Yoanna Fuentes Frómeta es una de las jóvenes destacadas del sector de la Educación en Guantánamo. Con ella conversamos sobre su papel en la sociedad…
En medio de lo que ella definió como su proyecto de vida encontré a esta muchacha. Necesidades, intereses y expectativas de sus 22 años le han permitido pasar a esa fase superior de lo lúdico, y crecer desde que era maestra en sus juegos de roles…
Por eso, aunque no jugó a eso de pequeña, hoy combina el ser maestra con sustituir a la directora del centro cuando no está, dirigir la Juventud Comunista, y atender la comunicación y la Cátedra Martiana en la escuela primaria Rodolfo Rosell. Vivir tan cerca de la escuela le facilita sus tareas en la preservación y seguridad de cada puesto y trabajador del centro porque está pendiente de todo…
Así me encontré a Yoanna Fuentes Frómeta, una de las jóvenes destacadas del sector de la Educación en Guantánamo durante el año 2019 y para quien hablar de sí misma no es muy fácil…
¿Cómo es tu hogar?
Vivo con mis padres y mi hermano… Nadie en casa es maestro… Papi es jubilado de la construcción y mami todavía trabaja en el mismo sector… Yo creo que casi todos los niños juegan de pequeños a ser maestros porque es la primera profesión que les impresiona, es algo de grandes y ese jugar a ser grandes afianzó en mí, desde que lo hacía con una pizarra que aún conservo, lo que escogí ser.
¿Te han señalado alguna vez por tu juventud al realizar una profesión que muchos creen hija de la experiencia?
Sí… es muy difícil… sobre todo por la complejidad de las asignaturas que imparto a un grado terminal como lo es sexto grado… Enseñar a los niños valores y educación para vivir en sociedad desde Cívica, o profundizar sus conocimientos de Historia de Cuba siendo muy joven, aún es señalado por muchos padres.
Cualquier cosa que ellos no sepan o no lleguen a aprender es culpa tuya, o de tu inexperiencia o juventud.
Una vez, cuando empezaba solo con 18 añitos en un aula de quinto grado, una madre se atrevió a decírmelo: que no creía que yo iba a enseñarle Historia a su hijo con tan corta edad y experiencia… Y llevé esos niños hasta el sexto grado y al final le demostré que sí pude.
A veces los jóvenes tenemos momentos de recapitular: nos confundimos y pensamos que el camino andado no es el que queremos… aparecen la depresión, la desmotivación… ¿Te ha pasado esto?
Varias ocasiones me he sentido así… y ha sido porque a veces no he sabido responder una pregunta que me ha hecho un alumno. Sinceramente ese día no duermo. Llego a la casa con la mente en la escuela y al otro día ese niño que preguntó es al primero que busco para responderle. Es terrible, pero pasa.
¿Cómo es el tiempo en tu casa y con tu familia?
Converso cada día con mi mamá sobre todo lo que me pasa. Cocinar, lavar, planchar y hasta jugar con mi hermano que es mayor que yo y trabaja en el Ministerio del Interior, pero aún me trata como a una niña y nos la pasamos bromeando entre los dos…
A veces solo me alcanza el tiempo para bañarme, comer e ir a visitar a mi abuela que vive distante de mi casa, pero es mi vida. Ella es mi niña a sus 93 años. Ahora tiene demencia senil, y yo que siempre he tenido una afinidad muy especial con ella, por eso trato de estar cerca.
Los fines de semana salgo con mis amigos en la tarde, vamos a bailar, a reír, al parque…
¿Y el amor?
Bueno… (RÍE), en estos momentos estoy soltera. Me gusta escoger muy bien a la persona con quien compartiré una relación, porque también yo soy un poquito complicada.
Por otro lado, me quedan solo tres meses para graduarme y con todas las responsabilidades que poseo en realidad no tengo tiempo para pensar en eso ahora.
Eres militante del Partido y de la Unión de Jóvenes Comunistas. ¿Crees que eso te hace distinta a quienes no lo son?
Es igual, solo cambia el compromiso. No diferencio una militancia de otra: para mí las dos implican el mismo grado de responsabilidad, entrega, dedicación, ejemplaridad.
Y creo que si no fuera militante también sería así y eso tiene que ver con el empoderamiento que la Revolución ha dado a los jóvenes. Lo que somos hoy cada uno es resultado de lo que logremos, porque las posibilidades y oportunidades están.
Yo soy de las que al momento que se me llamen para una tarea estoy allí, sin importar dónde ni cuándo. Y si eres militante ese nivel de compromiso es algo irrenunciable.
A tus 22 años y con tantas responsabilidades ¿cuál es tu mayor temor?
Mi mayor miedo ahora mismo es terminar una clase y que un alumno me diga que no aprendió nada. Eso me asusta mucho. Por eso yo cuando les imparto las clases voy mirando sus rostros, a mis 23 alumnos y sus ojos, la expresión que tengan mientras hablo.
Como cualquier maestro, he tenido que hacer también labor social. Por ejemplo el caso de una niña que tuve que se quedaba como «ida» en la clase y cuando le preguntaba no me hablaba mucho. Entonces decidí ir a su casa.
Allí supe que vivía con su hermanito al cuidado de una tía, pues su madre estaba recluida en un centro penitenciario en La Habana.
Un día esa niña de 11 años recogió sus cosas en una mochila y se marchó de su casa sola en medio de la noche. Yo salía de la guardia obrera aquí en la escuela, eran las siete de la noche y al llegar a mi casa aparece una señora desconocida que me pregunta si soy la maestra Yoanna. Yo contesto que sí, le pregunto qué pasa y ella me dice que se encontró a una niña perdida con una mochila de ropa deambulando por el sur de la ciudad, y que al recogerla y conversar con ella le dio mi nombre y dirección. Apenas me quité el bolso del trabajo y salí con aquella señora a buscar a la niña que cuando me vio se aferró a mis brazos llorando y pidiéndome que no la dejara regresar donde vivía, que la llevara conmigo para mi casa.
Hicimos el trabajo con la niña y su familia, y hoy vive con su abuela, que era a quien ella buscaba esa noche. Aquel día no pude comer, no dormí bien… era mi primera experiencia de ese tipo. Y me propuse estar más cerca de ella. Iba a repasarla y así la visitaba y me aseguraba que estaba bien. Hoy mi satisfacción es verla mejorar cada vez más.
Cómo joven, ¿qué crees que necesitan los de tu edad para desempeñarse con éxito en el lugar donde estén?
Llegar cada día a la escuela y que todos cuenten conmigo es mi mayor satisfacción. A mis 22 años tener todas esas responsabilidades me mantiene feliz, motivada, útil y eso es algo difícil de explicar con palabras, se siente y ya. Pero para cualquier joven es importante que lo dejen ser, transmitir su esencia y potencialidades para abonar el futuro.