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¿Cómo moldear arcilla joven?

Por: Gretel Díaz Montalvo, Lianne Fonseca Diéguez y Adriana Rojas Preval

Hace unos 10 años, Alexander se convirtió en ingeniero mecánico y, tal como si hubiera sido ayer, recuerda los dos años de servicio social que pasó llenando documentos en el central azucarero de su localidad. “No tenían plaza para mí, eso fue un peloteo constante”, rememora con pesar.

La atención a los jóvenes trabajadores rinde frutos en Desoft División Holguín. Foto: Lianne Fonseca

Su primo Leo está a punto de graduarse de la misma especialidad; y Alexander solo le desea que pueda trabajar en lo que estudió y se sienta útil y valorado.

El tránsito del mundo estudiantil al laboral puede resultar difícil. Convertirse en trabajador supone derrumbar prejuicios para demostrar los conocimientos adquiridos en la academia, y adecuarse a las dinámicas de los centros de trabajo.

El proceso se hace más complejo cuando falta la atención oportuna, o la plaza no es la más idónea para el crecimiento profesional del novel trabajador. Es entonces cuando renunciar se convierte en la decisión de muchos.

No pocos de quienes así obraron obtuvieron sus pergaminos de graduados al cierre del curso 2017-2018. Ese año 22 mil 344 jóvenes egresaron de las aulas universitarias y 59 mil 44 de las de la enseñanza técnico-profesional. La Oficina Nacional de Estadísticas e Información, aportadora del dato, no consigna sin embargo cuántos  de esos nuevos trabajadores al poco tiempo fueron a engrosar el 1,7 % de cubanos que se confiesan desvinculados.

 

Más que darse de alta en la nómina

Ante el marcado envejecimiento de nuestra población constituye una prioridad formar profesionalmente a los jóvenes, y encaminarlos para que contribuyan a la sociedad y aseguren su propio bienestar. Así sucede también en Holguín, donde se les ofrece una atención diferenciada.

María Elena Consuegra, directora de la Dirección Provincial de Trabajo en Holguín, afirma que en las entidades hay que enamorar a los jóvenes y hacerlos sentir útiles. Foto: Lianne Fonseca

No es una determinación casual, asegura Juana Marisela Escajadillo Almira, subdirectora de Empleo de la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social (DPTSS). En el oriental territorio ellos representan alrededor del 29 % de la población económica activa. Similar razonamiento plantea Leirán Torres Sánchez, miembro del Secretariado Provincial de la CTC en Camagüey. “Dentro de los convenios colectivos se establece una cláusula específica para el tratamiento de los jóvenes. Se les da una mirada diferenciada y se les vincula con la actividad fundamental de las asambleas sindicales”.

Pero como aclara Jeannette Casanova Cosío, subdirectora de Empleo de la DPTSS agramontina: “Todavía tenemos deficiencias en algunas entidades, donde personas mayores de edad ven a los muchachos como quienes los desplazan y no como el futuro del lugar. Otros hacen una demanda y luego dicen que no hay presupuesto. Hay que darle seriedad a lo que hacemos, sentarse y proyectar pensando en todas las variables, en las nuevas inversiones o en si se tendrán personas próximas a jubilarse”.

A juicio de la directora provincial de Trabajo y Seguridad Social en Holguín, María Elena Consuegra, predomina la tendencia a minimizar las potencialidades de los jóvenes. “Desde antes de la llegada del graduado  al centro debería planificarse su recibimiento, seleccionar el tutor y organizar un buen plan de adiestramiento. Familiarizarlo con las tareas que le corresponderá y hacerlo sentirse útil, son pasos imprescindibles, pero en no pocos lugares no sucede así”, subraya.

Del dicho al hecho hay gran trecho, reza un atinado proverbio al que a lo largo de Cuba no le faltan ejemplos de validación en cuanto al tema que nos ocupa. Uno de ellos es Guantánamo, donde la ubicación laboral aún dista de los planes y las teorías. Allí los intereses personales, según la especialista en Gestión de Recursos Humanos de la subdirección de Empleo en la DPTSS, Yenia Sainz Guerra, sobresalen entre las razones que presentan los jóvenes para rechazar las ofertas existentes y enrumbar su camino hacia propuestas como el trabajo por cuenta propia.

La ubicación de los que se gradúan como técnicos de nivel medio siempre ha resultado compleja. Su formación se organiza atendiendo a la demanda, pero como resalta la subdirectora provincial de Empleo en Camagüey “las empresas no siempre están en condiciones de asimilarlos a todos. Así que muchos deben buscar acomodo en el sector cuentapropista. Esa ha sido una opción muy oportuna”.

No todas las experiencias son negativas. Un ejemplo a imitar también puede encontrarse en la fábrica de tabaco Lázaro Peña, de Guantánamo, en la que cada año se desarrollan cursos de capacitación para jóvenes. Varios de ellos llegan atraídos únicamente por lo rentable de esa labor o “por tener contentos a los padres”, pero en su mayoría terminan apreciando el oficio e incorporándose a la actividad. Tal vez en otras circunstancias hubieran permanecido desvinculados del trabajo y el estudio.

 

Acercando el futuro

Los espacios para la laboriosidad juvenil son diversos y no siempre transitan por un puesto en el turismo o en un negocio privado. Otros veinteañeros optan por la agricultura luego de cumplir su Servicio Militar Activo. Tal es la historia de 116 holguineros que en toda la provincia se esfuerzan para obtener frutos de las tierras que recibieron en usufructo.

Para Norbys llegar en el último año de la carrera al centro de trabajo es la mejor manera de hacer más simple la transición. Foto: Gretel Díaz

Pudieran ser muchos más, al igual que en distintas ramas de la economía estatal que se resienten por la insuficiente llegada de “sangre joven”. Al intentar un cambio en ese orden de cosas el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social promulgó en el año 2019 la Resolución 29, orientada a perfeccionar el proceso de ubicación laboral, adelantándolo al último año de formación superior.

Para Doraine Linares Jiménez, presidenta de la FEU en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz, esa norma “responde a una demanda del último congreso de nuestra organización. En este curso los muchachos fueron preubicados entre los meses de septiembre y octubre, teniendo en cuenta la integralidad. Así, el futuro profesional tendría la opción de abordar problemas de la entidad que los recibe y participar en la aplicación de las soluciones que proponga. Es un primer paso para que el conocimiento científico no quede engavetado”.

Como con toda idea nueva, la aplicación de la Resolución 29 todavía puede perfeccionarse. Para Norbys Cabrera Pérez, estudiante de quinto año de Arquitectura y uno de los casi 700 preubicados en Camagüey, esta vez el punto débil radicó en la coordinación. Él, que ya tenía parte de su trabajo de grado hecho, se vio obligado a cambiarlo porque el tema no era de interés para su futuro centro laboral. “Fue un golpe duro, por todo el esfuerzo previo que debía desechar. Solo después de algún tiempo comprendí que a largo plazo saldría ganando, pues podría palpar el resultado de lo que proponía”, dice.

El nuevo procedimiento de ubicaciones parte de un encuentro entre profesores y estudiantes. Los problemas se inician cuando les toca a los organismos empleadores anunciar sus plazas en convocatoria. Algunas entidades no se presentan y estudiantes con buen escalafón deben conformarse con plazas menos atractivas por la falta de diálogo entre universidad y empresa. Luego puede que no tengan tutor o que carezcan de facilidades tan esenciales como el transporte. Aun así, para Norbys, la Resolución 29 “ojalá haya llegado para quedarse. Hay que ir mejorando su aplicación, pero no se puede negar cuánto mejora el proceso docente educativo”.

 

Otro buen ejemplo

En la división  holguinera de la Empresa de Aplicaciones Informáticas, Desoft, los jóvenes constituyen más de la mitad de la plantilla, y varios ocupan cargos de dirección.

Los informáticos Yaser Forcelledo y Jesús Camilo Gámez recuerdan cómo, desde su llegada al centro, les prestaron bastante atención y los acompañaron en sus respectivos procesos de crecimiento profesional. Hoy uno conduce el sindicato y el otro asume responsabilidades administrativas.

Los buenos ejemplos abundan, pero los malos –por desgracia– tampoco faltan. Toca a cada colectivo el reto de asumir a los jóvenes que llegan como una oportunidad: la de pulir un diamante en bruto, la de moldear una arcilla fresca. Cuanto se logre será también un triunfo para quienes lo pulieron o moldearon.

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