Ellos no visten batas blancas, sino overoles. No trabajan en un laboratorio, ni atienden pacientes. Y prefieren que no se les considere trabajadores indispensables, pero lo son, especialmente en estos tiempos en que el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 se ha extendido por el planeta.
Todos son ingenieros en la especialidad de Mecánica y a diario llegan al Centro Nacional de Biopreparados (Biocen) con el ímpetu de la juventud y el compromiso de que las plantas productivas no se paren por roturas o desperfectos, aunque para eso en muchas ocasiones tengan que poner la sabiduría y experiencia a toda marcha, pues una gran parte del equipamiento ya ha rebasado su vida útil y todavía sigue empleándose.
Edisbel Muñoz González, Máster en Ingeniería Mecánica y Gerencia de Mantenimiento, es uno de los profesionales que enorgullecen a Biocen. Desde que se graduó, en el año 2002, a la fecha trabaja en esta institución, que el pasado año resultó Vanguardia Nacional y empresa integral de la Organización Superior de Dirección Empresarial BioCubaFarma.
Hoy tiene una enorme responsabilidad pues se desempeña como especialista principal de Mantenimiento en las plantas de envases y de productos parenterales II, donde se fabrican la Biomodulina T, el Factor de Transferencia y el Interferón alfa 2b recombinante, uno de los medicamentos incluido en el protocolo de atención contra la COVID-19.
Nosotros tenemos la misión —explicó— de garantizar la disponibilidad técnica de la planta con el objetivo de fabricar este producto (y otros). En ocasiones ello se hace muy difícil porque dependemos de recursos y piezas de repuesto que se dificultan, principalmente, por el bloqueo.
En relación con el Interferón comentó que en las plantas de parenterales se realiza el formulado, el llenado, la revisión y el envasado del producto, por lo que resulta esencial la labor de la brigada de mantenimiento que él dirige, sobre todo en estos momentos en que dicho medicamento está siendo efectivo para combatir la COVID-19.
Otro de los consagrados en Biocen es el ingeniero Antonio Enriques Gaspar, quien dirige la brigada de mantenimiento en la planta de productos parenterales III.
El también Máster en Ingeniería Mecánica y Gerencia de Mantenimiento, acumula 26 años de trabajo en esta institución pionera de la industria biofarmacéutica. De ahí el sentido de pertenencia que a ella le une.
Al igual que Edisbel, tiene la misión de responder por el mantenimiento y la puesta en marcha del equipamiento de la planta, que puede ir desde algo tan sencillo como la iluminación de los locales y el funcionamiento de un phímetro hasta el de una línea de llenado y otros sistemas.
Comentó que se trata de equipos líderes mundiales en sus respectivas ramas, tanto las líneas de llenado, las autoclaves, que con el tiempo empiezan a presentar problemas.
En este tipo de industria —afirmó— cualquier dispositivo luego de 10 años de empleo puede considerarse prácticamente obsoleto. Sin embargo, nosotros no solo los mantenemos funcionando, sino también logramos que respondan a las directrices establecidas por los organismos regulatorios internacionales en cuanto a seguridad y calidad del proceso.
Agregó que muchas veces por la falta de presupuesto no se pueden adquirir equipos nuevos, y los que están en activo ya tienen 15, 20 o más años de explotación. “Por tanto les hacemos modificaciones para llevarlos a los estándares actuales que se exigen.
“Está el trabajo diario, la inventiva que aplica cualquier técnico o ingeniero en una fábrica en Cuba, pero cada cierto tiempo es necesario realizar una labor de mayor envergadura pues ya el equipo no responde a las exigencias. Entonces tenemos que involucrarnos, modificar el diseño, hacer adaptaciones para cumplir con lo establecido”.
Acerca de la trascendencia que le otorga a su labor cotidiana, expresó la satisfacción de mantener las plantas funcionando, con los parámetros de calidad y de seguridad biológica y, por supuesto, el cumplimiento de la producción. Eso, al fin y al cabo, repercute en la salud de los pacientes y no solo en el caso de la COVID-19, sino de otros medicamentos que Biocen fabrica.
Con apenas 29 años y casi seis de graduado como ingeniero mecánico, Hanset Abrahante Hernández se desempeña como jefe del Departamento de Mantenimiento en Biocen.
Es una tarea compleja, difícil, que le ocupa tiempo y exige consagración total, pero el joven declara estar enamorado de lo que hace. Solo así se explica que haya asumido ese compromiso y lo lleve a cabo con éxito.
Llegó al centro recién graduado y comenzó trabajando en los sistemas de tratamiento de agua, para lo cual no estaba preparado, según confesó. No obstante, asumió el desafío y lo venció a base de estudio y constancia.
“Fue una sorpresa cuando me propusieron que asumiera este cargo, y poco a poco le he ido encontrando las afinidades con mi carrera. Comprendí que este tipo de industria integra muchos procesos, todo se basa en la ingeniería y al final se pueden vincular varias especialidades”.
Sobre los mantenimientos dijo que se llevan a cabo en cada una de las plantas productivas por las brigadas que responden por ello, tanto los que están planificados como los imprevistos por alguna rotura, pero además hay que ocuparse del edificio central, los laboratorios, el vivario y los bloques termoenergéticos.
Sobre la pandemia de la COVID-19 y la participación de Biocen, el joven refirió que el centro tiene la oportunidad de aportar un granito de arena para este combate. “Es un reto mantenernos trabajando, tenemos que reparar los equipos a cualquier hora, el objetivo es no parar y continuar produciendo cada vez más el Interferón y demás medicinas que también son necesarias”.