nos quedamos sin sostenibilidad técnica. Cada equipo que se contrata viene con sus partes y piezas y ahora, por culpa de Estados Unidos, perdíamos esos segmentos que son muy específicos.

“Los elementos que están vinculados con el soporte de vida siempre han sido muy demandados y costosos. Pero si no se pudieran reparar o no entran más al país, ya se pensó en emplear máquinas de  anestesia como ventiladores. En un principio las que son automáticas también son ventiladores, solo eliminaríamos la entrada de óxido nitroso, que es un agente anestésico, así como los vaporizadores y quedaría nada más la entrada de aire comprimido”.

La precisión de cada equipo es un elemento muy importante para los electromédicos, porque como asegura Yasnier 10 mililitros de diferencia pueden ser vitales para un paciente

No obstante, como apunta el joven Yasnier, se apoyarían en las máquinas de anestesia en última instancia. “Estos requieren mayor atención por parte del personal técnico, ya que el control es menos preciso que en el caso del ventilador que está para eso. Sin embargo son máquinas de alta tecnología que tienen una pantalla para monitorizar los modos ventilatorios y se controla la proporción de los gases que se le administra al paciente. Además, son muy útiles para personas aquejadas con coronavirus porque tienen varios modos ventilatorios que ellos requerirán”.

Trabajo y orgullo

Cada paciente en terapia demandará varios equipos entre los que destacan el ventilador mecánico, bombas de infusión, que son las que administran el medicamento, un monitor para visualizar los parámetros vitales, entre otros. Esos son los que más pasan por los talleres de los electromédicos agramontinos por estos días. “Y al ser así, nosotros nos enfocamos en que estén en óptimas condiciones”, asegura Yasnier.

Quizás por eso, aunque el horario laboral indique de ocho a cuatro de la tarde se les puede encontrar en cualquier momento, porque por estos días va más allá. El cocinero es una persona mayor y le recomendaron que se quedara en casa, que no importa, ellos trabajarán igual. Porque como apunta el director, todos los hospitales siguen prestando servicios y debemos apoyarlos de igual manera.

Una ley no escrita indica que equipo que entre al centro se repara, aunque sea inventando, a pesar de no tener el manual, o en el limitado Internet no puedan encontrar mucho porque casi siempre esas informaciones hay que pagarlas. Solo algunos elementos no se han podido salvar por falta de piezas muy específicas, pero no cabe en ellos eso de dejarse vencer. Y menos por estos días en que hace tanta falta que todo esté en óptimas condiciones.

La visita a los municipios tampoco la han tachado de la lista de cosas por hacer. Para cumplirlas, dice Tabares Alfonso, “nos apoyamos en la llamada telefónica. Contamos con un solo carro de los cinco que tenemos, así que explicamos muchas cosas técnicas por teléfono y si es algo grave vamos al lugar”.

En el taller también se alistan las máquinas de anestesia por si en algún momento necesitarán de ellas, asegura asegura Miguel Alejandro Palmas Solís

“El no nunca está en nuestro vocabulario”, como asegura Miguel Alejandro Palmas Solís, jefe del departamento de ingeniería clínica. “El colectivo es joven pero lleno de gente con mucha calidad humana. Cada equipo que atendemos pudo haber estado durante semanas salvando una vida y de igual manera intentamos recuperarlo”.

Y es que para Williams Aller Rodríguez, quien fuera  director de la unidad por muchos años, este trabajo es algo único. “Nuestra labor se crece en momentos como estos. En cierta medida atendemos de igual manera la salud del pueblo. Solo que somos los héroes ocultos que garantizamos los equipos que mucha gente necesitará en algún momento”.

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