La batalla para potenciar iniciativas, alternativas de producción y explotar reservas de eficiencia, se libra hoy a la par del combate por la vida contra la Covid-19 y su aliado bloqueo imperialista que no escatima artimañas para contagiar a la economía cubana.
Es cierto que no se ha logrado sustituir la importación de esos dos entes provenientes del extranjero, y también es tremenda verdad que, sin actos, ni concentraciones multitudinarias, un gran desfile de valores humanos ya le rinde un temprano homenaje al Día Internacional de los Trabajadores.
Y es que abril, miliciano por excelencia, despliega su arma más poderosa en el combate de hoy: el concepto del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, quien, el Primero de Mayo del año 2000, definió: «Revolución es sentido del momento histórico…».
A punto de las dos décadas de esa magistral idea del eterno líder, se despliega una ofensiva para cambiar lo que debe ser cambiado en la cultura de la higiene y así contener la propagación de la pandemia para salvaguardar el recurso humano.
Día a día se pulsa el estado de la salud del clima laboral cubano para defender las 12 prioridades de la economía nacional, las cuales adquieren un dulzón sabor en la provincia de Ciego de Ávila. Antes de la contingencia sanitaria, el colectivo del central Primero de Enero se convertía en el primero del país en cumplir el plan de azúcar, y unas jornadas después materializó el compromiso el ingenio refinería Ecuador.
Ahora en ambas industrias mantienen activas sus plantas moledoras, sin descuidar el uso del nasobuco, del lavado de las manos con agua clorada y otras medidas, generalizadas además en las labores de las inversiones dirigidas a transformar al Ciro Redondo en la fábrica de azúcar más moderna de Cuba, cuando esta logre el encadenamiento productivo con su vecina bioeléctrica, también la primera construida en la Isla.
Ese sector agroazucarero, por citar solo un ejemplo de las ramas económicas prioritarias, junto al altruismo de los miembros del ejército de las batas blancas, podrá demostrar que no hay nada capaz de aplastar la fuerza de la solidaridad, de la unidad, de la laboriosidad y otros valores defendidos al precio de cualquier sacrificio.
De manera que, cuando se retorne a la normalidad, cada forma de gestión, estatal, cooperativa y privada, deberá reacomodar sus cargas en la producción y los servicios, porque proteger la vitalidad de la economía, es también salvar a Cuba.