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Vieja carta bajo la manga de EE.UU. contra Venezuela

El gobierno de Estados Unidos, mago, juez, fiscal y parte injerencista, propuso una vieja fórmula “mágica” para levantar el bloqueo férreo y creciente contra Venezuela y resolver el diferendo en la nación sudamericana que, evidentemente, tiene a un protagonista allende fronteras.

 

Pareciera que la Casa Blanca así respondió a una demanda creciente internacional para que EE.UU levante sus castigos contra varias naciones,  incluida Venezuela, en medio de la pandemia de la Covid-19.

Resulta una batalla por la vida a la cual el gobierno constitucional venezolano está abocado, asistiendo a otras naciones necesitadas y también recibiendo colaboración internacional de Cuba, Rusia y China.

Mike Pompeo, con su nombre de boxeador, lanzó un golpe publicitario al proponer que el presidente venezolano renuncie a su cargo y de vía libre a un plan de la Casa Blanca para un gobierno de “transición”, previo a elecciones bajo la batuta de Washington.

Así lo anunció el secretario de Estado, aunque la “iniciativa” que sacrifica al inoperante Juan Guaidó había sido filtrada antes por el encargado para Latinoamérica y el Caribe, nada menos que el señor Elliot Abrams,  de abundantes méritos, incluido su protagonismo durante la llamada guerra sucia en Centroamérica, en particular aquel programa encubierto denominado Irán-contras.

No hay que olvidar que aquella jugada, con cocaína por medio y la participación de las agencias Central de Inteligencia (CIA), la antidrogas (DEA) y el Pentágono, inundó de estupefacientes a barrios pobres de ciudades populosas del país norteño, con incontable  balance de víctimas fatales y drogadictos.

Cualquiera diría que es historia vieja, pero aquellos propósitos que impulsaron a quienes mandaban durante la administración de Ronald Reagan  y luego la de Bush padre, algunos “ilustres” de vuelta como Abrams y otros de igual  calaña, evidencian que Washington persiste en echar mano a cualquier método para  conseguir sus propósitos que, en el caso de Venezuela, significa derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro.

Casualmente Maduro encabeza el país con mayores reservas  petroleras certificadas del planeta, lo cual quizás explique algunas de las propuestas del canciller estadounidense, según las describen algunos medios internacionales:

Mike Pompeo, instó  al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y al líder opositor Juan Guaidó, reconocido por Washington como mandatario interino, a hacerse a un lado para celebrar nuevas elecciones.

Pompeo dijo que en Venezuela ambas partes deberían establecer un gobierno de transición encabezado por un Consejo de Estado para organizar los comicios.

«El presidente del gobierno de transición no podría postularse para presidente en esas elecciones», destacó Pompeo.

Sobre si Guaidó podría ser candidato en los nuevos comicios, Pompeo contestó: «Absolutamente sí». «Es el político más popular en Venezuela, creo que si se celebraran elecciones hoy, le podría ir increíblemente bien», apuntó, destacando que Estados Unidos sigue «apoyándolo». «Nicolás Maduro se debe ir», enfatizó.

«Estados Unidos no respalda a ningún partido político en particular en Venezuela. Apoyamos un retorno a la democracia y creemos que todos los partidos, incluido el partido del régimen, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) debería poder competir en un campo de juego equilibrado en unas elecciones libres y justas», agregó antes que Pompeo el cocalero Abrams.

En la concreta el gobierno estadounidense busca contaminar la Constitución de Venezuela, el precepto del Derecho Internacional y otras violaciones que Washington inyecta contra la nación de Simón Bolívar, en medio de la pandemia del nuevo coronavrirus.

El anuncio de la administración Trump ocurre menos de una semana después de que su Departamento de Justicia anunciase cargos contra Nicolás Maduro y otros 14 altos funcionarios venezolanos, a quienes vincula con la antigua guerrilla de las FARC-ERP de Colombia, hoy inmersos en un complejo proceso de paz.

Como antecedente habría que recordar que la Casa Blanca busca con insistencia ahogar económica  y financieramente  a Venezuela. El propósito es igual al que ejecuta el gobierno estadounidense para derrocar a la Revolución Cubana.

Los castigos de Estados Unidos contra la patria de Hugo Chávez lesionan seriamente la economía venezolana y las necesidades básicas de los habitantes de ese país. Pero resulta otro plan fallido. El presidente  Nicolás Maduro rechazó la trampa de Trump bajo un simple y contundente argumento: la soberanía de Venezuela no es negociable.

«Ellos pueden decir lo que quieran, cuando quieran, como quieran pero las decisiones en Venezuela, se toman en Venezuela, con sus instituciones y su constitución. Nosotros no estamos tutelados por EE.UU.», afirmó a su vez el canciller Jorge Arreaza en entrevista con la emisora colombiana BluRadio.

Al final, con  la estrategia actual y de vieja data, la de zanahoria y garrote, la Casa Blanca busca dividir al chavismo y en particular a las fuerzas armadas bolivarianas, espada sostén del proceso iniciado por Hugo Chávez, y valladar ante las agresiones de Washington y de otros gobierno que aún giran en esa órbita.

Guaidó es desechable, pero Venezuela, la constitucional se defiende, incluso en la coyuntura actual de la pandemia del nuevo coronavirus, que no resulta para Estados Unidos un momento de solidaridad con ese pueblo, sino oportunidad para intervenir con intereses aviesos.

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